LA AVENTURA DEL DESCUBRIMIENTO DE LA FILOSOFÍA (3)

LA AVENTURA

DEL

DESCUBRIMIENTO

DE LA FILOSOFÍA (3)

atardeceres

JULIO DURAND LAZO

II

SOBRE LAS CREENCIAS Y LA

DESTRUCCIÓN DE LAS

CREENCIAS

 

huellas

 

 

1.- La Diversidad de Creencias:

Una vez más doy mis pisadas observando el comportamiento de los hombres. Es ya pasado el movimiento de resucitar los hitos que me condujeron al descubrimiento de la filosofía. Todavía no lo he expresado. No tanto porque esta generando expectativas, nada de ello, sino, porque, como lo manifesté en la introducción, la expresión de este descubrimiento se estrellaría frente a las murallas de las creencias humanas y sociales, tornándose inútiles todas las palabras manifestadas. Pero, tampoco, piensen, que, estoy organizando la exposición para conseguir que me crean, no, no son creyentes los que busco. El mito, la religión, la fe, no anima mi acto de escribir, todo lo contrario, en un primer momento, es importante que se dirijan a estas líneas con incredulidad, dudando más que creyendo, para, después, sobre esta base, ustedes mismos comprendan la verdad o falsedad de mi descubrir, de lo que es la filosofía y su necesidad de ser.

En este caminar, donde inicio, al mismo tiempo, un nuevo capitulo, cambio la materia de mi pregunta, al mirar a las personas, ya no me pregunto por si estarán motivados y pensaran en los problemas filosóficos, ahora, me interrogo, sobre su creer, y me digo: ¿En que están creyendo estas personas? Sí, en este nuevo tramo de mis caminatas, me interesa la problemática de las creencias, su universo, sus determinaciones, sus causas. Y me asombro, si pudiera haber un reactivo que nos permitiera colorear cada creencia, al manifestarse al medio ambiente, imagino que el cielo seria un arco iris de millones de colores. En la esquina vislumbro a un racimo de personas en torno a un kiosco de revistas y periódicos, ¿alguien dudará de los titulares que lee? Los estudiantes se introducen en sus locales, ¿algunos dudaran de las palabras de sus profesores? Una oficinista, con su golpetear de sus tacos, ingresa presurosa, a su centro de trabajo, ¿dudará de las ordenes de su superior? Las puertas para creer siempre están abiertas en la trama social, en esencia, por lo social, somos más crédulos que incrédulos y ¡En cuantas cosas creemos! No sólo en las noticias que propician los medios de comunicación de masas, también en los contenidos de los libros que leemos en el colegio, la universidad, o para informarnos, en el de las revistas, en los letreros, en los carteles, en los anuncios, en los semáforos, en los uniformes, en los nombres de los amigos, en los números telefónicos, en el nombre de las calles, parques, establecimientos, en fin, en tantas cosas; hay personas que creen en los pronósticos de los horóscopos, que un trébol de cuatro hojas produce suerte, que pasar por debajo de una escalera también genera mala suerte,  ¡Es admirable! ¡En tantas cosas creen los hombres! Sí un amigo nos dice, “he estado enfermo en cama”, cómo dudar de la palabra del amigo. Sí el hijo, al despedirse, le dice a su mamá “voy al colegio” como duraría la mamá de su hijo. Siempre propensos al creer y creer.

Y me pregunto: ¿Qué es la creencia? O lo que es lo mismo, ¿Qué es el creer?, mientras, sonriente observo, a una señora ingresar a un salón de belleza, ella, seguramente, tiene en mente, que con un corte de cabello, o un peinado adecuado, se verá mas hermosa. Y siempre donde observo esta presente la creencia, el creer, entonces es, pues, necesario responderme a la pregunta que me formulo ¿qué es? Luego de analizar una diversidad de casos, en sus aspectos que lo relacionan a la vida social, concluyo, con la siguiente respuesta: la creencia, o el creer, es una determinación que aceptamos como verdad, como cierto, como real, conforme con la realidad. Y no nos interesa, todavía, la diferencia entre una y otra creencia, lo esencial es sólo eso, el aceptar como verdadero, no importando que no lo sea, sí, lo importante es la aceptación, en este hecho, de aceptar radica la verdad del creer, sí, en aceptar algo como verdadero aunque no lo sea. Todos somos, en este sentido, creyentes, confiados, ingenuos, siempre aceptando el bombardeo social, aceptando y creyendo. Es posible que en un día no tengamos una sola duda, pero, también es evidente que en un día, en una hora, ya hemos abierto nuestras puertas a una gran cantidad de creencias. Observo a las personas, me observo a mi, tal vez sea menos crédulo que ellos, tal vez, pero, también creo y, la duda, que es ya familiar en mí, me incita a penetrar en este mi creer, en sus porqués en sus caminos.

 

2.-Una Breve Reflexión:

De pronto me ha asaltado a mi mente una pregunta. Efectivamente, el lector, se interrogara, ¿Que relación puede existir entre el ser de la filosofía y el creer o las creencias? En efecto, a primera vista, aparentemente, parecen excluirse, ser opuestos, de tal modo, que puede decirse, que la creencia no necesita de una actitud crítica, de la duda, o el problematizar, mientras, que la filosofía si lo requiere. Sin embargo, todo filosofar, al dar sus frutos, el filósofo les brinda para ser creído, aceptado, o seguido en sus ideas, y, antes de ser creído por los otros es ya un creer para su propulsor. Pero, no es sólo este vínculo entre filosofía y creencia lo que me motiva y conlleva a tratar sobre las creencias y sus destrucciones, sino, fundamentalmente, por que estoy viendo el proceso desde u ángulo opuesto, ya no del creador, o del fundador de una doctrina o concepción, sino, desde la posición de los seguidores, de los creyentes. Y estoy pensando así porque ha sido mi recorrido, posiblemente, similar a muchos otros seguidores y creyentes. Estoy persuadido de la importancia de comprender esta faceta de las creencias, su analizarlas desde la posición de un creyente, del modo como transita de un creer a otro creer, y, teniendo presente, que, la otra faceta, de la perspectiva del creador, del fundador, ya ha sido demasiada observada y tratada; la vida de los creadores, de los fundadores, es propagada, y, en cierto modo, lo es, para conquistar más seguidores o admiradores. Un solo hombre ha fundado el cristianismo, también uno del budismo, lo mismo del islamismo, y, son millares, millones de hombres los creyentes, los seguidores, en sus principios, dogmas, ritos, de estas religiones. La vida de estos fundadores es casi leyenda, pero, las realidades sociales, que se erigen sobre sus principios, son reales, que, es imposible, no admitirlos como tales. Lo mismo, o similar, se puede expresar sobre el marxismo, fue fundado por un solo hombre, Carlos Marx, con la ayuda o colaboración de su amigo Engels, y, los marxistas, los que participan y creen en los principios, ideas, que integran organizaciones políticas marxistas, son millones de hombres. Del mismo modo sobre la vida, la genialidad de estos fundadores se ha escrito muchísimo, sin embargo, casi nada sobre la vida de sus creyentes. Cuando escribí, con mucha ingenuidad, el folleto sobre la filosofía, no medité sobre este aspecto, sobre el creer o el no creer, tal vez, o evidentemente, internamente, sentía la necesidad de ser creído, de que se solidarizaran con las ideas vertidas, y, por ese camino, también sin ser consciente, entraba en contradicción con el contenido filosófico que pugnaba por expresar. Por ello, he comenzado señalando el camino que me llevo a este descubrimiento, y, lo que es más importante, tal como lo comprobará el lector por sí mismo, el descubrimiento realizado me conlleva a presentar la filosofía en su necesidad como contraría a todo sistema, es decir, como anti sistema, o anti doctrina, de ideas que pretendan solucionar sus problemas; el núcleo que sostiene la filosofía, y, que en esencia es la filosofía en su necesidad, no es una creencia en una verdad sino la duda, y, de la creencia en esta duda, de su valor, se va desprender una serie de consecuencias fundamentales para la vida de los hombres.

3.- Al Interior del Primer Gran Sistema de Creencias:

Las creencias forman grandes sistemas, muy complejos. ¿Cómo? mi respuesta se desprenderá madura, como la manzana de un árbol, cuando explique la esencia de la filosofía. Y tomo mi vida, nuevamente, como ejemplo. En mi se sucedieron tres grandes sistemas de creencias, no coexisten, sino, le negación de uno a dado lugar a otro. Es comprensible que sea vigente el tercer gran sistema, pero, curiosamente, mientras que en el primero y en el segundo era un creyente entre millones, en este tercer sistema soy un creyente solitario. No es conveniente señalar si estas mis creencias son verdaderas y falsas, por ahora no importa, en su oportunidad, progresivamente, expondré los misterios de verdad que los sostienen, lo, que, sí, puedo exponer, es mi sentirme bien, ligero, libre, pero, comprendo, que sí lo manifiesto, en este tramo, es posible, que me consideren un loco, o es absurdo lo que planteo. No puedo comenzar por este tercer sistema, que, abarca no solo lo filosófico, sino otras facetas de la vida social y la ciencia, no tanto por temor, o pena, de ser considerado absurdo y, yo, como fuera de la realidad, no, esto no me causaría temor o pena, ya estas cosas no me pueden afectar, justamente por el contenido de mis ideas y determinaciones, sino, porque, me es necesario primero introducirme al interior de los sistemas donde he participado.

No me apresuro a exponer mis creencias y sus criterios, tampoco, me dirijo, a los otros sistemas, que ya están fuera y ya no creo, como un juez, para condenarlos, con odio o resentimiento. No, nada de ello, puede caber en mí. Que sea verdadero o falso, por ello no me preocupo, sino, por la forma en que empecé a creer y cómo deje de hacerlo.

He participado de la religión cristiana, católica, ha sido el primer gran sistema en mi vida, complejo, lleno de misterios, y, ahora, lo estoy recordando y asumiendo como objeto de meditación. Tengo que admitir, que en este mi rememorar, ya no tienen la esencia de ser creencias, simplemente, ya no creo en este sistema, en todo ese sistema de ideas, sentimientos, imaginación, fantasía, con sus historias, casi infantiles, no, ya no son en mi creencias, no los asumo y acepto como verdades. Los Ángeles, los diablos, cuidándonos o tentándonos, o envueltos en una lucha entre el bien o el mal, o Dios creando el universo, el mundo, todo de la nada, o de sí, en su trono celeste, glorificado por ángeles y serafines, escuchando músicas celestiales; o el purgatorio como lugar de expiación de pecados, dónde arden las almas, o el infierno, con todas las visiones dantescas, no, nada de todo ello, tienen la misma fuerza, porque ya no creo en ello. Sin embargo, necesito comprender, captar, de dónde nace toda esa fuerza de esas creencias, su poder, en el ser social de los hombres. El hecho que ya no crea no significa que muchos otros hombres tampoco crean, todo los contrario, existen millones de hombres que creen, y, aún esta fresca la llegada del sumo pontífice de la religión católica, Juan Pablo II, y, el clamor y fervor de las multitudes que lo recibieron, que oraron dirigidos por el. Nunca jamás se había visto fenómeno social en el Perú. Esto lo he comprendido en este mi caminar: reconocer las creencias de los demás, ser respetuoso de ellas, pero, también, así mismo, comprendo que yo ya no puedo retroceder.

Muchos hechos de mi ser religioso, con la religión católica, los he narrado en mis recueros, no voy a repetirlos, tan sólo me detendré en algunos hechos significativos. Un día, luego de llegar en la tarde al colegio, de niño, me senté como hipnotizado, silencioso, observando pintar a papá Samuel un cuadro, después de ver la imagen de Jesús caminando por las aguas del mar, alargando sus manos a Pedro que se hundía, lo pregunte sobre el significado, papá Samuel me contestó:

- Ah! Doctorcito, el cuadro representa al hombre de poca fe, y, se dio cuando, Pedro, viendo caminar a Jesús sobre la superficie del mar, también va caminando sobre las aguas a su encuentro, pero, cuanto ya está por llegar a su lado, de pronto asume conciencia del hecho y duda, y, comienza a sentir que se hunde, entonces, pide auxilio a su maestro, Jesús, alargándole la mano le dijo: Hombre de poca fe por que dudas de mí. Lo escuchaba atento fascinado, como tantas cosas, anécdotas, historias, me narraba, ¿Cómo no creerle a mi abuelo? ¿Cómo no creerle?, y, aún, me parece verlo con su barba blanca, como un patriarca, y, su mirada dulce y sonriente.

En otra ocasión, estando preguntándome sobre lo que había escuchado sobre el poder de Dios que lo veía todo, y todo lo consignaba para el gran juicio final, en los que los actos buenos y los actos malos se compararían y medirían, todo preocupado, le pregunte a mí tía teresa:

- Tía Teleco, ¿Es verdad que Dios todo lo ve?

- Es verdad, sobrino.

- ¿Si yo tiendo la cama, para ayudar a mamá. También lo vería?

- Por supuesto.

- ¿Y lo tomaría en cuenta para cuando muera y se me juzgue?

- ¡Claro! Seria un acto bueno, seguramente serias premiado.

- Entonces voy a tender mi cama.

Y así lo hice, pensando, que Dios, que todo lo ve, miraba complacido mi acto, y, me llenaba, de alegría. ¿Y como no iba a creer a la Tía Teresa? Con su apariencia intelectual, con sus gruesos lentes, siempre con un libro entre las manos. Actos y preguntas de este tipo los formulé muchas veces en mi niñez, fui creyendo y abriendo mi mente a una serie de historias, de determinaciones que lo asumí como verdades, y, conforme ello, fui actuando o decidiendo mi actuar. Me he puesto a reflexionar sobre como actuaría en la actualidad de seguir siendo un creyente católico, me doy cuenta que tenia que hacer y pensar en muchísimas cosas, de dejar de hacer otras tantas, arrepentirme de otras. Pero, para ello, hace falta creer, tener fe, actuar con sinceridad, no me quejo de mi forma de ser así, estoy conforme, me siento muy bien tal como se impulsa mi vida con sus creencias y sentimientos.

4.- Que se Saque la Sotana ¡Que se Saque la Sotana!:

Nuevamente navegando por lo que fue. El sol ilumina mi vida, me hace sonreír sin motivo aparente, viendo el cielo limpio, azul, azulísimo sin una sola nube. Al mirar ese inmenso campo azul todo me parece pequeñito, ¡He aprendido a ver el cielo! Sus paisajes tan cambiantes. Vuelvo a pensar en la creencia. Sólo alimentamos nuestras creencias básicas, o seguimos creyendo cuando recibimos información que no contradice nuestras creencias básicas, ni nuestros intereses. No tenemos tiempo, nunca lo tenemos, en nuestra vida practica social concreta, para dedicarnos a comprobar o poner a prueba cada creencia, o información que nos esta llegando incesantemente; optamos por lo mas fácil, en tanto no contradicen nuestras creencias básicas, Ni atentan con nuestra seguridad e interés, optamos por aceptarlas, suponerlas verdaderas. Pero, ante las ideas contrarias a nuestras creencias básicas, religiosas o políticas, ante las críticas o informaciones que los pongan en peligro, entonces, los hombres defienden sus creencias, y, estas creencias se convierten en murallas o armas de ataque. ¡Cuántos hombres han muerto defendiendo sus ideas o creencias! ¡Cuántos has sido asesinos por sus creencias! Una prueba elocuente de este hecho, en relación con la religión católica, lo tengo bien grabado desde mi niñez. Un día al salir del colegio, escuche que llegaba a Huancavelica el sacerdote Bolo Hidalgo, para hablar en la plaza de armas de la cuidad en un mitin organizado por el FLN, o Frente de la Liberación Nacional. Al llegar a la casa le comunique este hecho a mi tía:

- ¡Tía Teleco! Esta tarde llega el padre Bolo Hidalgo.

- ¡Dios nos libre! ¡Es el mismo anticristo! ¿Pero, quién te ha dicho?

- He escuchado en la calle, tía. Viene en vagón y va hablar en la plaza de Armas esta misma tarde.

- ¡Ni Dios lo permita! Ese cura es un traidor, un comunista, ha estado en Cuba, hasta en Rusia. No lo vamos a permitir, Huancavelica es un pueblo católico, ahora mismo voy a la Iglesia a hablar con el cura. ¡Jamás hablara ese cura renegado en este pueblo! ¡Jamás!

Y no sólo mi tía teresa, también otras señoras, veía, se movilizaron. Las campanas de las Iglesias empezaron a repicar con desesperación llamando al pueblo. Por todas parte la gente salía formando riachuelos de seres humanos, yo con mis amigos nos envolvimos en estas corrientes, y nos arrastró, hasta desembocar en la calle principal. La masa humana era dirigida por los sacerdotes, las señoras de los hacendados, por las beatas, acudían gritando, gentes humildes, de los barrios, unidas con los principales, vociferaban, gritando consignas, que hoy me hace sonreír, pero, yo también los gritaba entusiastamente:

¡Qué se saque la sotana! ¡Qué se saque la sotana! Cura traidor.

- Bolo, lobo. Bolo lobo. ¡traidor, cura renegado!

- Bolo bolo alimenticio. Escuche de repente, y todo la gente empezó a repetirlo, como si estuviera diciendo una verdad.

- ¡Fuera! ¿Qué se vaya, qué se vaya?

En medio del tumulto, alguien trajo una soga para ahorcar al cura Bolo Hidalgo. Y tal vez lo hubieran hecho. Pero, Bolo Hidalgo, sin dejarse ver, se vio obligado, bajo protección policial, a retornar en un vagón expreso a Lima, sin poder hablar una sola palabra. Cuando ya la gente se dispersaba rumbo a sus casas, un pequeño grupito, por una calle estrecha, compuesto de jóvenes, la mayoría hijos de los comerciantes laneros, empezaron a gritar, entre las sombras una consigna, que escuchaba con indignación:

- ¡Cuba sí! ¡Yanquis no! ¡Cuba si! ¡Yanquis no! Abajo el imperialismo yanqui, ¡fuera yanquis del Perú!...

Han pasado los años, sin embargo, no he olvidado estas escenas, aún, me parece ver a mi tía Teresa, a mi tía Melchora, y mis parientes, a mamá, a todos, gritando, amenazando, furiosos, indignados, exaltados. Y al cura Bolo, que ni se lo vio, no se le escucho ni una sol palabra. Todos creían, sólo eso bastaba, era inútil, hasta peligroso escuchar a un cura que defendía a Cuba, a los campesinos en favor de la reforma agraria. Había sido calificado de renegado, eso era suficiente, nadie se preguntaba de qué había renegado, ni porque, si creía en Dios o ya no, nadie, era comunista, así, sin más. Hoy me doy cuenta de esta acción social frente a las creencias, como se las defiende, no hay razones contra ellas. Después de años, tuve ocasión de observar situaciones contrarias, dónde en la universidad, calificándolos de traidores, o agentes del imperialismo se expulsaba a viva fuerza a políticos, religiosos, poetas “reaccionarios”.

 

5.- La Primera Desilusión:

La destrucción de las ideas, de las creencias básicas, es el resultado de un proceso, que, lentamente, progresivamente, va minando, como una enfermedad o un gusano, el interior, el núcleo, del sistema de creencias, hasta, que, en un momento, un hecho, una situación límite, los hace estallar definitivamente. En mis once años se inicia este proceso, en mi interioridad. Mientras tanto aún se sostenían las creencias inculcadas en la familia, principalmente por papá Samuel y la tía Teresa. En ese año papá Samuel murió. Poco antes había visto alegrarse a mi abuelo por la muerte del jefe de Estado Soviético Nikita Krushoj, me solidarice con esta alegría, como siempre lo había hecho con las burlas mordaces, irónicas, a la Unión Soviética, que nos hacían sonreír. Hay muchísima diferencia entre la tía Teresa y papá Samuel, tanta, que, hasta cierto punto, mi tía, sin proponerse, estimuló el cambio de mis creencias, sus juicios y prejuicios eran muy chocantes, imaginativos, fantasiosos. Un día al verme sentado, con la cabeza gacha, con los brazos en los muslos laxos, en el pequeño muro del jardín de la casa, me dijo:

- Julito, cuidado, así, se sientan los castristas. Mirándose su sexo.

Yo me quede sorprendido por la actitud maliciosa de la tía, y, la comparación me ofendió, pero, sólo después capte el sentido de lo que me decía.

Hay otro hecho curioso, que, de pronto lo estoy recordando. Es relativo a un disco de 45, que, un primo nos obsequio en su visita a Huancavelica. Este hecho, que narraré, es una prueba de cómo hasta escuchamos mal con tal de no contradecir nuestras creencias, o de estimularlas, así, reafirmaba mis creencias. El disco, era una grabación del cantante cubano Daniel Santos, en un lado se escuchaba una canción romántica, cuyo título es Obsesión, y, en el otro lado, una canción alegre, guaracha, cuyo título era el Tibiri Tabara, que se expresaba haciendo referencia a modismos cubanos, “mi socio”, “mi hermano”, haciendo referencia al Tibiri Tabara, cosa que yo no sabía que era. En una parte de la canción se hacia referencia a las provincias o cuidases cubanas, la Habana, Santiago, Matanzas. El cantante decía,”Allá en la habana, y allá en Matanzas…” Pero, yo lo escuchaba de este modo, “allá en la habana se oyen matanzas”, y, al tiempo imaginaba a cuba como un infierno, persecuciones, fusilamientos, como me habían hecho creer. Entonces, en el colegio, dirigiéndome a mí amigo Pepe, como un secreto, le dije:

- Pepe, tengo un disco que mociona las matanzas en cuba.

- ¿Sí? ¿Y como lo has conseguido?

- Mi primo me trajo de Lima. ¿quieres escucharlo? Y ante el gesto afirmativo de mi amigo, a la salida del colegio, lo lleve a mi casa. Puse el tocadiscos, haciendo sonar el disco, y, cosa curiosa, él también escuchaba lo mismo que yo. Cuando me entere, años después, que Matanzas era una provincia Cubana, era cuando ya no creía en todo el sistema religioso católico. Así, por lo general, sólo empezamos a ver los defectos, o nuestros errores, cuando dejamos de creer, y, entonces como hoy, nos dan ganas de reírnos a carcajadas.

Por entonces, llego un profesor para la asignatura de dibujo, su estadía fue breve, unos dos o tres meses. Era diferente. Comenzando por el hecho de que no era profesor sino Arquitecto de profesión, alto, espigado, con unas gafas de miope, gruesas, su rostro expresaba que era peruano de padres chinos, o tal vez japoneses, no podíamos precisarlos, pues, todos los de ojos jalados para nosotros eran chinos. Su forma de ser era amigable, nos trataba como su igual, un tanto, que, no sentíamos la jerarquía presiónate del profesor, lo veíamos alegre, con un sacón verde, y, una regla o escuadra grandes de madera. No recuerdo haberlo visto amargo, pero, si nos parecía un tanto misterioso. ¿Qué hacia en Huancavelica siendo Arquitecto? Dónde no son necesarios para las construcciones. Al poco tiempo desapareció. Un día mi amigo Pepe, me hizo recordar, todo misterioso me dijo:

- ¿Y no sabes? El profe de dibujo era guerrillero, estuvo combatiendo en Púcuta, en Mesa Pelada. Creo que ha muerto los han bombardeado desde arriba.

- ¿Y cómo lo sabes?

- Mi papá lo dijo en el almuerzo, escandalizado, conversando con mi mamá.

No hubo replica. Al creerle al amigo, sentí por primera vez mi error, no, mi tía Teresa me engañaba, los guerrilleros no son malos, el profesor de dibujo fue tal vez el mas bueno y comprensivo que tuvimos. Esa fue la primera desilusión. Más tarde, al leer una novela sobre las confesiones íntimas de un militante comunista, comprendí, que los hombres, antes, que de las ideas comenzamos a desengañarnos de los hombres en quienes creímos, sí ellos nos traicionan, o actúan hiriendo nuestras creencias, vamos minando, sentimentalmente, nuestras creencias, desconfiando, dudando.

6.- No Leas Ese Libro:

Al caminar y fijarme en un letrero de prohibición, me percato de la relación entre las creencias y las prohibiciones. Toda doctrina, o sistema de creencias, presentan implícita o explícitamente un conjunto de prohibiciones, o formas de comportamiento, conducta, sentir, detenidas, reprimidas, condenadas. Hacer lo prohibido, es, de uno u otro modo, contradecir las creencias, ponerlas en peligro, y, cuanto más uno cree, estas acciones generan hondos conflictitos psicológicos y sociales, así, cuánto más uno cree y cree sufre más al realizar lo prohibido, es, inversamente, cuánto menos uno cree menos sufrimientos causa la realización de lo prohibido.

Mi vida fue una constante sublevación, a partir de mis once o doce años, contra lo prohibido. Las contradicciones generadas en mí, sólo, pudieron superarse, modificando mis creencias, remplazándolas o negándolas definitivamente. De todo se dio en este curso. Ahora, soy consciente que me fui alejando, o negando, todas las creencias de mi niñez, por que no eran justas, más aún sus prohibiciones. Me acuerdo, que tanto a mí como a mi hermano se nos prohibió, tajantemente, jugar con los niños canillitas, o y limpiabotas, mamá nos decía, en son de advertencia:

- No tienen padres. Les pueden enseñar cosas malas.

Pero, la vida misma nos hizo transgredir esta prohibición, y jugué con ellos, junto con mis amigos a la pelota, las bolitas, los trompos, las chapas, el mundo, y tantas otras cosas, en algunos juegos, ellos, los canillitas, eran mas diestros que nosotros, pero, de ninguna manera eran los chicos malos que los imaginaba mamá. En cierto sentido, más bien tenia cierta envidia de ellos, cuando, imaginaba que estarían jugando en el parque, soleándose, al esperar la llegada de los periódicos, o de un cliente, mientras, yo, tenía que estar prisionero en el aula de clases.

No voy a ocuparme de todas las cosas que me impulsaron a cambiar todas mis creencias, no es posible, pero, sí hay hitos, o hechos resaltantes. Una de las aficiones era limpiar la biblioteca de la tía Teresa, como un gato, me subía por sus estantes, con un trapo, sacudiendo y limpiando del polvo los libros: me sentía feliz de ver sus libros, y, mi tía, también experimentaba dichosa que le ayudara en una labor que ella no podía ejecutar. Un día, que limpiaba, me percate de una novela, en dos tomos, con una dedicatoria, como premio, de su profesor a un primo; le pregunté a mi tía si podía leerlo. Ella me pidió que le mostrara, baje, sudoroso, sonriente, pues, estaba seguro que me prestaría.

- A ver- dijo, mientras llevaba la pasta del libro a sus ojos miopes- Es de Fedor Dostoievski, Los hermanos Karamasov. No sobrino, no puedes leer, es demasiado fuerte para ti, lo leerás cuando seas más grande. Por ahora voy a guardarlo aparte. No se percato de mi tristeza, pero, acepte su veredicto. Mi tía lo hacia en nombre de la religión, para conservar mi alma pura, lo hacía en nombre de la moral, de sus criterios sobre el bien y el mal, de su experiencia, a mis años, que podía criticar. Ahora sonrío, de la forma tan directa y simple como mi tía prohibió a lo que deseaba, y, no es diferente, en esencia, de lo que en otros tiempos, la santa inquisición, prohibía, en nombre de la religión, de Dios, de la santa Iglesia, etc. Los libros que se debían destruir, quemar, confiscar, condenar. Estoy seguro que papá Samuel hubiera actuado de un modo muy diferente, con gusto me hubiera entregado el libro, cuán distintos eran mi tía y papá, él confiaba en su personalidad, en su palabras persuasivas, en su influencia, la tía era desconfiada, temía, era celosa con sus creencias. Pero, mi afición a los libros era cada vez más intensa, me deleitaba leer, todas mis propinas se convertían en libros, ya, tenía una pequeña colección de obras literarias, adquirida bajo la influencia y selección de mi tía Teresa. Ya había leído varios libros, como El Quijote, Los Tres Mosqueteros, Robinsón Crusoe, Fabiola, Los Últimos días de Pompeya, la Ilíada, la Odisea, Cinco semanas en globo, y otros. Lo curioso, como lo he manifestado, es, que, hasta mis trece años, todavía no había leído ningún libro de los autores peruanos o latinoamericanos. Todo lo prohibido atrae, pero, requiere de un tipo de valor, de valentía social, para contradecirlo, pues, significa desobedecer a las personas mayores, jerárquicamente superiores, a sus leyes o instituciones. Yo no descanse hasta leer, hasta poder obtener ese libro, descubrí el escondite que la tía le había asignado. Fue luego de un año de búsqueda, de aparente indiferencia, al descubrirlo, a mis doce años, lo lleve a mi cuarto, pues, en un acto de independencia me había aislado, al fondo de la casa, armando mi cuarto donde había puesto mis libros, mi sillón mecedora, mi mesa escritorio, catre. Ahí, en ese refugio de mi soledad, frente a la ventana, que, me permitía ver los rosales de mamá, leí los Hermanos Karamasov de Dostoievski, y, a pesar de tener una temática psicológicamente conflictiva, me di cuenta que mi tía había exagerado, fue una nueva desilusión, que, al parecerme injusta, minaba el sistema de creencias religioso dominante aún en mi vida.

7.- Y Arderán por los Siglos de los Siglos:

Eros y Tanatos. Amor y muerte. La amistad y la discordia. Estoy meditando y recordando mis creencias en relación al sexo a los doce años. Me llega como un hilo negro y rojo, entretejiéndose en hechos. El choque suscitado entre las creencias religiosas y mis acciones en relación a este aspecto de la vida que despertaba perturbante, quizás, fue el más emotivo; intenso, conflictivo, dramático, que, acelero la destrucción de mis creencias. Estoy seguro que este conflicto renace, se renueva, en los nuevos adolescentes, generando conflictos, emociones, situaciones, tal vez diferentes, pero, evidentes.

En la casa de abajo, dónde vivía la tía Melchora, con mis primos, primas, voy siempre, y, me echo en el patio, en el gras, para leer algún libro o revista. Todas las revistas, que mamá prohibía, los leía en la casa de abajo, o en la de la tía Evelina. Desde las historietas de Superman, del Llanero solitario, o de Santo, el enmascarado de plata, de Blue Demon, y, hasta fotonovelas de Amor, los voy leyendo echado, tomando el sol, protegido del sol con un sombrero grande, parecido al de los mexicanos. Un día halle unas revistas con fotografías de jóvenes casi desnudas, mostrando sus atractivos, fue, un descubrimiento, sentí nacer en mí algo oscuro. No, no voy a detenerme a pormenorizar sobre el desarrollo de esta tendencia erótica, sólo expresaré que junto con mis amigos penetre jugando, lúdicamente, con curiosidad en el placer del sexo. Y en un punto, de pronto, estábamos prisioneros de lo prohibido, realizando lo condenado, asumimos conciencia, de un modo inquietante, y, creímos, con los pelos en punta, las palabras de un profesor, que en una hora de orientación se puso a disertar sobre el tema, sobre la terrible lujuria:

- El vició de la carne. Si ustedes; lo realizan solitarios- nos dijo mirándonos serio, como si estuviese intentando leer nuestros pensamientos- no saben a lo que se están exponiéndose, sus consecuencias son fatales, comenzaran perdiendo la memoria, olvidándose fácilmente lo que estudian; bajaran en sus estudios, luego, pronto se volverán tísicos, pues, ese desgaste equivale a por lo menos diez actos sexuales normales. Sí, siguen haciendo, se volverán locos, sí, locos, empezaran a soñar con mujeres desnudas, y, se despertaran mojados, con semen…- nos veíamos entre nosotros, como sintiéndonos culpables, estábamos temerosos. ¿Cómo, en esos años, no creerle al profesor? No podía haber duda sobre sus palabras, no se nos ocurrió dudar, y, nos asustamos aún mas cuando, un día un amigo nos dijo:

- Anoche he soñado con desnudas y amanecí mojado. Seguramente mi mamá se va dar cuenta, no he podido hacer desaparecer la mancha.- Se le notaba nervioso. Al poco tiempo algo parecido me sucedió a mí, hasta me parecía que no retenía lo que estudiaba, oscilábamos, entre la tendencia sexual y las creencias y perjuicios que lo condenaban o prohibían. Ya en la universidad, comentando estas experiencias, concordábamos, que, tal vez si la religión con su moral no hubiese sido tan dura en su condena, seguiríamos siendo religiosos. Pero, no fue así, el cura, que nos enseñaba religión, tan bueno, bonachón, de pronto al hablar sobre la lujuria se transformo, todo rojo, nos dijo:

- La lujuria, el pecado de la carne -nos dijo, y su voz tembló- es el peor de los pecados, y, el castigo para los lujuriosos es el infierno, allí, arderán, gritando de dolor, por los siglos de los siglos, en un fuego eterno, que es infinitamente más ardiente que las llamas terrenales.

Ahora me río de aquellos temores, de esa mi lucha intensa. Pero, debo reconocer, que casi instintivamente, opte por lo más sabio, deje de creer, deje de mortificarme por las creencias, pues, las hacia estallar. Todo tiene un límite, y, si no nos desligamos a tiempo de creencias que se convierten en tormentos, condenándonos implacables, se corre el riesgo de sucumbir, de degradarse, irremediablemente. Hoy me percato que esa fue la etapa más crucial de mi vida, sin embargo, me río, me da motivos para burlarme de mí, y camino sonriente.

8.- ¡El Alud Literario! La Mentira al Servicio de la Verdad:

Caminé como hoy, solitario, sin embargo, cuán diferentes mis estados. Ayer embargados por dudas, resentimientos sociales, odiando, que ya se han transformado y disipado, ahora, sonriendo interiormente, burbujeante de felicidad, sintiéndome más libre que nunca, que todo el resto de mi vida. Entonces, me atrevo a decir, que ya puedo morir. Pienso en las creencias, y, por primera vez, comprendo esa sentencia: “tienen ojos y no ven, tienen oídos y no escuchan”. Así fue, así es hoy. No es fácil destruir las creencias de las sociedades, pues, éstas, se hallan ligadas en una red de intereses, sosteniendo cargos, posiciones, jerarquías, relaciones. Pero el hombre individual puede destruir sus creencias, modificarlas, cambiarlas, superarlas. Mientras no los manifieste y no trate de modificar las creencias de los demás, nada le sucederá, pero, tan pronto se proponga cambiar, combatiendo las creencias de los demás, será considerado peligroso, o un enemigo de cuidado, pues, no sólo esta atentando contra las creencias, sino, contra todo lo que se sustenta, o se ampara en estas. ¿Qué sería del sacerdote si dejarán todos los hombres de creer en Dios? ¿Qué del general si sus soldados no creerían en sus órdenes y mando? Sócrates, siendo justo, fue condenado porque atentaba no solo contra las creencias, sino, contra las instituciones e intereses que amparaban estas creencias. Jesús, el Nazareno, expiró, en una cruz, por algo similar, por contradecir las creencias de entonces, y las instituciones vigentes. Los cristianos, en sus inicios, también fueron martirizados, sacrificados, por contradecir creencias, y desafiar con sus creencias y actos las creencias de la sociedad romana; no se conocía a fondo la nueva religión, todo lo contrario, era calumniada, por medio de mentiras y farsas, así, era perseguida. La historia, en complejos movimientos, hizo que la religión cristiana se impusiera, y, cambiaran las situaciones, acabo ella de perseguida en perseguidora, condenando a la hoguera, a ser quemados, a los no creyentes. Es posible que ya nunca lo haga dentro de una sociedad que tiende a un pluralismo formal de la ideas.

Me situó entre mi trece o catorce años. Las creencias religiosas han estallado. Pero, desde los doce, comienzo a dudar y dudar. A los trece empiezo, tal como lo he anotado en el primer capitulo, el leer los libros relativos a la literatura peruana, fue un verdadero alud, penetró, como un huracán, un acido corrosivo, disolviendo, haciendo trizas, mis creencias de niño, un mundo cruel, sombrío, colmado de injusticias, dominado por la ambición, sí, destruyendo todo mi pensar, ingenuo sobre la sociedad, generando temblores, terremotos, estremeciéndome de indignación, produciendo una sed inagotable, insatisfecha, de justicia social, motivándome socialmente. Ahora sonrío, pensando en el carácter de ficción de la literatura, su ser una mentira, fruto de los vuelos de imaginación de sus autores, pero, también, es una forma de decir la verdad, de hacer notar las verdades, que se dan en la realidad. En mi niñez, o mi adolescencia, yo no podía pensar que las cosas que leía eran mentiras, los asumí como verdades. Sus personajes, como Rosendo Maqui, de el Mundo es Ancho y Ajeno, de Ciro Alegría, o el venerable Ramón Wilca, de todas las sangres, de José María Arguedas, me parecieron muy reales, que realmente han existido, vivido, respirado, en medio de los hombres sufriendo, sintiendo en lo hondo de su ser las injusticias sociales. Todas las obras literarias penetraron como un torbellino, arrasando todo, y, me dieron pruebas, valor, fuerzas, para poder enfrentarme con la familia, con las personas que desde mi niñez me habían inculcado las creencias que sucumbían.

 

9.-La destrucción del Primer Sistema:

El sistema subsiste, con sus ritos, cultos, procesiones, iglesias, sacerdotes, con sus historias, sus libros sagrados, sus creyentes, sus creencias. Y sigo caminado sonriente, admirando el paisaje bañado por un sol brillante, y, soy plenamente consciente, que este primer gran sistema ya no subsiste en mí. El contraste es grande, en mi ligereza, o libertad relativa, ya no quedan ni siquiera los escombros de esos estallidos dolorosos que conmocionaron mi existencia siendo adolescente. Pienso en la profecía pronunciada por mi tía Teresa, cuando me dijo, en una de las discusiones familiares, y me trato de comunista, ateo, concluyendo:

- La religión es el freno del hombre. El hombre sin religión es como un potro salvaje, capaz de dar rienda suelta a sus instintos más bajos. ¡Dios mío! Este muchacho si no deja esas ideas, es capas hasta de matarnos. Estas palabras fueron demasiadas duras. Ahora, me doy cuente, que en cierto modo soy como un potro salvaje, me gusta la libertad, los paisajes, pero, de este hecho, a dar rienda a mis instintos, hay una distancia muy grande. Mi impugnar era constante, criticando las injusticias sociales, como Dios había permitido todo ello, entonces, la tía Teresa era firme en su respuesta:

- Hasta los dedos son desiguales muchacho. Dios ha creado así las cosas. Estos argumentos ya no me convencían. Ya de muy pequeño, cuando observe matar a mi tía Melchora a unos cuyes, compadecido, la interrogue, por que lo hacia, su respuesta fue tajante.

- Dios ha creado a los animales para alimentarnos. Estas respuestas me parecían crueles, implacables, incitaban mi rebeldía.

Ya no estaba papá Samuel vivo, su presencia, su forma tan diferente de asumir las cosas, su paciencia, tal vez, en esas discusiones familiares, hubieran hecho variar el rumbo del curso de mis creencias. La tía Teresa perdía la paciencia, de pronto insultaba, amenazaba, y, estas actitudes, acrecentaban mi rebeldía; su posición solidaria con los explotadores, contrastaba con mi identificación con los pobres, los campesinos, los explotados en general. En cuanto a Dios, además de ser para ella el que había creado así a los hombres, también no admitía dudas.

- Y ¿Quién ha creado a Dios, tía? En alguna oportunidad le pregunte.

- Muchacho sonso, Dios es eterno, más bien el ha creado, como un relojero, todo el universo. El es infinito, nuestra mente no alcanza a comprenderlo. Ya no me satisfacían estas respuestas, la duda se había incrustado en mi mente, y, asimismo, en mis sentimientos. Otros aspectos, como las contradicciones entre la religión y el sexo, aceleraron la crisis y el estallido de mis creencias religiosas. Desde esta perspectiva pueden parecerme insignificantes esos momentos, si embargo, en aquel tiempo, en mis doce a trece años, fueron dramáticos, dolorosos. Fue una explosión, todo se destruyo a partir de la negación del núcleo de las creencias religiosas, el sistema caía, se destruía en mí en su totalidad.

Todo sistema de creencias, respecto a una persona o una sociedad, posee un núcleo, base, una suerte de pequeño sistema sostén de todo el sistema y la complejidad de formas de ser social que genera. Este núcleo sostiene, mantiene, fundamenta, el creer como verdadero todos los demás aspectos, o demás creencias. Ahora, comprendo con mayor luz, que cuando no se impugna este núcleo base, puede reformarse, adaptándose, cambiando algunas de sus facetas, sin que el sistema sucumba, como sucede con las adaptaciones de la religión católica de hoy, o las reformas que se suscitaron anteriormente; pero cuando es impugnado su núcleo, todo se desorganiza, todo es destruido, es como una explosión atómica, en cadena, sí ya no se cree en Dios, que sentido tiene el creer en los ángeles, los diablos, el cielo, el infierno, todo, todo pierde sentido y se desintegra. Al meditar en este aspecto, comprendo lo dramático, lo terrible de mi situación de adolescente, en cuya interioridad se dio esa explosión del núcleo y del sistema todo, ya he señalado que mi impugnar fue de carácter social, no tanto filosófico. Todo eso ya es pasado, las heridas se serraron, tal vez ya no existan ni las cicatrices, cuando rompí con la religión mi decisión era combatirla, por su carácter de clase, la religión ha cambiado, y, en mi pecho también ya no se anida ningún sentimiento adverso, de odio, o un afán de destruir a la religión. Este aspecto lo explicaré más extensamente, cuando, después de presentar la filosofía, exponga las relaciones con la religión, la política, el moral y otros aspectos de la vida social.

10.- El Caos. La Primera Transición:

No hubo rescate, mediante una valoración y un balance, de las creencias que negaba. Esta superación se efectuó muchos años después, y, sigo rescatando a diferencia de mí ser adolescente condenando, repudiando las creencias religiosas. Rebelde y huraño empezaba a sufrir mutaciones en mis valoraciones y determinaciones. No sólo ya no creía sino, por oposición, emergía un nuevo creer, sí, antes, creía, por ejemplo, en la bondad del hacendado, ahora, no sólo ya no creía en ello, sino, creía en su maldad, en su culpabilidad social frente a la humillación, pobreza, y, por tanto, sufrimiento de los campesinos, siervos suyos. Por lo general un no creer conlleva a un creer lo opuesto, un no creer en la verdad de algo nos lleva a creer en su falsedad, si creemos que A no nos dice la verdad, creemos en que A es mentiroso. Al asumir conciencia de este movimiento de mutación de las creencias, también asumo las metamorfosis que se produjeron en mi vida por aquellos años. Así, en mi vida creí que Cuba era un país donde imperaba el terror, y, que Fidel Castro, y otros lideres de la revolución cubana, ejercían una dictadura que perseguía a los cristianos, a los que luchaban por la libertad, por la democracia, como me decía papá Samuel, ahora, de adolescente al cambiar mis creencias religiosas, por la vía social, comencé a creer todo lo contrario, que Cuba era el primer país libre de América, que los cubanos están luchando contra la agresión del imperialismo norteamericano, que hipócritamente lo atacaba a nombre de una democracia, cuando, antes, habían mantenido a un vulgar dictador como Batista. Estos caminos se dieron espontáneamente, siguiendo el curso necesario de las influencias sociales, no eran fruto de hondas reflexiones, comprobaciones críticas y científicas, no las considere hipótesis probables, ni nada por el estilo. De este modo, el camino, a un encuentro, con todo un nuevo sistema de creencias, estaba expedito.

Sólo creemos lo que queremos creer, lo que ya se está identificando con nuestros sentimientos y deseos. Y hoy soy plenamente consciente que el hombre antes de ser participe de un sistema de creencias, primero, antes de ello, empieza a creer en los hombres que creen, en los creyentes, es decir, antes de creer en los dogmas, las ideas, la moral, los principios de una religión o de una concepción no religiosa, creemos en los hombres que son sus abanderados, su vanguardia, sus dirigentes. Así, antes de creer y de ser participes de los principios marxistas, mucho antes de conocerlos, comencé creyendo en los marxistas, admirándolos, y, comprendiendo sus vidas como un ejemplo a seguir. De este modo, primero creí en el Che Guevara, en Fidel Castro, en Ho Chi Min, en Mao Tse Tung, en sus compañeros de armas, solo después de creer en ellos, en sus historias, casi legendarias, comencé a creer en las ideas, en los conceptos marxistas. Pero, el terreno ya estaba preparado, para leer los libros teóricos de Marx, Engels, Lenin y otros. Estas dos etapas debo analizarla antes de observar como se derrumba, en mí, el sistema de creencias marxistas.

12.- Cuchillo Cuchara que Viva el Che Guevara:

Me situó entre mis quince y dieciséis años. Una nueva literatura, nuevos libros reemplazan las obras de los autores peruanos, así, llegan a mí, uno sobre la heroica lucha de Vietnam, otra, de Fidel Castro, La Historia me Absolverá, y otros por el estilo, todas por su contenido están referidos a la lucha de los pueblos contra el imperialismo, de liberación nacional. A mis quince años escucho por primera vez el nombre de Javier Heraud que, después, conocería y admiraría a fondo su vida y poesía, pero, en ese entonces me parecía peregrino, extraño, y mi curiosidad me llevaba a indagar porque los estudiantes del quinto de secundaria lo habían elegido para nombrar a su promoción. Así, voy conociendo su historia, su vida breve de joven poeta y mártir, y, unos versos se graban en mi memoria para siempre: “yo no me rió de la muerte. Sucede simplemente, que no tengo miedo de morir entre pájaros y árboles” Lo imagino, así, asesinado en el río Madre de Dios, agujereado por las balas, entre pájaros y árboles, en su intento de inaugurar la gesta libertaria.

Las creencias en relación a su contenido, a lo que se cree, a lo que proyectan o prometen, son motivadoras, movilizan las energías de los hombres, le imprimen dirección y forma social. En realidad, porque se cree en algo se lucha, se combate, y también, así, comencé a comprender que mi vida se destinaría a la lucha social. Al leer la biografía del Che Guevara, me informe que había sido médico, esto, me pareció, desde mi posición ingenua, un signo de sacrifico, un dejar privilegios, por asumir la lucha por liberar a nuestros pueblos de América Latina, asumiendo una posición revolucionaria, entonces le dije a mi tía:

- ¡Tía, tía Teresa, el Che Guevara no fue un cualquiera, fue un médico. Le dije, como un argumento, en una de las tantas discusiones familiares en la mesa. Y ella me respondió tajante, inflexible:

- Sí, pero, era comunista.

Fui un rebelde estudiantil, participando en los actos que ponían de manifiesto o me descubrían como tal, no voy a entretenerme en diferentes hechos, sin embargo, me detengo en un solo hecho, por mi ingenuidad me hace sonreír, pero, profundizando me doy cuenta de su gran importancia. Había pronunciando un discurso emotivo, caluroso, fundamentando, ante mis compañeros de promoción y el Director de la Unidad, los motivos por los que deberíamos adoptar el nombre de Ernesto Guevara para la promoción, para ello, me había documentado cuidadosamente, si embargo, el director nos puso una serie de objeciones, rechazando la propuesta. En esa misma tarde, al salir a las calles, nos tomamos del brazo con mis compañeros, formando una cadena humana, y, caminamos, gritando “cuchillo, cuchara, qué viva el Che Guevara” una y otra vez. Después al pensar en este estribillo he reparado ante su carencia de contenido, y también de nuestra actitud espontánea. Ahora comprendo cuando las emociones priman, o priman los sentimientos sobre cualquier otra consideración racional, o cuando se siente ardorosamente una idea, en la que se cree firmemente, entonces, se sienten deseos intensos de exteriorizarlos, desafiando a todo el mundo, sí, hoy comprendo que en cierta etapa de identificación emotiva con las creencias, se tiene voluntad de mártir, vocación de sacrificio, ese día desafiamos a la policía, al director, al prefecto, a todos los que se oponían a nuestras ideas. Posiblemente estos sentimientos lo experimentó intensamente el joven poeta Javier Heraud.

También me percato, que una vez abiertas las puertas a determinadas ideas que creemos verdaderas, todas las informaciones a favor de estas ideas son rápidamente asimiladas, y, las que contradicen, por muy verdaderas que sean, se rechazan o niegan. Yo había leído varias biografías del che Guevara, Había leído también los artículos de LIFE, asimismo su diario de lucha, y, todo lo había creído, no, jamás dudé sobre la información que recibía, por otra parte, es muy difícil, por no decir imposible, comprobar, no sólo en mí, sino también en muchos otros, aunque no debo generalizar, que leemos casi siempre con ingenua credulidad, aceptando todo lo que alimenta nuestra creencia básica, y, también leemos con pertinaz incredulidad sobre todo lo que contradice estas creencias.

13.- Eres Solo un Romántico y Aventurero Juze:

Me hallo ya en Lima, a mis 17 años. En mi continúa el proceso de identificación con las creencias del sistema marxista. Pero, debo admitir, hay más rebeldía que espíritu revolucionario. Al no poder ingresar a la universidad, en el primer intento, causa una breve etapa de gran incertidumbre, y, situaciones muy difíciles, no voy a detenerme a narrarlo, sólo, que dejo la casa de mis abuelos paternos, donde me alojaba, y, resuelvo ir con unos amigos a un departamento en el centro de Lima. Es mi permanencia en el 310, dónde participe de situaciones y sentimientos muy intensos. Viviendo en el 310, un día luego de haber tenido un disgusto familiar con mi padre, y, también cansado de una situación fluctuante, decidí animar a mis compañeros a ir al monte, a luchar, no sé cómo, pero, ardía en esta mi necesidad. Pero, no conseguí despertar la motivación de mis amigos de cuarto, fue, cuando, un amigo mayor, que ya estaba en la universidad, me dio una lección, fue en esos momentos cruel, lastimó sin piedad mis sentimientos, pero, a la postre fue un estimulo para tratar de profundizar en el marxismo, comprender las cosas no sólo con los sentimientos, sino, también con el pensar.

- Eres solo un romántico y un aventurero, Juze. Me dijo, con expresión fraternal. Todavía te falta mucho, aún no tienes conciencia marxista, desconoces la teoría, sí recién estás balbuceando algunas cosas y eso en forma muy imprecisa, de ahí, tu desesperación, tu quisieras que las cosas caminen por que tu quieres. No es así, Juze, te falta por ejemplo tener visión histórica, leer a Federico Engels, “El origen de la familia la propiedad privada y el Estado”, o su opúsculo, sobre “El papel del trabajo en la transformación del mono en hombre”; tu desconoces como en miles de años ha evolucionado la humanidad, desde una etapa en que ha vivido en hordas, donde se daba la promiscuidad sexual, luego pasando por los matrimonio por grupos, base de las familias pumalua, sindiasmica, de las gens, desconoces el paso del matriarcado al patriarcado, como en el seno de la comunidad gentilicia surge la propiedad privada y la esclavitud. Te falta mucho, Juze, también en el plano económico y en el de la dialéctica, comprendas las categorías, como modo de producción, fuerzas productivas, sobre la mercancía, además, sobre el carácter de las revoluciones, del partido, las alianzas de clase…

Me sentí herido, mudo, escuchando en silencio, sintiéndome, en ese instante, como un vil gusano, como un pobre ignorante, pensando en la cantidad de cosas que tenía que estudiar, fue suficiente, por primera vez, alguien me hablaba con esas palabras, sí, me sonaban enigmáticas y al mismo tiempo valiosas. Capaces de alumbrar la oscuridad, en la que de pronto me descubría. Esa conversación fue como un balde de agua fría apagando el calor de mis sentimientos y de mi decisión. Pero, también fue el acicate para iniciar el estudio de la teoría marxista, de sus fundamentos. Y llegó el momento en que todas esas extrañas palabras sonaron en mis oídos esclarecidos por el estudio.

Ya he expuesto las experiencias sobre el estudio de la teoría marxista. Fueron años y años, alimentando mis creencias en su sistema, esperando llegar a plasmar la acción revolucionaria. En ese estudio he percibido hasta tres momentos o etapas, uno motivado por la política partidaria, el segundo, ya centrado principalmente en la filosofía, pero, en forma en que predomina el entendimiento, en el tercer momento, también se centra en la filosofía pero, esta vez, ya domina la razón crítica. En todas esas etapas he sido creyente, con matices que pueden ser diferenciados por el grado en que el aspecto emotivo es progresivamente subyugado por el aspecto racional. La razón dialéctica, crítica y revolucionaria, como lo determinara el mismo Marx, escondía, astuta he implacable, especialmente en mí, un camino y los gérmenes de la destrucción del sistema de creencias marxistas. Era evidente que entre la forma como había creído en mi adolescencia, en los primeros años de mi juventud, y la etapa ya relativamente madura y racional, hay grandes diferencias en cuanto a cualidades, forma, y también contenido, aunque existe continuidad, dirección, y sometimiento al núcleo básico del sistema.

14.- Razón y Revolución:

Conforme se dio el desarrollo del transcurso de la dialéctica, se produce un momento en mi vida que ya no creo tanto en lo que dice tal o cual personaje, por muy gigantesco o descomunal, que lo proyecten, más aún, tratándose de las llamadas vacas sagradas, en nuestro medio, que, no son otra cosa, con toda su vanidad de intelectuales simples o seguidores criollos de otros pensadores occidentales, tratando de mezclar o unir a Marx con Weber, o con Levi Straus, o Sastre, y, al final de cuentas, no son otra cosa que los tuertos en un país de ciegos. No, ya no creía fácilmente en las afirmaciones si no me interesa aclarar más los objetos, el fenómeno, la realidad misma. Este hecho lo descubro repasando mi itinerario por las aulas de la Universidad, en un primer momento defiendo el marxismo, polémicamente, contra todas las adulteraciones eclécticas, ya sea estructuralista, weberiana, psicoanalítica, existencialista, con este fin debato con los profesores; pero, cuando ya estoy en los últimos ciclos, que coinciden con el estudio racional y crítico de la filosofía marxista, mi interés más que la pureza y los principios de la doctrina marxista, es el objeto mismo, conocer los objetos, los fenómenos, y, ya tengo muchas dudas. Así, en una clase, de sociología política, en la que el profesor disertaba sobre el Estado, haciendo referencias continuas a Lenin, Marx, citándolos como criterios de verdad, en forma tal que el profesor los tomaba como un escudo, como si nos dijese, yo no lo digo lo dice Marx, lo dice Lenin, si quieren refutarme a mi en realidad tiene hacerlo a Marx, y, eso no es posible, entonces, intervine para manifestarle mi inconformidad con su forma de argumentar:

- No le parece profesor que nuestro interés no es tanto en lo que dijo Lenin o Marx, sobre el Estado, sino, el Estado mismo, su problemática y determinar los criterios para comprenderlo. El profesor simulo escucharme, pero, no me tomo en cuenta, continuó con su disertación, entonces, yo me levante de mí asiento y me retire de la clase.

Estoy, conforme este pensar, en una etapa muy peligrosa para todo el sistema de creencias marxistas que participaba, los años emotivos se había negado, luego de más de cinco años, de predominio de sus pensamientos. Sin embargo, no fui plenamente consciente del peligro que rondaba el sistema de creencias, no podía ni sospecharlo, no podía ser adivino de lo que me sucedería, ni del momento en que una chispa o una gota de agua sería el inicio del gran incendio interno o del rebalse de mis creencias. No, no podía advertir, más aún, siendo consiente que yo no tenía nada con que remplazar ese mundo complejo de creencias. Pero, mi razón se había tornado desconfiada, ya no se fiaba de las palabras, de los discursos, ya no creía ingenuamente en una revolución social conforme lo trataban de impulsar los partidos, frentes, marxistas, con su espontaneismo, su dogmatismo, sectarismo, y todos los ismos que lo calificaban de infantiles en un sentido peyorativo, no en un sentido tal como se podía pensar, ingenuidad, alegría, juego, o recreación, ya no me asustaba los adjetivos, o los nombres, con un sentido peyorativo, de burla, de condenación, con que tachaban a las personas, liquidadoramente de revisionistas, como sinónimo de reformistas, traidores solapados, tampoco me parecía digno de orgullo, de admiración, el proclamar o determinar como maoístas a los auténticos revolucionarios, cosa, que hoy, tampoco ya nadie cree, pero, yo, en esos momentos, ya nos lo creía, cuando estaban en todo su vigor, esta forma de determinar a los revolucionarios de los traidores. Mi razón en forma todavía imprecisa, avanzaba también a ya no creer en la teoría marxista misma, en su núcleo de creencias, y, esto, sin adivinarlo significaría una explosión en cadena como la que se dio en mi adolescencia, pero, mucho más grande y de consecuencias más duraderas, dados mis conocimientos adquiridos en varios años. Este nivel del sistema de creencias, el núcleo, los fundamentos, era por supuesto, lo más sólido y coherente, por lo tanto resistente a la razón, por algo habíamos estudiado años sus contenidos, y, creíamos que a partir de este centro podíamos superar las deficiencias de los aspectos secundarios del sistema.

 

15.- El Incrédulo Alfredo:

Es irónico, la persona, que durante mi vida, lo considere amigo sincero, fue al mismo tiempo el más grande mentiroso que he conocido, nunca más he vuelto a conocer a una persona que expresara las mentiras con la mayor naturalidad del mundo. Este su carácter contribuyo a no ser tan ingenuo e incrédulo. Al comienzo, cuando recién lo había conocido, creía sus mentiras sin dudar ni poner reparo, después, luego de haber descubierto esta personalidad de Alfredo, ya no le creía, pero, tampoco le decía que me estaba mintiendo, dejaba que sintiera que le estaba creyendo, Alfredo mezclaba en sus conversaciones, intencionalmente, sus fantasías con la realidad, como si fuera un niño, y, nos contaba sus hazañas imaginarias como si hubieran sucedido en la realidad, así, ya un día me narraba sus hazañas de gran nadador, de hombre que conoce a fondo el mar, que con naturalidad penetra unos cien o doscientos mar adentro, matinalmente; otro día, sus aventuras amorosas, sus experiencias con bellas damiselas, pasando temporadas muy intimas, o ya me informaba de grandes viajes, ya en Puno o en el Amazonas, matizadas de situaciones emocionantes. Lugares distantes, amores, aventuras, deporte, desfilaban por los itinerarios imaginativos de Alfredo. Y siempre con su rostro bonachón, riéndose como conejo, pero, cosa curiosa, ninguno de los que hemos sido sus amigos dejamos de estimarlo o admirarlo por este hecho. Éramos conscientes que bien se estaba burlando o bien estaba hablando en serio, cuando, de pronto, salía con algún argumento para defender una causa perdida, pero, eso fue justamente lo positivo, pues, cuando reflexionaba con paciencia, me percataba que tenían mucha razón sus criticas, o su punto de vista, o no era, visto así, tan absurdo como parecía.

Aparentaba ser el ala derecha del grupo, mientras Oscar, el anarco, constituía el ala extrema, ultra, pero, en esencia no fue así; de esto me percato hoy, luego de estas caminatas reflexionando sobre esa etapa de nuestras vidas. Alfredo, incrédulo, burlón, que de pronto a Carlos Marx, lo llamaba Carlitos, a Engels, Federico, como si fueran sus amigos, también nos contagio su incredulidad, su ironía, y, tal como lo he rescatado, fue, indudablemente un revolucionario en un sentido muy diferente, aportando nuevas formas de ser social, su influencia ha sido muy grande, al menos, así lo siento en mi, aguijoneando la faceta crítica de mi ser, sensible a la problematización, a hacer pasar por el cernidor racional y critico los hechos. Al final de cuentas, Alfredo, fue, así él no haya sido consciente, el ala radical, revolucionario del grupo, desde criterios nuevos, anticipando a un nuevo revolucionario del grupo, que recién, voy bosquejando en teoría, pero, que lo he sentido en la personalidad compleja de Alfredo. Así, el más mentiroso, el más incrédulo, el ave marcando su propio vuelo, resultó ser el que más aportó, no teóricamente, sino, en forma práctica en la vida de sus amigos.

16.- Una Exigencia Teórica Esencial:

Hoy, a pesar de ser domingo, continúo escribiendo y caminado. La mañana es opaca, un cielo cebolla llorón cubre la gran ciudad. Mis reflexiones corren tratando de ordenar los hechos por los que deje de creer en el marxismo, y, en especial en su filosofía. En el pasado las secuencias se funden y confunden, es necesario no confundirlos, separarlos, ubicarlos, a veces esta tarea no puede realizarse con eficacia, todo ya es borroso, un enredo, pero, ahora, me detengo en un hecho clave, lo determino en los momentos previos a la disolución del grupo de dialéctica. Habíamos comenzado los intentos de estudiar la sociedad en grupo, nuestro interés era efectuarlo con la misma característica racional y crítica del estudio de la filosofía. Con este propósito se presentaron diferentes proyectos, y planes de estudio. Al analizarlos me percate que todos tenían defectos, bien eran demasiado amplios, esquemáticos, o eran simples copias de los índices de manuales, con modificaciones o incrementos cuantitativos, así, manifesté:

- Hay un defecto en los programas, es en cuanto al aspecto del desarrollo, de la ascensión de los conceptos. Nosotros por nuestros estudios de dialéctica hemos comprendido que la explicación de fenómenos complejos y concretos, y, la sociedad ciertamente es el más complejo, debemos hacerlo determinando las categorías o conceptos más simples, generales o abstractos. Esto lo sabemos cuando hemos tratado el Capital de Marx, la mercancía reunía estas condiciones, en otros niveles, la célula biológica también reúne, y, lo mismo el átomo. En lo relativo a la sociedad, la mercancía es lo más simple en relación al modo de producción capitalista, pero, no lo es relación a toda la sociedad, desde sus orígenes. Por lo tanto, antes de estudiar, debemos de tratar de efectuar un movimiento metodológico de transición a fin de detectar la categoría más simple general y abstracta que nos permita ascender en la comprensión del fenómeno social. Todos estuvieron conformes, pero, provisionalmente se acepto estudiar bajo la guía de uno de los manuales, se eligió el de Martha Harnecker. Ese intento fue breve, ya no éramos los muchachos ingenuos de hace seis años, las criticas eran continuas, no podíamos pasar por lo alto las limitaciones del texto.

Por mi parte, más que un programa de estudio había presentado un plan de investigación, basándome en lineamientos de la dialéctica para asumir por etapas la comprensión de la sociedad. Desde una etapa de transición de la dialéctica general a la particularidad de la sociedad, hasta, una exposición lógica de las categorías sociales para dar paso, sobre esta base, a una exposición histórica, que seria una prueba para las anteriores. En aquellos años, yo creía que la culpa era o radicaba en los manuales, como en otro tiempo también creía respecto a la filosofía, que, por sus afanes de vulgarización, de propagación, descuidaron el rigor, el tratamiento de las transiciones conceptuales, y, que, a diferencia de estos tratados, los clásicos si debían haber pensado en el principio del fenómeno de la sociedad, aunque no lo expusiesen. Estoy convencido que a partir de ese momento me convertí en investigador, comencé a buscar, y ya no sólo estudiar, sino, a aventurarme por lo desconocido. De este modo comienza la motivación para la realización de la tesis de bachiller en Ciencias Sociales. Lo hice sin percatarme de que el investigar, por su misma naturaleza, torna incrédulo a quien lo realiza. Al menos creo que a mis 22 años comencé a investigar, cuestionando, dudando, incrédulo, todas mis creencias teóricas que habían sido admitidas sin mas objeciones. Sus consecuencias fueron previsibles, sólo yo no podía preverlos. Pero, en esta etapa, es conveniente observar que la filosofía estaba fuera de mis dudas, dudaba de las categorías sobre el comienzo de la sociedad, pero, no de la filosofía, mis creencias respecto a ella era aparentemente sólida.

 

17.- La Producción es lo Simple o lo Complejo:

Estoy investigando. Al hacerlo me siento en un nivel cualitativamente superior a ser estudiante, me hice investigador oportunamente, cuando mi razón, se mostraba como un piloto diestro para guiar mis pensamientos y sensaciones, utilizando la dialéctica en forma crítica. Si lo hubiera hecho antes, tal vez hubiera hallado alguna u otra relación o faceta secundaria, pero, en la dirección que me impulsaba, no hubiera tenido los elementos para poder hallar. Fue la necesidad y la casualidad encontrándose en mi vida. Ese tiempo de búsqueda fue uno de los más intensos y febriles. Dentro de mi bullían las ideas, las dudas, hacia intentos, esquemas, hipótesis, y, los destruía, los modificaba, los desechaba, para hacer nuevos esquemas, nuevas hipótesis. Mi búsqueda de un concepto simple, que seria el principio de lo complejo la sociedad, fue una obsesión. En aquel tiempo tuve el Alfredo Madrid un interlocutor muy comprensivo y crítico, aún, estando formalmente fuera del grupo venía constantemente a la casa a conversar conmigo. También los hermanos Arana, ahora, posiblemente radicados en Alemania, me ayudaban con libros, aunque no coincidíamos, había cierta comprensión, por lo que por su ayuda fraterna, su interés en ayudarme, no podré olvidar jamás. En una de las tantas conversaciones que sostuve con Alfredo, le plantee un aspecto importante de esta mi actividad.

- ¿Cómo, Alfredo, hemos podido estudiar tan crédulamente estos libros? Le dije mostrándole algunos tratados de materialismo histórico que había revisado, y, él con tono burlón me dijo:

- Han cumplido su cometido. Por estos libros el marxismo se ha propagado, además, no debes olvidar, que lo defectuoso, los errores, son necesarios en el desarrollo del conocimiento. El error cumple un rol muy importante.

- Está bien. Pero, esto, siempre y cuando se asuma conciencia del error, y no se lo confunda con la verdad, como estos libros pretenden hacernos creer, y, me pregunto, ¿Cuántos miles de personas no estarán leyendo estos libros creyendo que son formas correctas de exponer la teoría marxista?

- Lo importante es que tú te has dado cuenta, Juze. Pero, ¿Qué puedes decir a esto respecto de los clásicos?

- Es inútil, hasta ahora he indagado sin resultados. No se ocupan del problema de lo simple, general y abstracto, que debe explicar el fenómeno complejo, concreto, de las sociedades. Sí ellos supieron cuál es la faceta más simple de la sociedad, y, cuál es el concepto que lo expresa, seguramente se llevaron el secreto a la tumba. Y tú sabes bien que los muertos no hablan. Sí es así, bien tenemos que resignarnos o intentamos por nosotros mismos encontrar este principio.

- Entonces, acepta el reto muchachón, me dijo sonriente, acepta, tú mejor que nadie lo puede hacer, vale la pena que lo intentes.

- Mi problema es el tiempo. No se cuanto tiempo me voy a demorar. Y no creo que los muchachos me esperen, más con todos los problemas por los que estamos pasando.

- Tiene razón, pero, es la vida, Juze, es la vida, no siempre las cosas son como lo esperamos. Tienes que aceptar la singularidad de lo inesperado, no imaginabas que un día encontrarías este obstáculo, pero, era esperado, tenía que ser necesariamente así, nos iba a suceder tarde o temprano, y, a ti con mayor razón.

- Y no sé si sentir cólera o reírme. Te voy a mostrar algo digno de ser comentado, me puse de pie y extraje de la pequeña biblioteca dos libros aparentemente iguales, de Martha Harnecker, bajo el título, “Los conceptos elementales del Materialismo Histórico”, uno de los libros era la quinta edición, publicado en el año 70, la otra correspondía a la sexta edición, y, publicada en el año 1971. Fíjate en estos libros. Y le alcancé.

- De la discípula de Althuser, Martha Harnecker, pero, yo no lo veo nada en particular ¿qué pasa, Juze?

- Ahora te lo voy a mostrar, al leer esta quinta edición, la autora nos manifiesta que va efectuar una exposición rigurosa, lo cuál me parece muy correcto, además, nos dice, “para cumplir nuestros objetivos nos hemos visto obligados a comenzar por los conceptos más simples para ir poco a poco pasando a los conceptos más complejos”. Eso, Alfredo, retiene esa declaración, obligados a comenzar por los conceptos más simples. Te das cuenta, es casi lo mismo que yo demando al grupo, cuando les digo es necesario comenzar por lo más simple, lo más abstracto, lo más general.

- Me parece muy bien, Juze, coincides con la chilenita, pero, continua, que más dice.

- Aquí esta lo curioso, bien escucha, “hemos comenzado por el concepto de producción ya que es el concepto base de la teoría marxista. Es la producción de bienes materiales lo que servirá de hilo conductor para explicar los otros aspectos de la sociedad”. Te das cuenta, Alfredo, ¿qué deduces de la primera exigencia y de esta conclusión?

- Evidentemente, que la producción de bienes materiales es el concepto más simple, así, de simple Juze.

- En efecto, pero, ¿Realmente el concepto de producción es el más simple para comprender la sociedad en general? Es evidente que no lo es. Y este es el problema. Cualquier persona que distinga lo simple de lo complejo, así lo entendería, pues, para que el hombre produzca bienes son necesarios procesos sociales muy complejos, como es el trabajo con todo lo que ello significa, lenguaje, pensamiento, instrumentos, conocimiento y otros. Y más aún, antes que produjera el hombre ya formaba sociedades.

- Es verdad, Juze, parece increíble, posiblemente muchos que han leído el libro no se han dado cuenta, lo han pasado por alto, pero, es evidente la producción es complejo, su concepto también lo es.

- Pero, no creas que sólo los dos nos damos cuenta de este problema teórico. También la autora se percata, o al menos parece que lo hace, pues, en esta edición, es la sexta, a sólo un año de la anterior, que es recomendada calurosamente por su maestro, Luís Althuser, en este libro, la autora, se olvida de su recomendación de comenzar por los conceptos más simples, y, en su lugar nos dice lo siguiente: “Para cumplir nuestro objetivo nos hemos visto obligados a comenzar por los conceptos más complejos”. Hice un alto, para recalcar esto, te das cuenta, Alfredo, te repito, por los conceptos más complejos, ¡qué tal cambio! Para luego continuar leyendo: “hemos comenzado por el concepto de producción ya que es el concepto base de la teoría marxista”. ¿Qué te parece muchachón?

- A ver préstame el libro, le alcance y leyó en silencio, para luego exclamar: ¡chita la payasada! Esta chilenita esta cruzada. Así, no le va a creer nadie ni nada. Primero por los conceptos simples después por los conceptos complejos. No sabe, Martita, no sabe la chilenita, Juze.

- Esa es la situación, Alfredo, así, me hallo en esta búsqueda.

Este descubrimiento lo hallaba a mis veinte dos años. Pero, ahora, me pregunto, ¿Acaso no había leído este mismo libro cuando tenía diecisiete años? ¿Qué me pasaba? Sencillamente lo que he dicho, cuando se cree la razón está sumergida. Sí, cuando se cree con el corazón tenemos ojos y no vemos, tenemos oídos y no escuchamos. Y estoy seguro, que al igual que yo son miles y miles de jóvenes marxistas, estudiantes, obreros, que han leído, han estudiado o se han formado teóricamente, con este librito, y, no se percatan aún hoy, que se siguen editando, de las observaciones que hace once años los hacia. Sin embargo en este tiempo no dejaba de creer en los conceptos de Modo de Producción, Relaciones de Producción, Fuerzas Productivas. Nada de eso impugnaba, creía que toda culpa lo tenían los tratadistas, los académicos, los pedagogos del marxismo. Evidentemente ya no pienso así. Las observaciones que le hice a Alfredo los incluí en mi tesis, si embargo, no se ha dado cuenta, debo admitir que es la fuerza de las creencias las que impide que los académicos de la universidad de San Marcos, por lo demás, de muy poco espíritu crítico y científico, puedan percatarse de estas observaciones que son esenciales, fundamentales, para un teoría. Avanzaba, y, llegó el momento en que se produjo el descubrimiento teórico de determinar lo más simple, de la sociedad, capaz de explicar sus desarrollos complejos. Fue el paso más importante de mi vida, descubría el inicio, aunque no era consciente, de la destrucción de mis creencias.

18.- ¡Es Admirable Juze! ¡Es Admirable!

Cuando luego de reiterados intentos, de movimientos conceptuales, por fin descubro, y, capto, conceptualmente a lo “social”, su concepto, como lo más simple, general y abstracto de todos los conceptos relativos a la complejitud de la sociedad, jamás imagine que había determinado y forjado el germen de una nueva teoría social, que al impulsarlo desarrollando todas sus determinaciones, me arrojaría fuera del marxismo. Sólo creía estar llenando un vació, haciendo una contribución, dentro de la teoría marxista de la sociedad, sólo eso. Llenaba un vació, nada más. Lejos de mí la pretensión de estar atacando al marxismo, nunca paso por mis pensamientos, por aquel tiempo, la idea de enfrentarme al marxismo. En estas mis reflexiones no voy a penetrar por estos caminos, me llevarían por linderos diferentes de la filosofía, por otra parte, bajo condiciones y situaciones diferentes, aunque creo sin éxito, he expresado este descubrimiento, primero en la Tesis para optar el bachillerato, en segundo lugar, como una ponencia en el congreso de Sociología, realizado en la ciudad de Huacho, y en una tercera ocasión, en un libro, bajo el título general de Nueva Fundamentación del Socialismo - Conceptualización de lo social. No voy a remitirme a estos hechos, cada uno encierra su propia historia, más aún, cuando pienso, todavía exponer ya no el concepto de lo social sino de la teoría, en todo su despliegue, que en gran parte lo tengo en manuscrito. En esta oportunidad, sólo voy a referirme a una conversación con Alfredo Madrid, a quien por primera vez explicaba mi descubrimiento, luego de escucharme exclamo:

- ¡Es admirable Juze! ¡Admirable! ¡Y que coincidencia! Justamente estoy leyendo un libro que te va sorprender, me dijo alcanzándome el libro.

- “Pedro Salinas-La Voz a ti Debida”.Leo la carátula, abro el libro, me entretengo con la introducción, y, veo unas fotografías del autor junto con Federico García Lorca y Rafael Alberti, al pasar a leer sus versos me quedé mudo de asombro, leo…

- Te das cuente. Aquí esta en verso, en poesía, lo que has alcanzado conceptualmente. El poeta a captado el sentido de la social, ser en el otro ser, vivir en el otro ser … Si, me pareció maravilloso, la poesía se ha adelantado al lento curso del concepto, y lo social a sido expresado con sentimiento, colmado de emoción estética, sin perder la unidad con el autor. Desde aquel día leí con entusiasmo el libro de Salinas, se convirtió en otro libro especial, al igual que lo es Marcel Proust y Joyce.

 

19.- ¡Es Interesante! Pero ya no es Marxismo:

Del descubrimiento de lo social han pasado más de diez años. En un principio, motivado por el grupo, avance a grandes pasos, pero, luego, me detuve empeñando en una practica de años en “diálogo”, ahora, estoy tratando apurar mis pasos. No estaba en juego la filosofía, estaba fuera del debate, sus conceptos permanecían tal como los creía. Como lo he manifestado, mi idea era sólo hacer un pequeño aporte al marxismo, en lo relativo a la teoría de la sociedad. En esta dirección, pude determinar además del concepto, analizar su proceso, sus particularidades, sus etapas, más aún, lograba determinar las primeras formas históricas de lo social.

Me hallaba sorprendido. Sin embargo todo se ajustaba al pensar dialéctico, a sus reglas, luego, de dudar internamente, de sí realmente había llegado a una importante conclusión o, tal vez, sólo estaba especulando, por fin, decidí exponer en el grupo mis hallazgos. Con este propósito nos reunimos en la ciudad universitaria de San Marcos, y, en una de sus aulas, realice por primera vez la exposición de lo social. Lo hacia con mucha confianza, pues, a diferencia de otras ocasiones, pues, los muchachos tenían la base de estudio suficiente para comprenderme. Me pareció que me escuchaban con mucha atención, por mi parte desplegaba toda la información que había reunido, los ejemplos susceptibles de un tratamiento rigurosa, de experimentación, para demostrar que el ser social del ser vivo es una realidad capaz de separarse, salir, bajo formas volátiles, como la luz, los sonidos, los olores, para ser en el otro o en los otros seres vivos, en los términos de un proyectar realizarse socialmente. Todo esto lo ejemplifique de modo tangible, con hechos, del comportamiento social de los seres vivos no humanos, extraídos de la ciencia etológica. Por supuesto, tenía una gran esperanza. Luego de la exposición, invite a los compañeros a realizar sus preguntas, observaciones, críticas, y de este modo se organizo una mesa redonda, de debates, muy interesantes, cuyos resultados fueron decisivos para mi, especialmente dos observaciones que me hicieron:

- Es interesante, y, el c. Juze ha expuesto muy bien, dijo un compañero, pero, a mi me parece que ya no es marxismo, no ha utilizado los conceptos marxistas de superestructura, de base, fuerzas productivas, y otros. Yo no me imagino como el c. Julio va relacionar sus conceptos, a los conceptos que ha expuesto, con los del Materialismo Histórico.

- Yo tampoco lo sé, les dije con toda sinceridad, y si no he utilizado los conceptos del Materialismo Histórico fue porque no me eran necesarios, no respondían a mi inquietud.

- Hay otro aspecto, dijo otro compañero, que quisiera preguntarle al c. Julio, ¿Cómo lo que has expuesto se relaciona con la práctica revolucionaria, con la revolución social?

- Tampoco podría determinarlos en estos momentos, pero, de hecho deben de ayudar a esta practica, le conteste con sinceridad, observando que no había solucionado las inquietudes de mis compañeros.

Pasaron varios años hasta que pudiera comprender que los conceptos marxistas ya no encajaban con las nuevas determinaciones conceptuales que iba desarrollando, del mismo modo, transcurrieron años, antes de imaginar y proyectar, sobre la base de la nueva teoría que gestaba, un camino y una realización socialista diferente del proyecto de Cambio marxista. Pero, estos aspectos no interesan por el momento, sólo el eco de la voz de mis amigos de tantos años diciéndome “eso ya no es marxismo”, y mi duda progresivamente invadiendo mi espíritu. Sí bien es cierto todos los compañeros del grupo se interesaron vivamente sobre la investigación que estaba efectuando, pues, por esta motivación se adquirieron libros de Etología, o de sociedades animales, para poder analizar mejor la experiencias de Lorenz de Timbergen, y otros, pero, lo cierto, era un alejamiento aparente de nuestro centro de interés, la revolución social, y, sobre este aspecto, dentro de lo que inauguraba, todavía había mucha oscuridad; estaba convencido que el camino que la investigación abría nos llevaría a este punto, pero, otras circunstancias, externas o internas, destruyeron el grupo. Por un momento deje la teoría para intentar nuevos experimentos, luego sucedía la muerte de Alfredo Madrid. Sin despejar todas mis dudas, sobre si era o no marxista, por mis ideas alcanzadas, de un salto me ubique en los contenidos filosóficos. Pero, ya la duda teórica lo llevaba internamente. De este modo me represento como una suerte de Hamlet, ser o no ser marxista, dudando sobre lo alcanzado en muchos años, no queriendo aceptar lo que cada día me parecía evidente, no se, pero me detuve por años, y, hay numerosos y variados hechos que no es posible narrarlos en esta exposición.

20.- El Estallido de mis Creencias-del Segundo Sistema:

De mis investigaciones sociológicas me sacó con violencia el fallecimiento del amigo, y, en estas meditaciones, mientras camino lento, vuelvo al punto de la filosofía, de mis creencias en esta faceta. Cada vez que reflexiono sobre este encuentro entre mi vida y la filosofía, me doy cuenta que dialécticamente representó un punto nodal, el momento en que se da un salto en el desarrollo de mi conciencia, de mi vida entera, es, un salto, violento, que está alejado de toda pretensión libresca, de erudito, o de conocer simplemente, vuelvo sobre la filosofía, que creía que no había nada que añadir, y, este retorno ya no es acompañado de otras voluntades solidarias, sino, es cruelmente solo. Me hundo en la filosofía vivencialmente, como un estado de conciencia interna, de corrientes vigorosas, obsesivas. Comienzo la problematización de la filosofía ya no abstractamente, sino, a partir del núcleo de la muerte, sobre este hecho se enraíza mi pensar, perturbante, analizando los problemas de la filosofía.

Ahora, me doy cuenta que es con este pensar que estallan mis creencias, los pongo en duda radicalmente. Mis temores, mis perjuicios, mi vacilación relativa a mí avanzar en sociología, encuentran en este pensar sobre la muerte el estímulo para aceptar mi nueva condición. Hasta antes había sido un creyente marxista, con dudas, como posiblemente todos los creyentes, aunque las mías eran de otro orden, pero, en líneas generales hasta entonces me había considerado un creyente del sistema de ideas y de forma de ser del marxismo. Por muy racional o crítico que haya sido el estudio, siempre había permanecido un sustrato de fe, de credibilidad en lo fundamental. Fue la filosofía renaciendo de una motivación diferente de la revolución social, anclando en el hecho concreto de la muerte, la que hace, estallar esa corteza de fe, y, descubro, que es necesario. Sobre la filosofía marxista me percato que ha imperado un dogmatismo, un fundarse en afirmaciones consagradas, que los problemas se han querido resolver recurriendo al oráculo de los textos sagrados de Marx. No hay argumentos, una aceptación y un sometimiento. En realidad no se habían destruido las otras creencias, como las religiosas, incluso en los países llamados marxistas, sólo lo habían desechado por razones sociales más no filosóficas.

Sobre la base de la reflexión cargada del núcleo de la muerte, descubro lo que realmente es la filosofía, descargada de argumentos literarios, de construcciones conceptuales, de frases ampulosas o difíciles. Mi pensamiento, como los rayos equis, vislumbro detrás de estas construcciones el ser esencial y necesario de la filosofía, ya no como perteneciente a un hombre y ligado a un nombre, sino, consustancial al hombre, a todo hombre, en un emerger necesario. Después la incertidumbre, cierto vacío, que, poco a poco, fue siendo superado por nuevas creencias básicas, nacidas de mis meditaciones, investigaciones, de mi caminar y escribir. Ya no era el adolescente conflictivo de años atrás, en mí se ha ido acumulando conocimientos, experiencias, ideas, hipótesis, proyectos, que guían mis caminatas, mi vida toda.

21.- Una Última Reflexión:

Cuando proyecté este trabajo no estaba en el plan discurrir sobre la naturaleza de las creencias. La decisión de hacerlo fue motivada por mí caminar. Y esta innovación la considero inherente a mi forma nueva de asumir la vida, de creer en ella, como algo que se abre a lo inesperado, a lo nuevo, con necesidad. Todo esto es maravilloso, comprender que un plan, o un proyecto, nunca agotan la riqueza de la realización, de los contornos, singularidades, contornos y profundidades, que emergen al impulso y en relación con la realidad.

Ahora comprendo que todos somos creyentes, los religiosos, los marxistas, todos los hombres. Definitivamente, incluso las personas que nos manifiestan ser desconfiados, escépticos, incrédulos, al afirmar este su ser, así nos están manifestando que creen en su ser desconfiados, creen en su no creer, pero, no es así, esas son simples expresiones, en su vida social creen en una multitud de cosas, en un indicador, un letrero, un anuncio, en una mesa o una calle. No tenemos tiempo, no lo tendremos jamás, para poder dedicarnos a comprobar, verificar, confirmar, cada una de las cosas, informaciones, que nos dicen terceros, por la radio, la TV, los periódicos, o incluso los que nos afirman las personas que conocemos, y, es necesario advertir que la mayor parte de nuestras creencias nos llegan por esta vía, y, existen muchísimas creencias del pasado, sólo debemos tener confianza en los documentos y los libros.

Existen creencias y creencias, y, es importante diferenciarlas, determinarlas en sus implicancias en la realidad y la vida social, en sus efectos objetivos. No es lo mismo creer en una noticia transmitida por los medios de comunicación de masas, que, al día siguiente, será noticia pasada, y, el periódico pasado sólo servirá, en muchos casos para envolver arroz o papas, o para hacer la basura, que, creer en aspectos que constituyen ordenadores, desencadenadores de nuestros actos, dando dirección y sentido a la vida de las personas. No, definitivamente estas creencias tienen otra carga, otro valor, por sus efectos, por su poder. Aquí en el Perú, estoy convencido, que lo jóvenes que arriesgan su vida, matan o hieren en combates, asaltos, atentados, lo hacen por que creen firmemente en lo justo de su lucha, de lo contrario no lo harían, el miedo, el temor, y la vacilación los haría huir o abandonar esta lucha. Me interesan este tipo de creencias, en las que el hombre se impulsa, dedica su vida, la arriesga, la sacrifica para dedicarse a concretarlas. Dentro de este sistema de creencias he participado, sintiendo, en determinados momentos su destrucción. La diferencia en creer y ya no creer es importante. Cuando creía estaba dispuesto a todo, así, lo sentía, pero cuando deje de creer ya no había la misma convicción y resolución, ya me era absurdo dedicarme a concretar algo en lo que ya no creo. Y todo estalla. Si antes mis creencias me conllevaban a luchar con odio por el cambio social, ahora, ya no tengo porque hacerlo con estos sentimientos. Pero, también creo en otras cosas, en otros proyectos por los que también estoy dispuesto a dedicar mi vida, incluso sacrificarla, así, es la vida social, fluyendo, cambiando, impulsándose.

Así como es importante diferenciar las creencias por la fuerza con la que puedan perturbar o dirigir nuestras vidas, también es importante distinguirlas por su labor cognoscentes, en cuanto a su verdad comprobada, o verdad aparente, y, con mayor razón de las creencias que pueden llevarnos a entregar toda la existencia. Las creencias que habitan en mí, no las considero invenciones de mi imaginación, sino, su verdad, consiste en ser descubrimientos, el haber sido halladas en mi oficio de caminante, de observador de la vida social, de mis meditaciones e investigaciones. Pero, no deseo señalar que estas mis creencias son científicas, apelando, como el marxismo, al mito de la ciencia, simplemente son humanas, por lo tanto deben tener todos los aciertos, limitaciones y errores propios del hombre, limitaciones y errores, que con sinceridad, aún no los advierto. Vuelvo a reiterar no busco creyentes, ni es mi propósito destruir las creencias. Sólo abrigo el anhelo de exponer mis ideas, proyectos, mis creencias, y los caminos por donde los he hallado, dejando en libertad a los hombres de aceptarlos o rechazarlas. Tengo que reafirmar que lo expuesto tiene el valor y la capacidad de modificar las vidas de las personas, en la medida que sean asumidas con sinceridad y consecuencia, de esta capacidad motivadora y transformadora, sí, estoy convencido porque lo he experimentado en mi propia

FLOR DE INVIERNO

 
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