LA AVENTURA DEL DESCUBRIMIENTO DE LA FILOSOFÍA (1)

LA AVENTURA

DEL

DESCUBRIMIENTO

DE LA FILOSOFÍA (1)

delfines-en-un-surrealista-paisaje-marino

(y sus repercusiones en la vida social de los hombres)

JULIO DURAND LAZO

 

IN MEMORIAM

A

ALFREDO MADRID VALLADARES

Caballero andante

de sonrisa franca.

3093051-paisaje-urbano-nocturno-siluetas-de-las-casas

 

NOTA

El presente ensayo lo reproduzco tal conforme lo escribí, sólo estoy corrigiendo aspectos formales, insignificantes, creo que va ser muy útil publicarlo en partes.

OCUBRE DEL 2010. 

Presentación

Advertencia

Introducción

PRESENTACIÓN

El presente escrito tiene su historia, una parte esta en su trama, la otra, es una etapa de mi vida, representa una de mis caídas y retiros necesarios, sus detalles, ya borrosos, han quedado como cicatrices en mi mente. Por tanto representa una parte vital, crucial de mi trayectoria.

Lo desempolvé después de 20 años, al leer sus páginas, ya amarillentas, escritas en mi pequeña máquina de escribir mecánica, los volví a vivir, ya lejano en el tiempo, como un extraño, su efecto fue intenso. No he cambiado nada, lo publico intacto tal como quedo en ese entonces.

Lima, Diciembre 2006

ADVERTENCIA

 

He muerto 33 años. Y me animo a pensar y escribir sobre filosofía. Siempre leo con curiosidad, antes de introducirme en los contenidos de un libro, los datos sobre el autor. Aquí esto no es posible. No poseo currículum alguno, no atesoro títulos ni estudios de pos-grado que exhibir, ni los tendré. Y como no es honesto que el lector me imagine lo que no soy, doctor, especialista o erudito, no tengo ningún reparo en manifestar la verdad: sólo soy un caminante sin relojes, sólo eso, un caminante. Pienso: todo lo valioso que habita en mí es fruto de mí caminar, también el acto de escribir es una forma de caminar. Nací en Huancavelica, pueblo tranquilo enclavado en la cordillera de los andes, siempre recuerdo su paisaje serrano, su río, la lluvia, los relámpagos alumbrando la noche oscura, pero, lo mas importante fueron los paseos con papá Samuel, mi abuelo materno inolvidable, por las afueras, conversando y admirando. Así, mi oficio de caminante nace en mi pueblo natal. Vine a lima a los 17 años, desde entonces camino por sus calles y avenidas, meditando, casi siempre solitario.

Ingresé a la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, sin embargo, siempre me sentí un prisionero en sus aulas, los más gratos recuerdos de mi transitar por la Universidad son mis larguísimas caminatas con Alfredo Madrid, gran amigo, estudiante de medicina que falleció por su gran corazón, dialogando o debatiendo los temas que nos apasionaban. En un momento sentí la tentación de trasladarme a Filosofía, hubiera sido inútil, fue una de las numerosas posibilidades que están muertas para siempre. A duras penas culminé el bachillerato en ciencias sociales, seguramente mi trabajo de Tesis es consumido por las polillas en algún rincón de los estantes de la biblioteca de sociales. El diploma que me dieron lo he visto pasearse por todas partes de la casa, como si tratase de escabullirse comprendiendo que lo rechazo. Me olvidaba, mis caminos no me dieron oportunidad de aprehender griego, latín o alemán, y, sin embargo, me determino a escribir sobre filosofía, es una osadía; no pienso justificarme. Seguramente no van a considerar con seriedad este trabajo los especialistas, los filósofos académicos universitarios, no me importa. En mi corazón late la esperanza de llegar al hombre de la calle, a cualquier hombre, sin distinciones, escribo para todos los hombres. Pero, todavía se preguntarán: ¿Pero, quién soy? ¿Cómo consumo mis días? Antes de responder, diré que pase raudamente por las actividades docente, enseñando a niños, adolescentes, jóvenes y adultos, no sé si he dejado huellas, pero, ya no soy profesor, más aún , estoy persuadido que no lo seré jamás. Nunca me agrado escribir y llevar cuadernos, estudiar para los exámenes, permanecer en el aula de clase; considero justo no obligar a los niños o adultos a realizar lo que yo he rechazado y detestado. Por eso, sólo les reitero en esta oportunidad que solo soy un caminante. Imagíname así.

Otra cosa, mi vida se resiste y rechaza llegar presuroso y tenso a un centro de trabajo a marcar una tarjeta y laborar en una oficina generando laberintos, odio hacer eso. Siempre lo rehuyo; sería mejor que me representen caminando o jugando con mis hijas, nada más. Por lo tanto, hoy al escribir sobre filosofía, me presento como lo único que soy: un hombre que camina meditando o admirando lo que le rodea, tratando de ser fiel a sí, aventurándose por la vida, sean cual sean las consecuencias. Por último, es importante agregar a todo lo anterior, sobre el carácter de mí caminar por la filosofía: les ofrezco su concebir como un descubrimiento que puede cambiar la vida de los hombres en diversas facetas. Su revolución en lo humano lo he experimentado en mí. Soy de las personas que sólo escriben por que sienten la necesidad de mostrar algo importante, este algo, mientras no sea transmitido, devora mis sueños y acicatea constantemente mi conciencia. Este libro no es académico, quién busque erudición es mejor que desista de su lectura, es más bien una suerte de llevar mis meditaciones de caminante al papel. Es mi intensión mantener esta característica hasta el fin. Estoy convencido de su utilidad: al hombre siempre le preocupa la muerte, se consterna ante el fallecimiento de los seres que ama, le interesa ser feliz, hallar caminos y medios que lo conduzcan a este fin. Toda esta preocupación humana palpita en el discurrir de los pensamientos que habitan estas páginas, creo que esto es suficiente.

Lima-13-Octubre- 1986

huellas

 

INTRODUCCIÓN

 

Después de años he comprendido la importancia de la forma.

No, definitivamente no es como uno se imagina siendo adolescente, joven, o incluso adulto, que, cuando uno escribe, las personas están en la obligación o el deber de comprendernos, no es así, no somos el centro del mundo y todo gira entorno nuestro, o todo lo que escribimos necesariamente tiene que interesar. La forma es importante, tanto como el contenido, y mucho más cuando se trata de revelar un descubrimiento sobre el que se ciernen capas neblinosas de prejuicios, creencias, dogmas, costumbres, etc.

En un principio, cuando admirado, consternado y sorprendido descubría el ser esencial de la filosofía, creí que mi decir era suficiente. No fue así, mis palabras fueron acogidas con incredulidad, indiferencia y una sonrisa burlona. Ante la acogida gélida a mi decir y escribir opte por retirarme, no hablé, ni escribí más sobre este hecho. En mi caminar solitario reflexionaba sobre este fracaso. Han pasado los años y he meditado largamente en las formas de exponer, al mismo tiempo llevé a efecto diversos proyectos en la Universidad San Marcos, entre los cuales la enseñanza de la oratoria, me dio la oportunidad para comprender las motivaciones y los intereses que mueven a los hombres, asimismo, su tendencia a sostener sus creencias religiosas, morales, prejuicios, etc. contra todo lo nuevo que les ponga en peligro o altere sus esquemas de pensar y accionar.

Estas creencias no podemos verlas pero constituyen un caparazón resistente, una barrera difícil de penetrar; el hombre, que aparentemente lo vemos cubierto de vestidos, en realidad está dentro de una capsula protectora refractaria a los mensajes o las ideas que proyecten alterar sus formas de ser. Sin embargo, tarde o temprano, las verdades se introducen logrando vencer estas resistencias; sí, por estas creencias a Galileo le hicieron abjurar de su afirmación que la tierra se mueve, y por la misma actitud a Cristóbal Colón lo llamaron loco por manifestar que la tierra era esférica, al final estás verdades se impusieron destruyendo creencias equivocadas y perjuicios. Hay descubrimientos y descubrimientos, no es lo mismo develar un tesoro, o una mina, o encontrar a un ser querido extraviado, o a un asesino repudiado, que descubrir algo que contradicen las creencias de las personas, aunque sea por su propio bien. Por ello he comprendido la importancia de la forma, es necesario hilar con cuidado, trabajar, sí trabajar la forma y exponer tratando de penetrar el caparazón de creencias por las zonas neutras y solidarias y llegar a la razón del hombre por lo que le interesa al hombre.

No es lo mismo investigar que exponer los resultados de esta actividad. Buscar en filosofía significa comenzar por un punto de donde parten numerosos caminos que tienen un letrero y una flecha indicando que conducen a la verdad, ¿Cuál?. La duda y las equivocaciones son necesarias. También es como buscar en la oscuridad, las caídas son reiterativas, abundan las rutas engañosas y se sufren frustraciones; muchos retornan como náufragos, deshechos y con las manos vacías. Por mi parte creo haber tenido suerte, las coyunturas fueron propicias. He hallado lo que buscaba, tal vez no lo esperaba, por eso tardé en comprender lo que se tornaba consciente en mí.

La filosofía, no es como lo imaginaba, no es el fruto de un acto de creación de un genio, sino lo que se repetirá reiterativa: un descubrimiento, una forma de ser que asume el hombre tan pronto se dan determinadas situaciones y condiciones. Debo admitir que durante años, desde mi infancia, estuve equivocado, por lo demás, incluso cuando investigaba no me percataba en que entorno mío rondaba el ser de la filosofía, pero, no tenía ojos ni pensamientos para captarlo, porque creía que su ser estaba como un sistema o una concepción. Ahora, mi hallazgo es ya pasado, los caminos son sólo recuerdos, se ha suprimido, ya no tengo por que buscar más, ahora, camino interiorizando lo hallado, sintiendo y comprobando sus repercusiones en mi vida. Cuando decidí trasmitirlo, exponerlo, no pensé en la acogida que recibiría, en la forma como debía hacerlo, lo hice conforme eran mis preocupaciones ideológicas, mis ilusiones, y expectativas de entonces.

Hace seis años, en 1980, publiqué la idea central del descubrimiento de la filosofía, en un folleto, bajo el título: “Critica a los Fundamentos de la Concepción marxista-filosofía-crítica al concepto marxista de filosofía.”. La presente publicación en relación a la anterior es cualitativamente superior; aún, recuerdo esa primera exposición, lo asumo, pero debo admitir a pesar de haber recibido los ecos solidarios de muy contadas personas, a las que por otra parte no las conozco, fue un error en relación a la forma expositiva y todavía es prisionera del lenguaje marxista,.Ahora me percato que fue una equivocación, no viví la realidad sino la ilusión de inaugurar una serie de trabajos sobre filosofía, teoría del conocimiento, dialéctica, sociología, empleando como base la crítica del marxismo.

A pesar de haber renunciado a un lenguaje beligerante y de escribir bajo la forma árida del concepto, no dejaba de figurarme como un combatiente, lanzando un reto y esperando las acometidas para poder replicarlas y, de esta manera, desarrollar las ideas buscando creyentes, tratando de generar entorno a mi persona una tendencia o corriente de pensar y actuar sobre la revolución social, imaginándome como un profeta moderno. Todo ello debo reconocerlo, a pesar que no fui plenamente consciente de esta postura, sí, debo admitirlo hubo vanidad de mi parte, pensé en mí, en mis esperanzas, mis aspiraciones, no en la realidad, pensé en un público imaginario y no en el real, esperé respuesta, críticas, comentarios, inútilmente. Todo eso está superado, no hay ilusiones, no me imagino nada, escribo sin esperar respuestas, no estoy en competencia ni en pugilato con nadie, no me interesa superar a ningún ismo, tampoco busco creyentes, no me anima una actitud proselitista, ni me motiva destruir creencias, hacer que el religioso deje de serlo o el marxista reniegue de su concepción, nada de ello ya anida en mi corazón.

El tiempo y la vida social han sido mis mejores maestros, he asimilado la lección. Escribo con el animo de exponer, en la mejor forma posible, un descubrimiento, no algo mío, sino perteneciente a la humanidad. Dejo al hombre con plena libertad de aceptar o no lo que le presento, de asumirlo y revolucionar su vida. Ya distante de toda pretensión de encabezar un movimiento ideológico revolucionario, sólo, por ahora, ocupado en caminar, no tengo ningún reparo en manifestar que escribo como lo que soy, un caminante, manifestando a modo de confesión, mis más hondos pensamientos. Este mi exponer será como un paseo con papá Samuel en Huancavelica, o como mis caminatas con el amigo inolvidable, Alfredo Madrid Valladares. He comprendido que no puedo separar mi vida de mis ideas y descubrimientos, y hacer, como antes, una exposición descarnada y abstracta, por eso en este discurrir, necesariamente meditaré mis recuerdos, resucitare mis inquietudes, y manifestaré, conforme a ello, este nuevo exponer del descubrir de la filosofía, creo ya definitivo.

Lima-13-octubre-1986 / Julio Durand

 
Ir Arriba