LA AVENTURA DEL DESCUBRIMIENTO DE LA FILOSOFÍA (2)

 

LA AVENTURA

DEL

DESCUBRIMIENTO

DE LA FILOSOFÍA (2)

ausencia

Julio Durand Lazo

Cap. I

POR LA SENDA DEL RECUERDO

1.- Las motivaciones cotidianas.

2.- La gran motivación de mi vida.

3.- La primera negación.

4.- La primera afirmación.

5.- Mis lecturas sobre el marxismo (Primera incursión).

6.- Una decisión memorable.

7.- La primera experiencia de un estudio sistemático y grupal.

8.- La segunda gran experiencia en el estudio de la filosofía Marxista.

9.- Mi primera experiencia por los caminos de la creación crítica.

10.-Mi primer recuerdo sobre Alfredo.

11.-Una experiencia de estudio y práctica con un grupo de obreros.

12.-Nuestra incursión en la filosofía de Hegel el oscuro.

13.-Alma matinal, segundo intento de gestar un movimiento teórico en la Universidad.

14.-Alfredo y sus argumentos sobre la materia y el vacío.

15.-Un paseo inolvidable.

16.-La revolución es también para los indisciplinados.

17.-Un mito que se destruye y una profecía que se cumple.

18.-Un poema en medio de los trabajos teóricos.

19.-La expulsión de Alfredo.

20.-Mi última conversación con Alfredo.

21.-La última broma de Alfredo.

22.-El descubrimiento de la filosofía.

23.-El primer intento de manifestar la filosofía.

24.-El último desprendimiento orgánico.

 

I

POR LA SENDA DEL RECUERDO

1.-Las Motivaciones Cotidianas.

Siempre camino, cada mañana, por las calles de Lima observando a las personas como hormigas presurosas dirigiéndose a sus centros de actividad, introduciéndose en oficinas, ministerios, centros comerciales, fábricas, y a los niños, adolescentes y jóvenes en las escuelas, colegios, institutos y universidades; ando despacio, sin apuro, suelto, de vez en vez, preguntándome, si alguien, en medio de su prisa, piensa en su dejar de ser en el tiempo que no regresa, en el origen o fin del ser, en la muerte destruyendo y truncando esperanzas y realidades, en la finitud y perecedero de las formas, en lo infinito del cambio y el movimiento, o en el qué somos en el universo infinito, que sentido tiene nuestra vida, y otros asuntos inherentes al ser filosófico. Siempre intento comprender las motivaciones, y preocupaciones de las personas, escucho sus conversaciones, sus problemas, y les ofrezco consejos. Hasta ahora, mi deducción y conclusión es que en la cotidianidad los hombres no piensan, no sienten, no se perturban, no viven los problemas filosóficos; muchas otras cosas les interesan y atraen, y son ¡tantas! Y debo advertir que no desprecio estos desvelos ni me parecen absurdos, siempre es posible encontrar justificaciones al accionar humano, tienen sentido los sueños de los niños por poseer algún día dinero y comprar las cosas lindas que ven, también hay explicación a la pasión de los fanáticos por el fútbol, tampoco es inútil la preocupación de las madres por la preparación de los alimentos cada día. He comprobado que son numerosos los intereses, objetivos, ambiciones, que motivan, movilizan y propulsan la actividad diaria. No podía ser de otra manera en una sociedad dominada por el dinero, la propiedad, en un incesante bombardeo propagandístico, ofertando artefactos cada vez más sofisticados. He concluido que en la sociedad actual la emoción y el pensar filosófico es sumamente difícil. Las pruebas se encuentran contenidos en la conversaciones, declaraciones, discursos, y en el sentido y dirección que las personas imprimen a sus existencias socialmente, tanto en sus relaciones con sus semejantes y con las cosas, como en las valoraciones de sus actos. Sin embargo, como en su oportunidad lo demostraré, en determinados momentos, en una conjunción de situaciones y condiciones esenciales, surge la filosofía, pero, por el momento esto no se da. En estos movimientos rutinarios en las actividades, de pensamientos concretos, el despliegue filosófico esta ausente. La filosofía desaparece, se suprime, cuando domina otro tipo de dudas e incertidumbres, como las que obsesiona a las personas poseídas por los celos; no, no es posible pensar en el principio del universo, o problemas relacionados, cuando estamos absorbidos por ascender socialmente, o cuando la ambición por acaparar más y más dinero consume la vida; si intentáramos descubrir y narrar estas inquietudes y cuidados se llenaría página tras página sin tener cuando concluir. He juzgado que es importante aceptar y partir de la realidad, no de mis ilusiones, como años atrás, y colegido que en el rostro del hombre o de la mujer que observo caminar tensos y presurosos no le interesan la filosofía; no creo que piensen en las cuestiones que apasionaron a Sócrates, Platón, Aristóteles, Descartes, Kant, Hegel; estas cuestiones no son las más importantes para sus vidas; sus pensamientos son absorbidos por sus sentimientos, por sus deseos, determinados por la sociedad de consumo.

Pienso, que si otras hubieran sido las circunstancias en mi vida, daría mis pisadas pensando en todo menos en filosofía, por otra parte no la he buscado, y estaría metido en la corriente, dando vueltas en los remolinos sociales, atrapados en sus estructuras, mis pasos estarían signados por la tensión y la prisa, no, no pensaría, como hoy, en los paisajes, en la libertad, en la muerte, menos meditaría en los minutos consumidos jamás retornan, y .que, es importante ser feliz, lo más intensamente posible, en le momento, en el ahora que vivimos; seguramente reflexionaría en el futuro, desplazando siempre al presente, descuidando esta dimensión del tiempo. Soy realista, no pretendo que las personas sean como yo, cada hombre vive luchando por su felicidad, por su bien, en lo mas profundo de su ser, intuyo, que si anhela comprar una casa, dar comodidad a su familia, adquirir un automóvil, u otros artefactos, si lucha por conseguir dinero, si, en fin, hace lo imposible por ahorrar dinero para mañana comprar los objetos deseados, es por que creen, si, creen que están actuando por su felicidad. Esta conclusión es importante, y desde que lo comprendí, siempre lo tengo presente, el ser humano se está moviendo, luchando por conseguir los medios que le den felicidad y bien. Conforme esta verdad escribo, consciente de este gran interés y motivación, la felicidad, sólo el que ha alanzado la felicidad puede ofrecer su camino; parte de este logro se ha producido en mi vida merced al descubrimiento de la filosofía, penetrando y repercutiendo en mi vida cotidiana. Soy consciente que mi andar despreocupado, sonriente, sin cadenas, es fruto de mi ser filosofando, y aún cuando ya no pienso en sus problemas, y son otros problemas los que me motivan, mantengo esta actitud, estoy convencido que será así hasta mi muerte. Tal vez pronto, en tu búsqueda de felicidad, encuentres estas páginas, y, al leer o reflexionar sobre su contenido, puedes participar de la aventura de la vida por medio del descubrimiento de la filosofía, acorde a tu propia singularidad, hallando la felicidad que aspirar.

.Tengo la esperanza que algún día, pronto o lejano, los hombres caminen y actúen recreándose sonrientes sean cuales las consecuencias, los obstáculos, las situaciones. Ese día, la filosofía habrá conseguido efectuar una gran revolución en la esencia misma del ser humano, como un ácido destruiría las cosas solidificadas de creencias que sujetan como cadenas a los hombres al sistema social represivo. Sin embargo, ahora, debo conformarme con los hechos, comprender la realidad, y, ofrecer, entre la danza loca de las mercancías, esta condensación de vida y pensamiento, como una semilla del árbol de la felicidad.

2.-La Gran Motivación de mi Vida:

Esta tarde, siempre caminando, me he interrogado: ¿Cómo mi vida halló la filosofía? ¿Cómo alcancé a descubrirla? ¿Cómo? De tal modo, que estoy, aquí, en estas calles, tratando de clarificar este hallazgo para su exposición, pareciéndome muy sencillo y al mismo tiempo demasiado difícil. Para responder a mis preguntas me hundo en el pozo del pasado, dimensión del tiempo perturbarte, ser en lo que ya no es, ser en el no ser, en lo que fue. Si, me sumerjo en el reflejo de lo que he sido. No, ya no soy el niño como lo fui hace tantos años, tampoco el adolescente, ya no lo seré jamás, pero, si puedo pensar recordando al niño que fui y al adolescente que también he sido. Y eso es lo que hago mientras mis pisadas me trasladan lentamente, descubriendo en los caminos del recuerdo el relativo a la filosofía, los hechos, situaciones que impulsaron mi vida a su descubrimiento. No es conveniente detenerse en los pormenores de lo que fui, por otra parte, estas singularidades, desde otros ángulos de interés, los he consignado exponiendo mis recuerdos; no, no es conveniente hurgar en esa selva de actos de mi vida que no guardan relación con el ser de la filosofía; tampoco en la tupida red de creencias impartidas socialmente que no se vinculan al descubrimiento de la filosofía. Confieso que de niño sentí hondamente el misterio de la muerte, sin embargo, viví protegido por la vigorosa personalidad de papá Samuel; veía con sus ojos, sentía con sus sentimientos, amaba y odiaba conforme el lo hacia. Estoy convencido a un nivel general, macro social, sucede algo similar, los hombres viven inmersos, protegidos, por la fuerzas de las costumbres, de las creencias; mientras esto sucede la filosofía está como escondida, suprimida, no se manifiesta, pues, sólo emerge y se re-crea en el hombre individual que se disgrega, se quiebra o fracciona de las tupidas relaciones sociales, entonces surgen, se manifiestan, nítidos, perturbantes, estremecedores, los problemas filosóficos, el ser de la filosofía; es casi una ley, una constante, la filosofía es en el hombre mutilado socialmente, cuando se siente terriblemente solo, o la protección social es débil.

Todo esto vuelvo a pensar, en esta tarde que se ha puesto fulgurante por el crepúsculo. Como todos los niños formulé preguntas de contenido filosófico, pero, todo ello no impacto ni remeció mi ser, fue como los ritos, una suerte de recreación social y humano. El primer hecho decisivo se inicia con la muerte de papá Samuel, este acontecimiento coincide con el comienzo de la adolescencia, entonces me vi, solo, muy solo, conflictivo y sufriendo. Estoy pensando, de haber vivido mas papá Samuel, otras pudieran haber sido las direcciones de mi existencia, como, por ejemplo seguir la profesión médica, tal vez no estaría caminando así, pero, comprendo que estas posibilidades ahora solo son líneas imaginarias de un tiempo ya irreal; lo real fue mi despertar a una realidad social dramática, de pronto mis ojos veían grandes injusticias sociales, y, lo paradójico, estas injusticias, que recién comprendía, los había tenido constantemente ante mis ojos, pero, nosotros no vemos con los ojos si no con las determinaciones del pensamiento, que, por otra parte, no siempre nos pertenecen, o han surgido de nuestro propio pensar; había vivido dentro de las dramáticas injusticias sociales y no las vi, había estado inmerso a una atmósfera social que me hacia ver normal las relaciones sociales. Hubo un cambio en mis lecturas, quedaban atrás Verne, Dumas, Homero, y tantos otros, y, casi sin ser plenamente consciente, me dirigía a los autores peruanos, Vallejo, Alegría, Albujar, Arguedas; bajo estas influencias cambio la perspectiva de mi visión, los planos se invirtieron. Decididamente, esta nueva forma de ver la realidad me marco por siempre como si fuera un fierro candente.

A esta nueva visión la debo llamar mi primer despertar. Sí, es como un despertar de un sueño tranquilo a una realidad que es una pesadilla. Ante la sociedad injusta se abre paso una gran motivación, una gran inquietud, un gran ideal, un soñar con una sociedad justa. Así, asumo la decisión de luchar, de brindar mi vida a la dirección del cambio social. Esta motivación y decisión ha sido una constante en mi vida, determinó mis acciones, por ello estoy donde estoy. No es posible señalar con exactitud el día, el mes, de esta metamorfosis, de este brotar de nuevos sentimientos, contradictorios con la realidad social, no es simple, como si se tratase de una batalla, o un nacimiento, no, es mas bien una cadena de hechos, de situaciones, que se entretejen procesalmente. Hoy comprendo, con serenidad, que esta gran motivación, y decisión, no tiene nada que ver con la filosofía. No está determinada por su problemática, por su esencia, por su dirección. Sin embargo, por esta ruta llegue a vincularme con el ser de la filosofía de un modo distinto y nuevo. Yo no me propuse ser un filósofo, investigar verdades filosóficas, comprender lo que es la filosofía, no he sido un buscador en filosofía. Solo dirigía mi vida para brindarla entera al gran proceso del cambio social, eso es lo definitivo, consciente, y constante en mi existencia. Pero, llegué a la filosofía por este camino, con sinceridad, mal o bien, he actuando bajo esta gran motivación. Y ahora, comprendo que por esta mi posición, necesariamente, solo me dirigía a la corriente de pensar filosófico consustancial y solidaria al cambio, en especial al cambio de la sociedad. Asimismo, desde esta postura, era, también necesaria, el renegar de toda ideología o concepción que estuviese en contra del cambio social. Es bajo estas determinaciones que se inaugura mi marcha hacia el encuentro con el ser de la filosofía.

3.- La Primera Negación:

La mañana es plomiza. Vuelvo a caminar pensando en lo mismo. No he sido una excepción. La realidad social sigue motivando y determinando, hasta hoy, en los adolescentes la rebeldía, las actitudes conflictivas y contradictorias contra la sociedad. Las diferencias son las situaciones, el grado, la intensidad, la fuerza, y las direcciones. Y sigo navegando en mis recuerdos, en dirección opuesta al devenir del tiempo, en el pasado. De niño me confundí, conteniéndome, en los ritmos de la religión católica, en un pueblo muy religioso, aun recuerdo las procesiones de semana santa, de San Francisco de Asís, el tañido de las campanas llamando todos los domingos al ritual de la misa, también las novenas, o en la casa, antes de dormir, a mi tía Teresa haciéndonos rezar el rosario; y los viernes de cada mes la comunión, en la víspera las confesiones, con el sentimiento de perdón, de purificación de los pecados, rezando las penitencias, prometiendo ser bueno. En síntesis, de niño, me envolví en los sistemas sociales inherentes a la religión católica. Ahora comprendo que todas las religiones tienen una raíz filosófica, pero, en aquel tiempo, mi mente estaba muy lejos de comprender las relaciones entre el ser filosófico y el ser religioso. Y di mi primera batalla, en mi despertar, la motivación y la inquietud que bullía en mí, no tuvieron consideración ante la religión, ante su veneración, no se detuvieron ante las fortalezas de la iglesia. Mi odio contra la sociedad pudo mas, se dirigía rabioso contra todo lo que significa sostener, avalar, defender, justificar, la sociedad que vivimos, basada en la servidumbre, en la explotación del hombre. Y de pronto, mis pisadas ya no se dirigen al templo, mis labios ya no pronunciaban las oraciones, súplicas, a dios, o a la virgen María; todo mi confluir dentro de los rituales se paraliza, me desprendía, o excluía de el sistema religioso; la causa fue evidente, mi descubrimiento que los sacerdotes, los llamaba ministros de Dios, utilizaban la religión para apoyar y sostener las desigualdades sociales injustas, justificar la servidumbre, la pobreza, las desgracias, so pretexto de recompensas en la otra vida; sí, me percataba de la alianza entre la religión y los ricos, y, fundamentalmente su oposición al cambio social. También ahora comprendo que toda religión tiende a vincularse al Estado, con ello a consolidar un orden social establecido, pero, en mi mentalidad de adolescente eran los hechos, las situaciones que hacían arder mis sentimientos; nunca podré olvidar a una señora hacendada caminando en dirección a la iglesia, y atrás, un pongo cargando a cuestas su reclinatorio, no podría olvidar el contraste, la pobreza del siervo y la elegancia de la señora, esas situaciones me enardecían contra la religión. Así, en medio de conflictos familiares, renegaba de las creencias que me habían inculcado sobre las religión siendo niño, lo hacia con odio, declarándome contrario y enemigo de la religión. Para cambiar esa actitud de adolescente rebelde había de pasar muchos años, fue necesario penetrar en el ser mismo de la filosofía. Sin embargo, el primer pasó en dirección al descubrimiento del ser filosófico estaba dado, aún sin ser plenamente consciente de ello: Es cierto, cuando vemos hacia atrás todo lo explicamos, no sucede lo mismo cuando tratamos de ver hacia delante, el pasado tiene una sola línea, el futuro tiene numerosas líneas, es el reino de la posibilidad

Debo admitir que mi lucha contra el ser religioso no tuvo un carácter filosófico. La negación que se dio fue por una línea social, por las vinculaciones de la religión, por su compromiso con las clases pudientes, por su justificar el sistema social injusto, nada más. Después he comprendido que este negar por lo social es el mismo en esencia que efectuó Carlos Marx. No hubo de mi parte un superar sino solo un desechar, un rechazar, y despreciar tajante. Pero sin ser una batalla filosófica sus repercusiones fueron, en perspectiva, marcadamente filosóficas, allanó el camino, facilito nuevas incursiones y actitudes, por ejemplo, si los sacerdotes se hubiesen puesto de parte de los pobres, luchando con ellos, contra la explotación, la servidumbre, solidarios con sus sufrimientos, con sus necesidades sociales, con ese clamor de millones de seres postergados y oprimidos, tal vez no hubiera quebrantado las cadenas de la religión, no hubiese dejado de ser religioso, pero, también esa es otra línea imaginaria del tiempo, en su recrearse desde el pasado, y es ya un imposible desde mi situación real. Lo objetivo es esta primera negación, no fue una traición, fue una necesaria negación concordante con mis sentimientos.

4.- La Primera Afirmación:

Es de noche. Doy mis pisadas reflexionando en lo mismo. Soy obstinado. Lo haré hasta ejecutar mi cometido. Ahora, viajando por el pasado, me represento libre ya de las ataduras de la religión, de sus formas sociales de absorber la vida de lo hombres. Rotas esas redes mi vida se impulsa a tener sus primeras experiencias con la filosofía conforme los programas de la instrucción secundaria; su contacto, más que un penetrar fue un rozar, un observar de lejos, más que actor me sentí espectador distraído y aburrido, inmerso en otras preocupaciones; todo ello lo recuerdo como ecos lejanos, débiles, confuso. Lo fundamental, en esos años, fue mis primeros contactos con el marxismo. Empecé a escuchar y leer este vocablo como algo peregrino, exótico, atrayente, asociados a los retratos de Carlos Marx, de su amigo Federico Engels, barbudos, fascinantes, también, asociado a la figura asiática de Vladimir Ilich Lenin, o de Stalin. Primero solo el nombre que resonaba en mí al leer la afirmación contundente del amauta José Carlos Mariátegui, “soy marxista convicto y confeso”, también, al leer la biografía del comandante Ernesto Guevara, por entonces muerto en las selvas de Bolivia; sí, el nombre del marxismo me llegaba en la declaración del comandante Fidel Castro, proclamándose marxista-leninista, del líder vietnamita Ho Chi Ming y en otros luchadores sociales. En todas estas manifestaciones me llegaba el nombre marxismo asociado a las luchas por una sociedad justa, y, me incitaba a comprender esta concepción. Sin embargo, sinceramente no comprendía casi nada de la teoría marxista. Algunos hechos me permiten determinar mí situación ante el marxismo, un tanto ambigua, por una parte no entendía sus principios, sus conceptos, por otra ya me sentía marxista. Siendo estudiante secundario, junto con ocho compañeros, constituimos una base de la juventud comunista, con el nombre de José Carlos Mariátegui, de actuación muy activa y entusiasta, en esas circunstancias, motivado por las canciones de protestas, en un clima de lucha estudiantil, me proclamo marxista leninista; esto a los quince años, sin comprender el ABC del marxismo, todavía en Huancavelica. No voy a analizar la cadena de hechos políticos suscitados en esos años, pues, me alejarían de mi cometido. Lo que si es importante consignar es el primer contacto con la teoría, tenía quince años, cuando de modo clandestino, con las estrictas medidas de seguridad, me facilitaron el libro de George Politzer. Lo recibí con viva emoción, como una joya invalorable. Sin embargo, su lectura fue un fracaso total, frustrante; acostumbrado a leer contenidos literarios, me entrampaba a cada instante. Esta situación es la prueba de mi incomprensión, ignorancia, sobre los fundamentos teóricos de la filosofía marxista. Todavía recuerdo, como si hubiera sido ayer, mi actitud ante el concepto Dialéctica, asociado al materialismo; pues, no lo entendía, me era nuevo, y, conforme, acostumbraba a proceder con las palabras nuevas, lo anote en un pequeño cuaderno, luego, busque en el diccionario, y no pude ocultar mis sentimientos de tristeza, en efecto, leía y releía, sin hallar sentido a este concepto dentro de la obra que leía, ahora, me produce cierta ironía , y la dialéctica, como arte de razonar metódica y justa, o como sinónimo de lógica o de razonamiento, de nada me servía en mis intentos de comprender la filosofía marxista. El autodidacta adolescente fracaso, aun me veo en mi cuarto, solitario, arrojando el libro de filosofía de Salazar Bondi, como texto de secundaria, sintiendo que tampoco podía orientarme en mi necesidad de comprensión del marxismo, ni siquiera aparecía este nombre dentro de las clasificaciones que exponía. Derrotado, en silencio, sin comunicar a nadie mi desaliento, abandone este primer libro por unos años, no estaba todavía en condiciones de asimilar su contenido. Y estoy meditando en mis dificultades de adolescente. Sonrió, pero, pienso que es muy importante la forma. Muchas ideas pueden ahogarse, sumergirse, en formas turbias, o en un fluir árido. Tal vez muchos jóvenes rebeldes, como yo, con la misma ilusión se aproximaron a este texto, y tuvieron que abandonarlo desalentados, frustrados, sin aliento para retornar después. En mi caso, mi inquietud de comprender el marxismo fue muy grande, me impulso a nadar en sus aguas, y, no solo comprendí este texto de Politser, que por otra parte me pareció insuficiente y limitado, sino, me introduje por textos más avanzados. En mi pueblo, en Huancavelica, me quede en las puertas de la teoría marxista, sin embargo esa aceptación sentimental lo considero como el inicio de un primer paso afirmativo. Si sinceramente y emocionalmente, me sentía marxista, y, esta era la base para ser también racionalmente, teóricamente. Mi vida se introducía en los contenidos de la concepción marxista y de sus determinaciones.

5.- Mis Lecturas sobre el Marxismo / primera incursión:

Camino. Emprendo una nueva jornada de meditación sobre los senderos del recuerdo, indagando sobre la filosofía. Tampoco en mis intentos por introducirme al marxismo buscaba a la filosofía; no era lo fundamental en mi vida, no me movía como fin, ni era el núcleo de mi interés. Mi incursión en la concepción marxista fue inevitable, ineludible, sin alternativas. No buscaba a la filosofía, una filosofía, indagaba por una guía de acción. Reiterativamente, cuando reflexiono sobre esta elección, concluyo: no había elección posible, tenía que preferir a Carlos Marx entre Hegel, Kant, Descartes, u otros, pues, era el único que pregonaba la revolución, social, su obra y su vida tenían esta dirección, la elección fue necesaria. Para mi bien o para mi mal, con su pro y con su contra, con la fe encendida, con la ingenuidad del creyente, inicie mi aventura con el marxismo, sintiéndome marxista. La religión católica me habían enseñado, impuesto socialmente, el marxismo yo me imponía, era un acto relativamente libre.

Desde mi infancia he tenido afición a adquirir libros, visitar las librerías, escoger los libros. Esta afición siempre lo conservo, ya en Lima, lo sigue haciendo, pero, esta vez los libros eran sobre el marxismo, las obras de Carlos Marx, Federico Engels, de Lenin, y otros autores. Soy sincero, leí y estudie, solitario en una primera etapa, en desorden, sin ningún programa, conforme la casualidad y el interés momentáneo me empujaban. Curiosamente, sin proponerme, los libros que leía eran en sus contenidos de carácter político, social, económico, no tanto de carácter filosófico, así, El Manifiesto Comunista, El Dieciocho de Brumario, El Origen de la Familia la Propiedad Privada y el Estado, El papel del Trabajo en la transformación del mono en Hombre, y otros. No es conveniente ni prudente detenerme en estos textos, su influencia, en mi vida. Pues, me alejan de la senda filosófica. Pero, si, es importante consignar la variedad del marxismo, sus múltiples facetas, que lo convierten en una concepción o visión de las cosas, de la sociedad, del pensar, del universo; sus contenidos abarcan la política, la historia, la sociología, la antropología, la economía, la psicología, la historia, la pedagogía, la dialéctica, la filosofía. etc. Lo que me aconteció, teniendo una vasta literatura, una variedad y también una gran cantidad de libros, es lo que le sucede a otros jóvenes, es decir, leer sin orden. Por ello me es muy difícil determinar el punto exacto, el momento preciso, en que empiezo a leer los contenidos filosóficos. En esta primera etapa mi estudio tuvo diversas direcciones, sin agotar una solo línea, saltando los niveles, con ritmos y motivaciones diferentes. Me perece que internamente, en mi cerebro, se fue procesando, almacenando, ordenándose este contenido, pues, en mis conversaciones ya daba una interpretación a los hechos o situaciones conforme los planteamientos marxistas.

Ya en esta etapa del estudio del marxismo me percataba de un hecho especial, sui géneris, que lo diferencia de las otras filosofías. Este aspecto, después lo he valorado como un primer intento en el paso al descubrimiento de la filosofía, pero, con evidentes limitaciones. Me estoy refiriendo a la declaración manifiesta y directa de los clásicos, sobre el carácter de clase de su filosofía, es decir, la filosofía marxista es de la clase obrera (la clase revolucionaria para esta doctrina) esta a su servicio, y, además, al servicio de la transformación de la sociedad toda; extensivamente la filosofía marxista se identifica con todas las clases oprimidas del mundo. Ahora, que esta inquietud del marxismo por propagar su filosofía a grandes sectores de la sociedad es única, especial, digno de ser remarcado. Sin embargo, por más que se afirma la pertenencia de la filosofía marxista a la clase obrera, la filosofía tal como lo concibe al marxismo no es inherente a la clase obrera, si no fruto del pensar de Marx o Engels, y, por ello, puede ser transportada por los intelectuales a la clase obrera, a los sectores populares. A pesar de ello la idea de una filosofía popular, de masas, siendo en grandes sectores de la humanidad, cuestionando su carácter elitista, es fundamental, es un paso para plantear una filosofía inherente al hombre, a la humanidad, a todos los hombres, como un descubrimiento.

No voy a detenerme, en este tramo, en analizar las contradicciones que emergen del intento del marxismo de hacer de la filosofía de la clase obrera. Sin embargo, es esencial consignar su importancia en dos aspectos. El primero, en la posibilidad liberadora concreta de la filosofía, siendo instrumento para liberación del hombre respecto de las cadenas de la explotación y opresión social. En segundo lugar, su comprenderla en su dirigirse a hacerse uno con una gran masa de seres humanos, de millones de hombres determinados como obreros, o clases explotadas. Estas dos facetas han influido en mi camino por la filosofía, de ahí, los determino como pasos importantes, intentos, de gran trascendencia. Los filósofos, en su filosofar, han planteado ideas, sistemas, visiones; los frutos de su pensar han pretendido imponer a la humanidad toda. Esta dirección también sigue el marxismo, consciente o no, pero, con una diferencia, no va a una humanidad abstracta sino a una clase social concreta, y no lo hace para declarar que todo ya ha sido conocido sino para impulsar la lucha por una nueva sociedad. De joven adolescente, a mis dieciocho años, estas ideas me entusiasmaban, sentía que mi misión era propagar esta filosofía. Pronto estaría en una incursión más sistemática del marxismo, y vislumbrar horizontes problemáticos

6.- Una Decisión Memorable:

Camino de madrugada, deleitándome con las perspectivas urbanas. Me cruzo con estudiantes presurosos, secretarias, un hombre con terno y corbata como un apéndice de tela inútil. Sonrío, que diferente situación. Yo camino despacio pensando en la senda del recuerdo, a entroncarme con la filosofía. Me veo marxista. Trato de concentrarme en las situaciones que me indujeron a un estudio especial de la filosofía marxista. Mis recuerdos me ubican en el gobierno presidido por el general Juan Velasco Alvarado, autoproclamado gobierno revolucionario de la Fuerza Armada, ahora, asumo plena conciencia que las acciones de este gobierno repercutieron profundamente en mi vida. No voy a dedicarme a analizar las medidas de este gobierno ni las polémicas o debates que estas acciones suscitaron en el interior del los partidos de izquierda, eso equivaldría a incursionar por caminos muy divergentes del que estoy emprendiendo, alejándome del fin propuesto, sólo los indicare de modo somero en su repercutir e influir en mi existencia. El primer hecho lo ubico en mi pueblo, Huancavelica, de pronto las emisoras de Lima anunciaban la noticia del golpe de Estado, del derrocamiento del régimen democrático, y la expulsión del presidente Belaúnde a Argentina, era el 3 de Octubre de 1968, al escuchar esta informaciones no podía dejar de sentir rechazo a este acto de fuerza. A los pocos días el 9 de Octubre, se anunciaba la recuperación lo yacimientos petrolíferos de la Brea y Pariñas, declarándose ese día como consagrado a la recuperación de la dignidad Nacional. Mis sentimientos empezaron a cambiar. Me solidarizaba con el gobierno. Todavía recuerdo el discurso del general Velasco, anunciando la Reforma agraria, sus palabras, asumiendo las frase de Túpac Amaru II, “campesino el patrón ya no comerá mas tu pobreza”, estremecieron y repercutieron en mi vida, me emociono tanto que no pude contener las lagrimas, se producía en mi una alegría increíble, como si sintiera que mis sueños de justicia se estuvieron realizando, de estas fechas son mis primeros paso dentro de la juventud comunista en Huancavelica, junto con mis compañeros de estudio. El segundo hecho lo determino en Lima, jamás podré olvidar los sentimientos contradictorios que sentí cuando visite, por primera vez la Universidad Nacional Mayor de San Marcos ( por entonces no podía imaginar que en este reciento estaría por casi 16 años), mi presencia obedecía a la necesidad de informarme sobre los exámenes de admisión, observe las paredes pintadas con proclamas contra el gobierno, y , por un auto parlante, la FUSM, la Federación de estudiantes de San Marcos, difundiendo comunicados y proclamas de lucha contra el gobierno. Me sentí terriblemente confundido, intuía que las cosas no eran tan simples, y, debo reconocer con franqueza que sobrevaloraba tanto a los estudiantes como al gobierno, en lo relativo a su capacidad de verdad, de sinceridad, de ahí mi gran confusión. Me preguntaba internamente, ¿Son los dirigentes de San Marcos o los Militares los revolucionarios? No, las cosas no eran tan sencillas, la duda ya se introducía en mi espíritu. El tercer hecho lo situó, ya siendo San Marquino, consciente de la confusión imperante en las organizaciones de izquierda, a sus dirigentes los escuchaba polemizar entre si, tratándose de poner de acuerdo, inútilmente, sobre la naturaleza del gobierno presidido por Juan Velasco; unos lo determinaban como un gobierno revolucionario, otros reformista, otros bonapartista, otros como un gobierno fascista, también, otros lo determinaban como un gobierno reformista burgués; definitivamente la confusión era evidente.

Un suceso, del que fue testigo, me hizo dudar de modo decisivo. Héctor Vejar, ex combatiente guerrillero, fue invitado a dar una conferencia sobre el carácter de las medidas del gobierno de la Fuerza Armada. El acto se dio en un aula de letras, totalmente repleto. Antes de la exposición se produjeron una serie de escaramuzas tendientes a denunciar a Vejar como un traidor a la causa revolucionaria, aun, tengo grabado en la memoria, las palabras de un dirigente del FER, y miembro de la directiva FUSM, tratando de explicar el viraje de Vejar por causas de su esposa, que la había amenazado con abandonarlo, y por un plato de lentejas que le daba el gobierno. A pesar de ello, Vejar expuso con mucha serenidad y coherencia su posición política, demostrando que las medidas del gobierno estaban afectando las estructuras sociales del Perú. Sin embargo, aprovechando la llegada de un dirigente estudiantil, sobrino de Luís de la Puente, se produjo la gritería, todavía puedo escuchar esos gritos de “Ñique seguro a Vejar dale duro”, una y otra vez, para luego reclamar, “polémica, polémica”. Entre los presentes, junto a mi se hallaba la enamorada de un dirigente de la FUSM, que aprovechando el desorden, extrajo de su bolsa huevos y empezó arrojar al conferencista, sin dar en el blanco. Finalmente el acto se traslado al famoso patio de letras, pero, solo fue para seguir arrojando proyectiles a Vejar, que, tuvo que saltar al estrado y desaparecer custodiado por sus amigos y guardaespaldas. Todavía se dio un mitin, bajo la dirección de Ñique la Puente, que con oratoria fluida, denuncio la traición de Vejar. La forma como se debatió genera mis dudas de la capacidad teórica de los dirigentes estudiantiles. El tiempo, por otra parte, resulto brindando un aspecto a la reflexión: el dirigente que denunciaba a Vejar como un traidor por haber aceptado un trabajo en el gobierno, en su debida oportunidad también ingreso en una dependencia del estado, y no era correcto llamarlo traidor, sin antes juzgarlo humana y socialmente. No, definitivamente no podía ya creer en el revolucionario sólo de palabra de los estudiantes.

El surgimiento de la polémica interna en el movimiento revolucionario, que con gran entusiasmo se producía, sobre el carácter del gobierno, causando mayores interrogantes, esta vez, dirigidas al método o el camino que conduce a la verdad. Entonces, en relación a la confusión imperante, establezco el problema en lo siguientes término: ¿Cómo es posible que se generen tantas respuestas, o verdades, si todos los grupos, o organizaciones son marxistas, si emplean o utilizan un mismo método de investigación?; esta interrogante fue haciéndose mas fuerte en mi. Era consciente que solo cabía pocas alternativas. La primera: los militantes, ideólogos, intelectuales, dirigentes, marxistas, o de los marxistas, no dominaban, por tanto, no conocían a fondo, el método marxista de investigación, y, por este motivo no alcanzaban a formular una verdad única y concreta sobre un mismo objeto de investigación o de conocimiento. La segunda: el método de investigación, la teoría del conocimiento, la filosofía Marxista, era inadecuada, defectuosa, impotente para esclarecer la realidad concreta, el problema  del debate. Yo me inclinaba a determinar la falla en los dirigentes, no, me decía, no conocen, no han estudiado, profundizado el estudio de la filosofía; las pruebas los observaba en la forma como debatían, se argumentaba no tanto refiriéndose a la realidad sino buscando en una cita, frase, texto, de Carlos Marx, Federico Engels, Lenin, Stalin, Mao Tse Tung, Mariátegui, y otros clásicos marxistas,  el criterio de la verdad de sus propósitos. Todas estas motivaciones se originaban en mi interior mientras las contradicciones internas, y las causas externas, desmoronaban al Movimiento Político del que formaba parte.

Y se destruyo el Movimiento. Este hecho fue decisivo. La oportunidad de comprobar el otro aspecto de la interrogante, sobre el poder de la filosofía y el método marxista; así, una mañana gris, propia del invierno limeño, en la Universidad Mayor de San Marcos, en el estadio, imponente y silencioso, nos reunimos los miembros de la base del movimiento, conscientes de que este ya había muerto, fue, cuando, por primera vez, manifesté mis pensamientos, les propuse estudiar la filosofía, considerado como un método de conocimiento y de acción revolucionaria, a fondo, como algo vital, primordial, para poder salir de las confusiones en que se hallaba la izquierda. En esa oportunidad no era plenamente consciente del viraje que estaba imprimiendo en mi existencia y las de mis compañeros. Hoy los valoro como una decisión esencial. Ese inicio fue inédito, nuevo, hasta antes el estudio de la filosofía se realizaba en el interior de las organizaciones, en la llamada escuela de cuadros, donde acudían los jóvenes iniciados a escuchar las conferencias o charlas de los dirigentes más antiguos quienes disertaban sobre temas generales de filosofía, sociología, economía, política. Lo inédito consiste en que nosotros asumíamos en grupo, orgánicamente, el estudio de la filosofía marxista como una tarea vital, como la condición necesaria para una actuación política correcta. Éramos, tal como nos auto llamábamos, el embrión de la organización marxista que tenia que desarrollar determinadas etapas. Desde ese primer paso explico mi existencia alejándose de las tradiciones, los esquemas, las formas, organizativas. Toda nuestra actividad cotidiana, con la esperanza, de dominar y utilizar la más grande conquista del pensamiento revolucionario. Sin embargo este interés en los contenidos filosóficos del marxismo no era motivado por la filosofía misma, no nos impulsaba el deseo o anhelo de hallar verdades filosóficas, sino, más bien de hallar verdades sociales e históricas, por tanto, nuestro interés sobre la filosofía estaba centrado en su calidad de instrumento de conocimiento. Sí, esa fue la forma como nos internábamos en la filosofía, sólo anhelando hallar verdades sociales, esclarecer el carácter del gobierno de entonces. Esto es importante, pues, con la motivación política que me impulsaba, bien pude escoger otros caminos diferentes a la incursión en contenidos filosóficos.

7.- La Primera Experiencia de un Estudio Sistemático y Grupal:

Camino meditando en esta etapa de mi vida, tratando de esclarecer el estudio de la filosofía marxista que hicimos en grupo. ¡Tantas veces lo he hecho! Y cada vez, una nueva luz ilumina el pasado, comprendo los juegos necesarios y casuales, envolviéndonos en el estudio. Han pasado catorce años, muchos para mi, insignificantes en los ritmos históricos de la sociedad y las revoluciones. Al reflexionar sobre la primera experiencia de estudio sistemático y programado de la filosofía marxista, con un fin trascendente, relativo a la revolución, rememoro tantos sentimientos, ¡Tantas ilusiones! y ¡Cuanta ingenuidad!...

Una cosa es asumir una decisión, aceptarla y otra llevarla a la practica. Es solo en este proceso de realización que aparecen las dificultades. La primera: determinar el libro o texto que utilizaríamos en nuestro cometido; fue esta dificultad que me permitió constatar que los fundadores y creadores del marxismo, Marx-Engels, no escribieron en forma sistemática y pedagógica su concepción filosófica, tampoco lo hicieron los mas destacados seguidores, por entonces, ya había leído los libros de Lenin, Stalin, Troski, Mao, sus textos sobre filosofía tienen más un carácter de divulgación, y, muy difícilmente pueden servir a un fin complejo como es la investigación científica. El libro de Politzer, que hace años me pareció inaccesible, en esta oportunidad, lo juzgamos demasiado simple. Necesitamos un libro de nivel superior, destinado no a los obreros, sino, a la universidad. Así, elegimos, como texto base, el libro de Constantinov, “Fundamentos de la filosofía marxista”, escrito con la colaboración de otros miembros de la Academia de Ciencias de la URSS. Un libro de casi 700 paginas. Evidentemente nos impresiono.

Estudiamos un año conformando un círculo de estudios. Siempre recordare esa primera etapa de estudio de nuestras vidas matizadas de lecturas literarias, creación poética y de sentimientos de amistad sincera. Posteriormente, he reflexionado y escrito sobre la significación de los círculos, de esos microorganismos sociales, conteniendo una pletórica vida nueva. Al reflexionar sobre el método de estudios inherentes al círculo, comprendo y compruebo que es superior al método de la lección magistral, o clase magistral, predominante en la enseñanza universitaria, el círculo supera la pasividad del estudiante que escucha a los profesores disertando en el aula universitaria. Y ya con pleno conocimiento, puedo afirmar que el estudio en el círculo, a pesar de sus limitaciones e inexperiencias, ha sido mucho más fructífero y provechoso, que los cursos sobre filosofía marxista que nos impartieron en sociología, bajo el nombre de materialismo dialéctico, I, II, III; en una frecuencia de tres ciclos. Nos reuníamos en un aula vacía, en el estadio, un cuarto o en casa de uno de nosotros. Uno de nosotros leía el libro por párrafos, los demás, escuchábamos en silencio, atentos, luego, formulábamos comentarios tratando de demostrar que habíamos entendido lo leído, buscábamos ejemplos, que ilustrasen o esclareciesen los pasajes leídos. La motivación fue intensa, estoy admirándome, ahora, de la disciplina que mostrábamos. Casi cotidianamente, párrafo a párrafo, culminamos el libro. Sin embargo, ¡desilusión!, aún no nos sentíamos capaces de investigar la realidad, nos sentimos más conocedores, tal vez, entendíamos  los diversos tópicos marxistas, pero, no nos sentíamos capaces todavía de investigar.

Pienso en los plazos, cronogramas, metas, que tentativamente nos trazamos en aquella oportunidad; ¡Cuanta ingenuidad de nuestra parte! ¿Por qué establecimos plazos que no cumplíamos? ¿Con que criterios? ¿Con que experiencia? No podría responder estas preguntas, es casi imposible, lo cierto es que creíamos, si creíamos, que estudiando la filosofía un año, ya estaríamos en la capacidad de investigar, y, sobre esta base, en otro año ya habríamos investigado la realidad, y, en otro año habríamos forjado la organización. Esto no se cumplió, no se cumpliría jamás, no es como muy ingenuamente nos imaginamos. Fue la primera crisis, aun leve, asimilada por nuestra juventud y entusiasmo, pero, fue ya un aviso de que no era tan fácil la empresa que imaginamos. Después del estudio hubo decisiones, casi la mitad de los miembros del circulo partieron, conscientes que no estaban en condiciones de investigar conforme el método marxista

Siempre tratamos de justificar los fracasos. Y por lo general encontramos argumentos que explican los fracasos. En este primer traspiés halle un argumento adecuado, lo asumí, la culpa lo determiné, haciéndome eco de las criticas en boga, al texto, al libro que nos había servido de guía, junto con otros manuales, se le acuso de ser el causante del anquilosamiento del marxismo, de estar, por esto, paralizando el desarrollo científico, de la investigación, creadora. Conforme a esta critica, nos solidarizamos con la consigna que proclamaba volver a la fuente, estudiar a los clásicos, del marxismo. Ahora luego de tantos años, con criterios más amplios, puedo señalar que los manuales, o demás tratados de difusión de la filosofía marxista, no pueden ser culpables de las limitaciones, vacíos, deficiencias de una teoría, que, con rigor, e imparcialidad, debemos atribuir a sus creadores, limitados, por otra parte, por su realidad social. Lo que si se debe reprochar, hasta el día de hoy, a los numerosos manuales sobre marxismo, es su lenguaje dogmático, su expresión proselitista, apoyándose en citas de Marx, Engels, etc. Más que en demostraciones o comprobaciones de hechos, al final, cuando se alcanza un nivel de conocimiento, lo único que provoca estos tratados es un sentimiento de desprecio rotundo.

Es importante observar nuestro comportamiento cognoscente en esta primera experiencia de estudio sistemático. Repetíamos lo leído con otras palabras, a modo de comentarios; esclarecíamos lo leído con diversos ejemplos, con el fin de comprender mejor, llevando el texto a nuestra realidad cotidiana y familiar. Pero, y, esto es esencial determinar, en ningún momento se nos ocurrió dudar de las verdades básicas, no podíamos, no cabía, todo lo estudiado estaba garantizado y respaldado por el genio creador de Carlos Marx, de su amigo y colaborador Federico Engels, del genio político de V. I. Lenin, etc. Solo después de varios años comprendí que nos envolvimos en la trama dogmática del texto, y en la práctica nos habíamos auto catequizado. Esta experiencia solo nos sirvió para entender el marxismo, no para razonar críticamente en sus contenidos. Por otra parte, esta experiencia no estaba estimulada por una finalidad filosófica, de acuerdo a nuestro plan esto no nos interesaba como un fin, nos movíamos para dominar un instrumento, una teoría, o un artefacto teórico, que nos permitiera guiarnos en nuestra practica revolucionaria. Este mismo fin persistió en la segunda gran experiencia del estudio de la filosofía marxista, comprendiendo que el error radicaba en los manuales, no en nosotros, y por tanto se imponía la necesidad de repetir la experiencia a un nuevo nivel, relacionándonos con los clásicos directamente. Pero, esto es ya otra aventura en el camino al descubrimiento de la filosofía.

8.- La Segunda Gran Experiencia en el Estudio de la Filosofía Marxista:

Hoy es domingo. Sin embargo, para mí, es otro día más en mis caminatas. En mi vida no hay presiones, no tengo relojes, horarios, sólo mi autodeterminación de esclarecer el camino que nos conduce al descubrimiento de la filosofía. Y en esta madrugada primaveral, tímida y opaca, estoy recordando la segunda gran experiencia del estudio de la filosofía. Esta etapa es muy difícil de metabolizar y ordenar, pues, fue muy compleja y de una duración prolongada, ¡más de cinco años! No he tenido conocimiento de un grupo político, o de estudio, que se envuelva tantos años en el estudio de la filosofía marxista. En esos años se produjeron ¡Tantas vivencias! ¡Tantos hechos y experiencias valiosas! Es realmente abrumador. Cinco años empapados de sentimientos de alegría y tristeza, de conocimientos, de críticas, de amistad, y de esperanzas. Por eso es muy difícil valorar de golpe toda la significación de esta experiencia en sus repercusiones en nuestras vidas y para la filosofía

En todos estos años el estudio crítico de la dialéctica es la constante, el núcleo, imponiéndose, fundamentando nuestras acciones, nuestro ser, y esperanzas de justicia social. Tan lejos ya me siento del día en que la palabra dialéctica me pareció inasequible, ya no como arte de razonar, sino, como teoría que explica los cambios, las mutaciones, el movimiento, el desarrollo de las cosas, de los procesos. En relación a la Universidad, a su aspecto valorativo, el grupo determino este estudio como más importante que los estudios que seguíamos en las aulas Universitarias. En relación a la primera gran experiencia esta segunda experiencia del estudio de la filosofía marxista presenta aspectos superativos, aunque es muy complicado determinarlos de golpe. Por ello es esencial proceder separadamente. La primera superación lo constituye la programación de nuestro estudio, ya no en base o siguiendo el índice de un manual o tratado, si no, siguiendo una concatenación de temas vinculados al contenido de la dialéctica. De este modo nos propusimos el domino de las categorías y leyes de la dialéctica, tratando en primer lugar, los pares categoriales, como son causa-efecto, posibilidad-realidad, casualidad-necesidad, esencia-fenómeno, finito-infinito, continuo-discontinuo, etc. Y, luego, el estudio de las leyes de la dialéctica como son: la ley de la unidad y lucha de contrarios u opuestos, la ley de la negación, la ley de la transformación de los cambios cuantitativos en cualitativos. Una segunda superación lo constituye las fuentes de estudio, ya no remitido a un libo guía, sino a una extensa y amplia bibliografía, en este listado, siempre abierto a su incrementación, en primer lugar ubicamos a los clásicos del marxismo, principalmente a Federico Engels y V. I. Lenin, luego, a los académicos soviéticos, y, lo fundamental, la inclusión de autores franceses, italianos y alemanes, así, los nombres de Henry Lefevre, Lucien Seven, Mauricio Godolier, Louis Athuser, Garaudy, Haveman, Herbert Marcuse, Gransci, y otros, se nos hicieron familiares, y, las lecturas de W. G. F. Hegel constituyeron de gran repercusión de nuestro desarrollo teórico. Esta pluralidad elevó considerablemente de modo manifiesto nuestro nivel de estudio. Y no solo eso, en lo que a mí respecta, me permitió intervenir de un modo polémico en el aula de clases en la Universidad, algunos profesores me señalaron como un neohegeliano, o un neo marxista, pero, careciendo de base, solo lo señalo como una prueba de nuestro progreso en el estudio quedando atrás la etapa del manual.

La más importante superación que experimentamos en relación con la primera experiencia de estudio fue lo concerniente al método de estudio, a pesar de proseguir siendo un grupo de estudios, un círculo, relativamente pequeño, parecido a lo anterior, sin embargo, en cuanto a la forma de estudiar los contenidos se dio profundos cambios, decisivos en nuestra formación. Se supero el método anterior, se suprimió la lectura catequizante, en su lugar se dio la exposición, por turno, o sorteo, del tema a tratar, por uno de los integrantes, previa presentación de un trabajo escrito sobre el tema. Luego de la exposición del tema por el compañero, se procede a una fase de preguntas y de debate. Estas discusiones que duraban horas, abarcando toda una mañana, o una tarde, o gran parte de la noche, fueron sugestivos, cautivantes, y hasta, en cierto modo entretenidos. De este modo, se ponía de manifiesto juicios críticos, racionales, es decir, ya no solo nos contentábamos con entender, sino, sobre esta base, razonar críticamente. Al culminar el estudio de un par categorial, por ejemplo causa-efecto, que a veces se prolongaba por varios meses, se procedía a encargar a un compañero para la realización de un trabajo escrito de resumen, sobre la base de un cuaderno de secretaria, donde habían quedado consignados todas la intervenciones y conclusiones sobre el tema. También en relación a la base de los ejemplos hay superación, ya no los formulábamos con miras a comprender un párrafo de un libro guía, sino la finalidad era el esclarecimiento de las mismas determinaciones conceptúales, con una inquietud científica, proveniente de de nuestros centros de interés o campos de estudio profesional y científico. Al recordar todos esos años transcurridos, los siento como los mejores años de mi vida, no sólo por los lazos vinculados al estudio, sino, por la solidaridad entre nosotros, la amistad que creció bajo estas sombras, y, por la caminatas que efectuábamos con Alfredo Madrid. ¡Todo eso es ya pasado! Se fue al pozo del ya no ser, sin embargo, siento la necesidad de rescatarlos de la acción destructora del tiempo, que poco a poco no va dejando nada del ayer.

Nuevamente, debo admitir con sinceridad, que en esta gran experiencia tampoco nos animaba descubrir verdades filosóficas, no nos introducíamos como un fin en la filosofía. Este grupo inicio su existencia con un documento, que redacte entonces, de naturaleza política, un llamado a constituirnos como un embrión revolucionario, cuyo desenvolvimiento debía conducir a plasmar una revolución social inédita, creadora, sobre la base del conocimiento.

Para nosotros no existía problemas filosóficos por resolver, conforme la concepción marxista, el problema estaba resuelto de modo diáfano, a favor del materialismo, y bajo una interpretación dialéctica. Fue todo una aventura, al final sentíamos y observábamos las cosas con determinaciones o con las categorías dialécticas.

9.- Mi Primera Experiencia Por los Caminos de la Creación Crítica:

He sido con la dialéctica y lo sigo siendo en este mi caminar. Me dirijo a la Universidad San Marcos. Esta vez sin el fuego de las motivaciones políticas que hasta hace poco ardían en mí. Solo deseo caminar solitario por sus veredas. Contemplar los escenarios de mí actuar: el bosquecillo de la tristeza, el estadio, el patio de letras. Y mi aventura filosófica. ¡La Universidad! Fue, y creo que todavía lo es, una obsesión, he pensado sobre ella una y otra vez, tratando de comprender las posibilidades revolucionarias que encierra. Mis estudios aún siendo incompletos, empezaron a dar sus frutos. Comencé a escribir. La universidad fue el centro del objeto de mi reflexión. El primer ensayo sobre este tema lo hice motivado por la realización de uno de los congresos de la F.E.P, Federación de Estudiantes del Perú, en su introducción hice una critica al documento político de ese Congreso, contra su lenguaje sectario, difícil de llegar a todos los estudiantes del Perú; luego, en un primer capitulo, recogí el legado de José Carlos Mariátegui, tanto de sus siete ensayos como de su obra Temas de la Educación, y las enseñanzas que de sus escritos desprendían. En los últimos capítulos, determinaba a la Universidad en forma dinámica, conjugando las cuatro categorías, básicas del materialismo histórico del movimiento estudiantil. Esta incursión critica que lo menciono muy tangencialmente, puede parecer extraño a la ruta filosófica, sin embargo, significó un paso en su búsqueda, por este camino se resolvió en parte la perspectiva de cinco años. El fracaso de mi propuesta nos condujo a aislarnos de la Universidad en su contenido político. Pudo ser diferente. Mis proposiciones, que no solo los redacte por escrito en el ensayo sobre la universidad, los hice en asambleas de estudiantes. Toda la misión y crítica al movimiento estudiantil lo concreté en una metáfora, “el movimiento estudiantil-decía-semeja a un canillita que nos propaga las noticias de los periódicos, grita, vocifera, pero, no es actor, no es protagonista de la gran empresa histórica de la revolución social. Esta misión la rebaja, no responde a su esencia, y, para rectificar debemos dar un viraje, cumplir la misión de encaminarnos a la clase obrera, a las masas populares, llevando ciencia, teoría, creación, el método y la filosofía dialéctica marxista, para que la clase obrera asuma conciencia de su verdadero rol histórica…” Después de este planteamiento que no tuvo eco, o acogida, nos retiramos a la clandestinidad, nos aislamos de la Universidad, con un sentimiento de desprecio por su mediocridad, por su política domestica, sectaria, coyunturalita, y, siguiendo nuestra propia senda perdimos todo contacto con la “bazofia ecléctica de la dirigencia estudiantil,” como Alfredo y yo, conforme a Engels en el anti-Dhuring, calificamos a los políticos estudiantiles.

Ahora, después de tantos años, al reflexionar sobre estos hechos, concluyo que hubo mucho egoísmo en nuestro planteamiento, también gran dosis de subjetividad. Anhelábamos que el movimiento estudiantil se adecuara a nuestras metas, que hiciera lo que hacíamos nosotros. Por otra parte, no teníamos interés en una lucha política por asumir cargos en los gremios de la Universidad, no teníamos el interés en dirigir el movimiento, y, nuestra pretensión de un movimiento estudiantil llegando a la clase obrera, no se concretaría, nosotros, los únicos que aspirábamos a ello, no queríamos perder nuestro tiempo en tareas políticas, que, sentíamos, que nos alejaría del estudio iniciado. A pesar que nos aislamos, ahora, reconozco que jamás nos separamos del movimiento estudiantil, siempre, mientras estuvimos unidos, hemos sido parte de ese movimiento, cumplíamos un objetivo, una experiencia; la prueba de nuestra pertenencia a este movimiento es el momento en que ya nos separamos de la Universidad, también, coincidentemente, el grupo se destruía. Los frutos que esperamos cosechar en algunos años recién los estamos haciendo, después de muchos zigzagues. Esta exposición sobre la filosofía, tal vez no compartido por mis ex compañeros, es fruto de este camino. También, el primer ensayo sobre la universidad, motivado por el estudio de la filosofía marxista, lo determino como parte de un movimiento de estudios Universitarios. Este trabajo, cuyos manuscritos no se hallan en mi poder, lo ubico, en forma un tanto imprecisa, en los límites entre el final del primer estudio de la filosofía y el comienzo de la segunda gran experiencia.

10.- El Primer Recuerdo Sobre Alfredo Madrid:

Hace dos semanas, fue el dos de noviembre, día en que se recuerda a los muertos. He pensado en Alfredo. En mi caminar solitario, de golpe, me invadió recuerdos muy dolorosos. El día en que sus amigos conducimos en hombros, el ataúd que contenía su cuerpo yerto, y, el homenaje que le hicimos sus amigos, me visito conmoviendo mis sentimientos. En aquella ocasión en un breve discurso había manifestado, “Tú no has muerto Alfredo, vives en los corazones de tus amigos…Los hombres como tu no mueren jamás.” Luego, otro amigo, Luís Alberto Castillo, leía el poema que mas le había gustado en vida. Mis palabras resultaron proféticas, se cumplieron, Alfredo, vives socialmente, siempre lo recordamos, su presencia siempre es fresca. Ahora en mi soledad viene en mi ayuda. De todas las facetas de Alfredo me centro en su ser filosófico, quizás sólo conocido por nosotros los miembros del grupo.

La primera manifestación del comportamiento, muy controvertido, filosófico, de Alfredo, fue cuando leíamos y comentábamos la filosofía del obispo Ingles Berkeley, caracterizada y determinada como un idealismo subjetivo; este filosofo presentaba las cosas identificándolas con las sensaciones, el ser es ser percibido, no una manzana fuera de las sensaciones, sino solo como un conjunto de sensaciones; nosotros observamos como esta filosofía conducía necesariamente, a la afirmación de que sólo existe uno, el ser que piensa y siente, y, todo lo demás son sus sensaciones; así, un hombre llegaría a la afirmación de que solo el existía, y el universo todo solo son sus sensaciones, sus representaciones e ideas. Desde una perspectiva social, V.I Lenin, en su obra Materialismo y Empiriocriticismo, ponía al descubierto los propósitos del obispo Berkeley de combatir a las ideas ateas y su consecuencias nefastas, sin embargo, Lenin, contra el Idealismo de carácter subjetivo, sólo contraponía afirmativamente la existencia de las cosas fuera e independientemente de la conciencia de los hombres, de la materia, como una cuestión de principio, señalando a la practica como un criterio de refutación a esta posición Idealista. Posiblemente, Alfredo, no se convenció de los argumentos marxistas o materialistas, o, tal vez, quiso jugarnos una broma, ya no podré saber la verdad de sus intenciones, pero, un día, al siguiente, llegó a la Universidad, sosteniendo las ideas del Idealismo subjetivo, en sus ultimas consecuencias, es decir en su extremo solipsismo. Con su aspecto risueño, jovial, con su voz grave, de actor de telenovela, como lo llamaba una amiga, todavía no tenía sus bigotes cervantinos, ni sus lentes a lo Quevedo, nos decía:

- Ustedes, sólo son mis sensaciones. Combinaciones de mis sensaciones. Todo esto y -señalaba las cosas- sólo es lo que yo percibo. Todo, todo son mis sensaciones. Ustedes. no existen fuera de mí, no existen. Nos miraba con sus ojos achicándose de risa, burlándose, al vernos extrañados por sus palabras. Cuando uno de nosotros le replico:

- Pero, lo que nos dice no es posible Alfredo, te has vuelto Berkeleyano. Eso es idealismo subjetivo puro, solipsismo, no puedes llegar a ese extremo.

- Eso a mi no me importa. Para mi son un complejo, una combinación de mis sensaciones. Y no se como me podrían demostrar lo contrario. ¿A ver?- y lo veíamos burlón, desafiante.

- Ósea que yo no existo fuera de ti. Si mueres yo también dejo de existir.

- Por supuesto. Como eres solo mis sensaciones, si yo muero también mueres tú. Y no solo tú, todos, y todo.- Y nos miro lanzando una franca carcajada. Nos percatamos que se estaba burlando de nosotros, estaba jugando, pero, fundamentalmente con su desafió, nos estaba poniendo a prueba.

- Y si yo te dijera, que más bien tú eres una combinación de mis sensaciones.

- Entonces, te diría, que eres una combinación de mis sensaciones que me dice que yo soy su combinación de sensaciones, es decir una combinación rebelde. Definitivamente no hallamos argumentos contra la posición de Alfredo. Caminando por la avenida Venezuela, a uno de nosotros, en broma, se le ocurrió empujarlo a la pista, cuando hizo el intento, Alfredo impasible, siempre burlón le manifestó:

- Esa actitud no es un argumento. Con eso no demuestras nada.

- Pero, Alfredo, es la práctica. Sí tú crees que esto es sensación tuya, entonces los carros también lo son, por lo tanto no debes temer ser atropellado.

- Hay sensaciones y sensaciones muchachos. Hay sensaciones dolorosas que no me gustaría experimentar. Además, yo no he manifestado que mis sensaciones no puedan causarme daño. Y la práctica, que crees que va refutarme, no demuestra nada, en cada caso concreto es posible deducirlo o convertirlo a sensaciones o combinaciones de sensaciones…

Entre bromas y risas, jugando, Alfredo nos dio la primera gran lección en filosofía. Supo ser coherente hasta el final con sus argumentos. Y la verdad, en aquella oportunidad, no pudimos encontrar argumentos contra sus afirmaciones. Tal vez pudo más nuestro sentimiento de identidad con el marxismo, solidario con el materialismo y con la revolución. Pero Alfredo nos tuvo a raya un buen tiempo con esta postura que desencadenó situaciones ridículas, jocosas, extremas. Luego casi espontáneamente lo abandonó, sin que nadie lo convenciera lo contrario. Pero, el germen de la duda, todavía muy tenue y ofensiva se introdujo. Ya después de la muerte de Alfredo, en una ocasión se me ocurrió entrar en una aula donde se estaba desarrollando la asignatura de Materialismo Dialéctico, coincidentemente, el profesor estaba criticando el Idealismo de Berkeley. Asumí su defensa, al igual que Alfredo, aceptando su extremo, originando una polémica que culmino en el Centro Federado de Letras. Pude comprobar, nuevamente, después de años, que los argumentos del materialismo no lograban refutar coherentemente y racionalmente a esta concepción extrema del idealismo, resistente a todos los argumentos. Sólo después, desarrollando mis descubrimientos sobre el ser y la esencia social y sus procesos, puedo superar racionalmente este idealismo, demostrando su inconsistencia y sus absurdos. Pero, el recuerdo de la postura de Alfredo sucedió hace tantos años, y, lo tengo grabado, como un paso, entre los muchos dados en mí introducirme en los contenidos filosóficos. No nos interesaba la filosofía, de ahí, lo episódico y anecdótico del hecho, y, he tardado casi quince años en valorarlo en su real dimensión y en su trascendencia.

11.- Una Experiencia de Estudio y Práctica con un Grupo de Obreros:

Otro hito en la segunda gran experiencia del estudio de la filosofía marxista lo constituye la prematura relación con un grupo de jóvenes obreros de los sindicatos de metal mecánica. La realidad no espera. No es como nos imaginamos, o lo proyectamos, y, más bien, nos va brindando sorpresas en su entretejerse de lo casual con lo necesario. De acuerdo a nuestro plan, debíamos seguir un proceso por etapas, primero nos propusimos estudiar el método dialéctico, luego aplicarlo a la realidad social, finalmente incursionar en la clase obrera. Pero, antes que se desarrollara íntegramente este plan, cuando estábamos estudiando el método dialéctico, una compañera, nos puso en contacto con los dirigentes obreros de varios sindicatos de metal mecánico. Era la oportunidad de llevar a la práctica lo que antes había planteado al movimiento estudiantil, llevar a la clase obrera la filosofía marxista. De este modo, con m hermano, aceptamos el reto de interactuar con este grupo de jóvenes obreros.

¡Cuántos recuerdos! Y ahora que camino por estas calles limeñas, ahora, que me siento un ser libre de ataduras, sonriente, no podré olvidar jamás, una gran caminata, que realizamos con los obreros, por las afueras de Lima, durante dos días, durmiendo en campo abierto, contemplando el amanecer mas maravilloso de mi vida, el sol tiñendo en una gama de rojos el cerro. Tampoco es posible olvidar la caminata que hicimos por la playa, durmiendo en la orilla del mar, tantos recuerdos, ¡imagines bellísimas! Y sin poder pescar un solo pez, obligados a comer cebiche de solo limón y cebolla. Pero, no voy a detenerme a narrar todas las anécdotas, ese cúmulo de hechos solidarios, fraternos, sólo, voy a limitarme al estudio que hicimos de la filosofía. Nuestra situación era la siguiente: mi hermano y yo integramos el grupo de estudios de filosofía, fundado en la Universidad, como grupo militante, ellos, los obreros, sindicalistas, se integraban en el grupo que se abría a nosotros, pero, que tenía un proyecto político diferente: nosotros tratando de realizar la filosofía en la clase obrera, ellos, aspirando a una lucha insurgente, motivados por la guerrilla urbana uruguaya de los tupamaros, y de la experiencia cubana y boliviana. Y recién comprendo que cada sector, el nuestro, como el de ellos, jugábamos a convencernos de la perspectiva estratégica final. Y no se pudo dar la convergencia, con mi hermano, entre ellos y el grupo embrión. Se trunco el intento de desarrollar la filosofía en la clase obrera en su vanguardia de un modo sistemático, superando el adoctrinamiento dogmático y de manual. El ritmo de estudio se quebró, con ello, el grupo de estudio obrero, los motivos, que en esa oportunidad se esgrimieron, ahora, me parecen que fueron pretextos, en efecto, el incidente de que nos vigilaba un policía de seguridad del Estado no es muy convincente, de haber existido en ellos una voluntad de continuar pudimos haber proseguido en otros locales, incluyendo la Universidad. Lo cierto fue los caminos diferentes que representamos, nosotros veíamos el problema en forma no inmediata, ellos en cambio anhelaban comenzar lo más pronto posible la lucha. Al final ni nosotros ni ellos, las circunstancias no lo permitieron, las fuerzas de dispersión pudieron más.

Representábamos dos caminos de proyectar el cambio social. La historia, nos decían, no espera, no se adecua a planes; mientras ellos trataban de hacer la historia haciendo, más que un hacer conociendo, como nosotros planteábamos; sin embargo, ninguno de los dos realizamos, ni nosotros que quisimos un hacer consiente, ni ellos que querían hacer haciendo. Todos estamos dispersos, la mayoría en diferentes remolinos sociales. Y los vicios que criticamos en aquella oportunidad, en relación al actuar de la izquierda, continúan vigentes, la improvisación, el espontaneísmo, el caudillismo, etc. siguen dándose y creciendo como la hierba mala. Mi permanencia en el grupo obrero, tratando de llevar a la práctica el principio marxista, de impulsar la conciencia de la clase obrera, fue un paso muy importante en la senda que me llevo a descubrir la filosofía. En aquel momento estaba persuadido que ese era una tarea vital o importante para la revolución, ahora, asumiendo todas las ideas y descubrimientos producidos en mi caminar, puedo, concluir, que ese intento de llevar la filosofía a la clase obrera es artificial, postizo, externo. En realidad, así, la filosofía no se realiza como tal, sólo intenta realizarse como medio, e instrumento, no es pues, un intento de ser realmente con la filosofía, sean cuales sean las consecuencias, sino, es sólo su pretender utilizarla en la lucha social. Comprendo que no podía actuar de otro modo en aquel tiempo, debía seguir las huellas, los anhelos de Carlos Marx, en esta aventura por la vida social. Pero, de hecho, la idea, el pensamiento, de que la filosofía pueda repercutir en la existencia individual y social del hombre no la abandoné. ¡Pero, cuan diferente se me presentaría mas adelante esta repercusión de la filosofía! ¡Cuán diferente!

12.- Nuestra Incursión en la Filosofía de Hegel el Oscuro:

Camino bajo un cielo azul limpio, imponente, inmenso, hermoso. Todo se vuelve pequeño cuando veo el cielo. Esta vez en un día primaveral cálido. La vida fluya. Es el devenir dialéctico. La metáfora del rió, enunciado por Heráclito, llega a mí. Heráclito el Oscuro. Todos los dialécticos oscuros Este mi caminar es también como el río de Heráclito, con sus burbujas, sus lomos reflejando la vida, con sus corrientes profundas. Reflexiono en la incursión de mi vida, como de mis compañeros, en la filosofía de Hegel, principalmente en sus obras, La Fenomenología del Espíritu, y la Ciencia de la Lógica. Reconozco que esta relación ha sido decisiva, clave, en mi internarme por los contenidos filosóficos, fui el primero, el iniciador en el grupo, de converger con Hegel, mi ejemplo fue seguido por todos los miembros. El impacto, la repercusión, de la fuerza penetrante del pensar de Hegel, fue decisivo, elevando considerablemente, sin precedentes, el estudio de la filosofía.

Estoy convencido, en lo que respecta a mí meterme con Hegel, en lo relativo a mi persona, constituye un hito en mi vida. No soy Hegeliano, ni neohegeliano. No soy un erudito en Hegel, menos un especialista en su filosofía, y, con sinceridad debo señalar que estudie a Hegel solitario, sentado al pie de uno de los eucaliptos, en el bosquecillo de letras, al que bautice, al ver sus árboles delgados y macilentos, como el bosquecillo de la tristeza. Para estudiar a Hegel abandone dos ciclos de la Universidad, pues, la pesadez, la aridez, de su exposición me obligaron a ello. Por ello, no quiero pecar de especialista, la influencia de este gran pensador esta en mi discurrir, aún cuando, hace varios años, sus libros estén cerrados para mi, siento su influencia en mi vida misma.

Me introduje en los ríos densos del exponer de Hegel por mi deseo de comprender a profundidad a El Capital de Marx, en lo relativo a su método de investigación. La casualidad y la necesidad nuevamente se entretejieron. Leía los cuadernos filosóficos, de V.I. Lenin, los resúmenes de la Ciencia de la Lógica, cuando descubro en un recuadro la siguiente observación de Lenin:

“Aforismo: Es completamente imposible entender El Capital de Marx y en especial su primer capitulo, sin haber entendido a fondo toda la lógica de Hegel. ¡Por Consiguiente, hace medio siglo ninguno de los marxistas entendía a Marx! (172).

La lectura de esta nota me llamo a la reflexión, era una suerte de invitación, de desafió. Y tal fue mi resolución que a los pocos días buscaba en librerías las obras de Hegel, en especial su Lógica. ¡Cuán ingenuos! ¡Ridículos! ¡Simplistas! Me parecieron los argumentos sobre el estudio del marxismo imperante en la Universidad, bajo la influencia de la revolución cultural china, en que los estudiantes izaban la bandera roja en el aniversario de la revolución china, y el librito rojo de Mao era como un oráculo. Todavía recuerdo las palabras de un dirigente estudiantil, hoy diputado por izquierda Unida, que me decía, “Basta con estudiar a Mao Tse Tung, el representa el marxismo de nuestro siglo, de la decadencia del imperialismo, así como Lenin expreso el marxismo de la expansión del imperialismo, y Marx del capitalismo pre monopolista, Mao Tse Tung expresa y supera a los anteriores, con estudiar su obra es suficiente…” Así de simplistas son nuestros marxistas, buscando siempre economizar pensamiento y esfuerzo creador.

Estudie las obras de Hegel lentamente, armándome de paciencia, tratando de comprender su pensamiento. De esta forma asumí conciencia que Hegel, dejando de lado sus expresiones religiosas y su idea absoluta, es el expositor de la dialéctica, categorías, conceptos y leyes, y, que Carlos Marx y Federico Engels no habían aportado, en este campo, un solo descubrimiento en dialéctica, además, que, Lenin, solo lo resumía o comentaba, pero, aparte de sus notas, interjecciones, admisiones, observaciones, desde una posición materialista, al final de cuentas, se inclinaba, se sometía, a este gran pensador.

He reflexionado numerosas veces sobre lo que otorgó a mi vida y pensamiento el pensar y la obra de Hegel. Y hoy nuevamente vuelvo a concluir: depuró mi conciencia de prejuicios, de ingenuidad, de credulidad ciega; torno mi pensamiento crítico. Le imprimió la capacidad de levantar vuelos independientes, libres. Todo esto no lo comprendí de inmediato y de modo directo. Continuaba en mis posiciones marxistas, y, Hegel, ayudaba a una comprensión critica y profunda del marxismo. Sin embargo, es necesario reconocer que nos encaminamos a Hegel, no por lo filosofía, sino, por la necesidad social, Lenin lo reclamaba para comprender El Capital, esto, además de ser una limitación fue una ventaja, nos puso en alerta de caer en el idealismo, en las ideas sobre el principio de la idea absoluta. De todas maneras, es con Hegel que mi pensar empieza a sentirse libre, capaz de ser independiente de la tutela de otros pensadores, de los dogmas, de la credulidad que había caracterizado mi estudiar la filosofía marxista en una primera etapa bajo el texto guía del libro de los académicos soviéticos.

13.- Alma Matinal, segundo intento de generar un Movimiento Teórico en la Universidad:

Un nuevo amanecer en esta mi aventura por la senda del recuerdo. Soy consciente, que cada mañana es diferente. Siempre descubro un matiz, un elemento, una disposición diferente. Hoy estoy pensando en un amanecer diferente, a una vida social nueva, justa, socialista, precedida por el sol matinal de pensamientos creadores. Otra ilusión aun no creada por la humanidad. En esta mañana reflexiono sobre la aventura de nuestro grupo en la publicación de la revista, que, justamente, lo denominamos Alma Matinal. Su contenido no fue explícitamente filosófico, pero, estaba animado e impulsado por la filosofía que estudiábamos, como intento de aplicación creadora. Fue el segundo y ultimo intento de impulsar un movimiento teórico crítico en la Universidad. Luego, nos encerramos marginales, concentrándonos en el estudio.

En el sendero que me condujo a descubrir la filosofía, estas publicaciones, lo considero otro paso más, aunque en esa actividad mis preocupaciones no eran filosóficas. Alma Matinal, significa, especialmente para mi, el despójame del lenguaje sentimental, emotivo, mordaz, que manifestaba bajo la manifiesta influencia de Lenin, y, la adopción de un lenguaje conceptual, bajo la influencia de Hegel y de Marx en el Capital. Esta influencia en la forma expositiva lo he mantenido hasta hace poco. Al desprenderme del lenguaje del creyente, del dogmático, la ubicación que emprendimos constituyo un paso delante. El recuerdo de Alfredo, uno de los animadores de Alma Matinal, nuevamente me llega, en esta oportunidad demostrando su capacidad de investigador, internándose por los contenidos de la obra literaria de José María Arguedas; Alfredo, me conversaba entusiasmado sobre las revistas, periódicos, que revisaba para comprender la vida de Arguedas, su articulo fue publicado en el número 1 de la revista con el nombre de Realismo Trágico de una Necesidad, y lo hizo bajo el seudónimo de Ulises. El clima era de entusiasmo y favorable como para impulsar la revista largamente.

La publicación en sí constituyo una experiencia con diversas notas. En una primera instancia, mediante unos contactos de los integrantes del grupo con los dirigentes del Centro Federado de Psicología, la revista estaba destinada a emerger como edición de este gremio, sin embargo, en el curso de las negociaciones surgieron mil inconvenientes. En un momento el secretario de Prensa y Propaganda, de ese gremio, puso un aviso llamando a los estudiantes de psicología a colaborar con la revista, sin resultados. Ni un solo estudiante entrego un trabajo serio como el que nosotros teníamos. No es oportuno comentar o relatar el truncamiento de la publicación de la revista mediante el CEP de San Marcos. Finalmente la publicación se efectuó en la Universidad Nacional de Educación, asumiendo, nosotros como grupo, ya no dentro de la institución Universitaria. Fueron jornadas de trabajo entusiasta, en los diversos aspectos manuales, ya sea guillotinado el papel, compaginando, etc., Alma Matinal tuvo dos números, el segundo fue llevado por un dirigente de la Federación Estudiantes de la Cantuta a un evento en el exterior como una muestra de lo que hacíamos en el Perú. Pero, nada de ello ya importa, estoy, ahora, meditando la frustración de este movimiento teórico, anulando una diversidad de posibilidades.

Solo dos números publicamos. La revista dejo de existir no tanto por la indisciplina de los miembros si no, más bien, por la excesiva disciplina del grupo, por constituir un grupo militante; teniendo ya el tercer numero, todos los materiales, tuvimos que suspender su publicación por considerar que no todos los compañeros estaban en condiciones de participar, hasta que todos estuvieran en la capacidad de escribir. Nuestro desarrollo era desigual, y, eso era evidente, no podía ser de otro modo, siempre hay personas que tienen mayor energía o mayor entusiasmo para despegar y desarrollarse. En la revista volví a escribir sobre el tema de la Universidad. Volví sobre el tema, pensando desplegar su tratamiento en una serie de ensayos, dinamizando las determinaciones marxistas en otras facetas, poco profundizadas, como son las superestructuras. Todo este proyecto quedo sólo como una posibilidad. Al reflexionar esta vertiente, mi pensamiento se siente tentado a tratar de averiguar como hubiera tomado forma mi pensar de haber culminado este proyecto, en que modo se hubiera modificado o revitalizado el marxismo. No lo puedo determinar con claridad. Lo real son los dos únicos artículos que publiqué, bajo el seudónimo de Ninarimachik, y eso es todo. Han pasado más de diez años de esa aventura. Alma Matinal fue una ilusión de muchos jóvenes, yace en el olvido, y, ahora, lo desempolvo consciente del resorte que significo en mi caminar…

14.- Alfredo y sus Argumentos Sobre la Materia y el Vació:

Nuevamente, en esta mañana hermosa, brillante de sol, llega a mi recuerdo Alfredo Madrid. Me parece vislumbrarte sobre las brumas del pasado como un quijote, o un caballero andante. Incansable caminante, te siento con tu voz grave y franca, siempre bonachón, complicándome la razón, con tus argumentos insólitos. En esta oportunidad me detengo en un argumento, no sé si lo habrías leído en un libro, pues, no he tenido ocasión de comprobarlo, o eran fruto de tus especulaciones. Lo cierto, es que a modo de Zenón el Eleata, y, sus famosas paradojas, me planteaste un problema que no se me había ocurrido. Caminando en la cuidad Universitaria, de pronto me dijiste:

- En el espacio sideral vemos las estrellas, entre las estrellas en medio el espacio que es el vació. Yo le quede mirando, sin atinar a adivinar hacia dónde apuntaba sus palabras, capte su sonrisa haciendo crecer sus bigotes cervantinos, y, continúo:

- Entre el sol y sus planetas, nuevamente el espacio, el vació.

- Es cierto, pero, ¿adónde quieres llegar?

- Paciencia, muchachón. En la tierra, vemos una diversidad de seres, y, entre ser y ser, nuevamente el espacio, el vació. Continua.

- En un ser, por decir, en un ser vivo, aparentemente compacto, pero, lo determinamos compuesto de sistemas, aparatos, cavidades, y entre órgano y órgano, nuevamente el espacio, el vació de ser. ¿Estas de acuerdo Juze?

- Sí, hasta donde has dicho es cierto. Continua.

- Y llegamos a la célula. ¿Qué hay? Nuevamente sistemas, aparatos, órganos, y entre cada parte o elemento celular, nuevamente el vacío, el espacio, el no ser relativo. Quede un poco silencioso. Al mirarlo me percate que se estaba burlando. Pero, también no tenia dudas sobre la coherencia de su pensamiento, por eso un tanto impaciente le pedí que continué.

- Está bien, me dijo, llegamos al átomo. Que los griegos creían la parte indivisible de la materia. Esto ya no lo vemos directamente, pero, se ha determinado sus elementos, todo un sistema, núcleo compuesto de protones, neutrones, los electrones girando en torno al núcleo. Entre electrón y electrón nuevamente el vacío, el espacio. Y si pudiéramos seguir penetrando, seguramente volveríamos a hallar el vacío, y la materia empequeñeciéndose más y más. Te das cuenta.

- Sí, pero, no sé a donde pretender llegar.

-Que la materia tiende a la nada, al vacío de ser, hasta un punto en que de pronto ya no hay materia, sólo vacío, sólo nada. ¿Te das cuenta? Vemos una cosa, nos parece consistente, compacta, pero, eso es sólo apariencia, ilusión, pues, al ver su composición, es como una celdilla, como un cernidor, tanto en su gran dimensión como en lo más pequeño que contiene, pequeñísimos cernidores. Es casi una cosa hueca. Tal vez es una pura nada Y me miro burlón, y, luego viendo mi rostro asombrado, se puso a reír a carcajadas, entonces le dije, casi en forma contundente.

- Bueno Alfredo, entonces, que esperas para atravesar esa pared, si al final con tus razonamientos, esa pared es una nada, lo puedes atravesar.

- No Juze, esa tu respuesta no es correcta, es empirista. Con ello no has rebatido el argumento de la tendencia del ser de llegar al vacío, a la nada.

- Esta conversación ha sucedido hace mucho tiempo, no voy añadir mis comentarios de hoy, no estoy seguro si fue antes o después de la publicación de Alma Matinal. Este primer recuerdo sobre el ser de la nada, es asombrosamente como un lejano presentimiento de mi descubrir la filosofía. Ya en el grupo, luego, Alfredo, se mostró un ferviente admirador de Federico Engels, a quien lo nombraba como el gran maestro, sobre las bases de sus obras y los descubrimientos científicos presento un trabajo interesante sobre la materia, definitivamente, Alfredo era impredecible. Ahora lo recuerdo, a Alfredo, nuestro amigo, paradójico, y, curiosamente, lo estoy sintiendo como mi maestro, yo no tuve, no creo que pueda tener jamás ese ingenio, esa agilidad mental de Alfredo, tal vez soy torpe, y lento, en mi razonar. Definitivamente, como esta exposición lo mostrara plenamente, en mis numerosas referencias sobre mi amigo muerto, que vive fresco, siempre concluyo que yo he recibido más, y, que sigo cosechando, recogiendo frutos de sus actos. Sí, él es el maestro. Y debo anotar y admitir que aquella conversación fue un paso decisivo, una huella que estoy volviendo a pisar, con la experiencia de tantos años.

15.- Un Paseo Inolvidable:

La mañana es radiante, me llena de alegría, y, me trae el recuerdo de los paseos, las caminatas, que realizamos con el grupo, para crearnos, estrechar lazos de amistad. Y me están llegando chorros refrescantes de mi vida radiante de alegrías, si, ¡Cuanta alegría! ¿Cuántos sentimientos de amistad, de fraternidad? Y todos se fueron al remolino del tiempo devorador, se van disipando en las regiones de lo que ya no es, todo fue, forma imperfecta del ser, hasta quedar solo en no ser o la nada. En este mi caminar he seleccionado uno solo, un paseo a la playa, a un lugar, que, para motivarnos, Alfredo, lo llamaba, un lugar paradisíaco, un paraje paradisíaco, alentándonos a ir. Ese paseo fue inolvidable, más que por el paraje, por la alegría, las bromas, entre nosotros. Recuerdo que Alfredo se presento con una fuente grande de una deliciosa causa rellena. Camino a una cueva frente al mar, que, a eso del medio día, sus aguas se manifestaban brillantes, un mar bombardeado por el oro del sol, entre bromas y felicitaciones al caballero andante, Alfredo, por el delicioso potaje que había traído.

- ¡Qué sabrosa la causa!, Muy sabrosa tu causa Alfredo. Seguramente has aplicado la relación dialéctica entre causa y efecto. Le decíamos sonrientes mientras comíamos la causa.

- Sí, muchachos, neo hegelianos, fascistas de izquierda. Nos decía entre bromas, y eso que todavía no conocen los efectos de la causa, ¡ah! ¿Si supieran los efectos que va producirles la causa de la causa que están comiendo? Y estallaba en carcajadas, sonoras, acompañadas de las muestras.

Nuestro regreso fue azaroso. De tanto entretenernos perdimos el ómnibus. Entonces tuvimos que caminar muchos kilómetros. Alfredo se agitaba, trataba de hacer detener algún auto. Los carros pasaban sin hacer caso de sus señas raudamente, a gran velocidad. No, nos dimos cuenta de su agotamiento, creímos que como en nuestros viajes a Chosica, eran bromas suyas, pero, se sentía agotado, eran las primeras manifestaciones de su enfermedad del corazón. Regresamos en un camión de tomates. Contentos, cantando, mirando el cielo, y, sintiendo el aire fresco. Hoy he sentido con mucha emoción esta faceta de nuestra vida, que, como en otras facetas, era penetrada por la dialéctica, por el estudio que hacíamos, introduciéndose, recreándose, hasta en los juegos, caminábamos confiados en nuestro destino, sin presentir que un día nos dispersaríamos.

16.- La revolución es También para los Indisciplinados:

Camino de noche. La perspectiva, de luces artificiales, letreros luminosos me parece fascinante. Y camino sin prisa, nada me apura. Solitario. Quedaron en el pasado las caminatas en grupo, o con Alfredo, charlando sobre temas literarios, políticos o filosóficos. Yo habitante de un pequeño pueblo, tranquilo, aprendí de él a sentir poéticamente esta Lima nocturna esta ciudad iluminada por letreros de neón, por los chorros blanquecinos de los autos, a forjar metáforas sobre sus paisajes urbanos. Aún recuerdo esas caminatas.

- Es hermoso el orden y la organización de la ciudad -Un día me dijo- Y más aún en la noche. Y viendo un semáforo deteniendo los autos, exclamó:

- ¡Semáforo! Tú eres un dios. Un moderno dios. Los monstruos te obedecen se paralizan ante tu ojo encendido.

En una oportunidad al final de una manifestación política callejera, Alfredo manifestó, con gran sinceridad.

- Yo soy un hombre de la ciudad, Juze, no serviría para luchar como guerrillero en la montaña, y con seriedad, señalándome la ciudad, que con sus luces como rosarios fosforescentes se manifestaba en sus ojos, añadió:

- Este es mi elemento. Aquí yo soy el pez en el agua.

Y hoy que doy mis pisadas solitarias voy acordándome y reflexionando sobre los actos y las palabras de Alfredo, y, emerge el recuerdo de un hecho aparentemente desligado a la filosofía, pero ahora, lo estoy relacionando en forma necesaria. Fue durante una reunión de estudio realizado en la noche. Alfredo bien llegaba tarde o temprano, era impredecible su conducta, tan pronto, demasiado temprano, lo veíamos leyendo poemas o contando anécdotas, haciendo bromas, o, demasiado tarde llegaba, con un rostro amigable y manifestando naturalidad. En esa oportunidad llegó tarde, yo en calidad de responsable del grupo, le hice un llamado de atención, tratando de motivarlo para que procurase ser puntual y disciplinado. Luego de escucharme, con su voz grabe respondió:

- La revolución también es para los indisciplinados, compañero Juze.

Esas palabras se han grabado en mi memoria. Y ahora soy plenamente consciente que fue un paso más en la senda de la filosofía. Estudiamos la filosofía, la dialéctica, lo hacíamos como un medio, una estación, en un proceso necesario. Lo hacíamos como un diminuto ejército, disciplinado, organizado, con gran mística, y, entre nosotros, Alfredo se manifestaba como un ave peregrina, marcando su propio compás, muchas veces desconcertante. El se sentía, tal vez, incomprendido y reclamaba, un tanto en broma, de nosotros tener presente su originalidad, pero, no teníamos una actitud filosófica sino política; como políticos tratábamos de coaccionar, de reprimir, de infundir obediencia, disciplina, mística, no tanto, por argumentos filosóficos si no por criterios de necesidad revolucionaria. Todo esto, recientemente lo he comprendido, y me ha conducido a ser un caminante sin relojes que marquen una disciplina coaccionarte; y lo paradójico es que comencé a comprenderlo cuando el amigo ya había muerto, como el grupo que formamos; pero, volvió a ser en mi con fuerza, cuando antes de mi retiro de San Marcos, me sugerían que censurase, o expulsase, a una compañera del movimiento, por su indisciplina, por su comportamiento original, entonces volví a pensar en esa frase de Alfredo, comprendí, que, ella, con sus actos me trajo todo, de golpe, el recuerdo del amigo, empecé a ver a un Alfredo bajo la apariencia de una mujer. No la censuré, todo lo contrario, la comprendí. A partir de entonces me sentí un prisionero de mis propias redes orgánicas, y, en mi interior, siento la voz de una nueva libertad. Comprendo, por otra parte, que para hablar de la filosofía es esencial expresarla por ella, no como un medio, o como un instrumento. También estoy convencido que sólo es posible expresar la filosofía liberándose, previamente, de las ataduras sociales, y, ser como en ese tiempo lo fue Alfredo, marcando su propio ritmo. Hoy siento esa libertad, me siento capaz de expresar a la filosofía por ella. Y el día que vuelva a formar parte de algún grupo revolucionario, si todavía es posible, ya no será con criterios de disciplina policíaca, política, mística, si no, como un confluir libre, como un coincidir de aspiraciones y sentimientos, nada más. La disciplina no es nada, a ella es preferible la rebeldía de los indisciplinados, que es mucho más valioso que la de los disciplinados por el temor o por los formalismos sociales represivos.

17.- Un Mito que se Destruye y una Profecía que se Cumple:

Nuevamente camino de madrugada. Al llegar al parque Pedro Ruiz Callo, observo a la iglesia emerger entre el ramaje verde de los árboles; me fijo en su gran reloj, en el tiempo, en la vida, en el culto. La mañana es gris, el sol imponente para perforar el cielo de plomo, sin embargo, siento su fascinación, viendo platear a las nubes, y, me parece caminar dentro de una inmensa pecera. Pensaba en los hitos, en los puntos más resaltantes, como las torres de la Iglesia. Puntiagudo como esa torre, emerge a mi uno de los momentos decisivos. Y es, como siempre, Alfredo Madrid, el protagonista de este episodio. Vuelvo a reflexionar. Es admirable, el amigo sigue vivo, superando su muerte física socialmente. Sobre este episodio he meditado numerosas veces, pero, ahora lo relaciono con el sendero que siguió en mi vida a fin de descubrir a la filosofía. Sucedió cuando el grupo tenía ya años estudiando la dialéctica, tal vez habíamos traspasado más de la mitad de los años que vivimos. El estudio de la dialéctica lo completábamos con un conjunto de actividades tendientes a prepararnos para la revolución; entre estas actividades practicábamos la oratoria, ejercicios de resistencia física, exposiciones, y, la influencia de cada uno del grupo penetraba a los demás de un modo amigable, así, uno nos motivaba para practicar ejercicios yogas, especialmente la respiración, otro, la lectura de biografías, otra la poesía, la literatura. Me había comprometido con la exposición de la vida de Carlos Marx, por lo cual, me prepare sobre la vida de el autor de El Capital realizado por su discípulo Franz Mhering. Me acuerdo que me exprese con calor, emoción, resaltando los sacrificios, la genialidad, de Marx. Estaba seguro de haberlos motivado revolucionariamente, sí, estaba persuadido de haber causado una viva impresión en los muchachos. Vi. el silencio expectante, Alfredo solicito permiso para solicitar hablar, y, ante la sorpresa de todos manifestó:

- Felicitaciones al c. Juze, su exposición ha sido brillante, pero, ha santificado, elevado al altar a Carlos Marx. Me he sentido un insignificante microbio frente a la gigantesca y colosal dimensión del hombre divinizado. Tal vez hubiera sido mejor hablar de Carlitos- Al decir esto, esbozo una amplia sonrisa-como un ser humano, sí él, Carlitos, estuviera entre nosotros creo que le hubiera gustado que lo determinaran como un hombre falible, con limitaciones, errores, además, de cualidades que admiramos. Nosotros no debemos fomentar el culto a la personalidad sino la humanización de la personalidad.

Quede silencioso. No tenía palabras. Y todos esperaban de mí, conforme a mi temperamento polémico, una respuesta, pero, la verdad, no tenía palabras, en el fondo, reconocía que Alfredo tenía razón. No podía ocultar en mi mismo, me sentí mal, herido, comprendía el otro aspecto: Alfredo estaba minando, resquebrajando la mística, el mito que animaba la revolución. Ahora, comprendo, que la dialéctica era la verdadera causa, pues con su estudio despertábamos a la razón critica, perdimos la ingenuidad de los militantes de los partidos marxistas. Ya después de la reunión conversamos ampliamente, Alfredo, con su carácter bonachón, siempre alegre, sabía superar con rapidez y eficacia las actuaciones serias.

Han pasado años de este hecho. He leído otras biografías de Carlos Marx, otras visiones, diferentes. La profecía de Alfredo se cumplió, fue, un día, pasando el tiempo visitando librerías, sin ánimos de comprar libros, tan solo pasaba el tiempo, cuando, mis ojos se fijaron en un libro, vi su titulo, “El desconocido Karl Marx -recopilación de documentos e introducción por Robert Payne”. Consulte mis bolsillos, compre el libro. Tuve que retornar a casa a pie. Ya no era marxista. Me sucedió lo mismo que a esos amores apasionados, sólo cuando ya están muertos descubrimos aspectos que, mientras amamos, no queríamos ver. En la última parte del libro, cartas de la hija de Marx a Frederick Demuth, su hermano no reconocido, su lectura, me hizo meditar muchísimo. Y ya no podría condenar ni menos justificar tan sólo comprender, tratar de comprender, al hombre Carlos Marx, en su actitud ante su hijo no reconocido. No se sinceramente que aptitud adoptar. Y las palabras de Alfredo, “Le hubiera gustado que lo determinaran como un hombre falible”, me llegaron frescas y actuales.

Ya no hay mitos en mi corazón. Para poder comprender y admirar a los hombres y sus ideas es importante determinarlos como seres humanos falibles, no como dioses. Hoy me percato del matiz en relación con la filosofía. Su comprensión condicionó mi caminar, purifico mis pensamientos de espejismos, aligerando la mente. De hecho, hubiera sido muy difícil percatarme del ser de la filosofía si hubiera estado prisionero de ataduras ideológicas, atados a los mitos, sin poder dejarme llevar en las aguas del fluir filosófico.

18.- Un Poema en Medio de los Trabajos Teóricos del Grupo de Dialéctica:

Nuevamente la mañana esta bañada de luz radiante y brillante. Hemos sido poetas caminantes. Siempre consideré mi caminar un hacer poesía. Por eso, cuando Luís Alberto me decía que escribiera poemas, luego de haber escrito, conjuntamente con los otros compañeros, Martha, Alfredo, y él, un poema colectivo en las servilletas de un café, le manifesté:

- prefiero vivir la poesía Lucho, hacer de mi vida un poema.

Y en esta caminata matinal llegan vivencias relativas a nuestro quehacer poético, el duro oficio poético, nómada. Lecturas, creaciones, comentarios, pero, en esta oportunidad, me detengo en un instante, uno sólo. También este hecho lo comprendía en todo su valor después de la muerte de Alfredo, hasta creía que antes fue una broma más entre la numerosas que nos hizo; no captaba algo más profundo, me parecía plenamente una travesura más, del caballero andante del grupo. El tema que debíamos debatir era sobre posibilidad o realidad. Nos congregábamos en uno de los domicilios, como siempre amigables, conversábamos mientras esperábamos la hora del inicio. La reunión se inicio a la hora determinada, siguiendo los acuerdos del grupo, cada uno, entregó un trabajo sobre el tema, como una prueba de su preparación y preocupación. Entre los trabajos recibimos uno que estaba escrito en versos, y, no como los otros conceptualmente, en pocas palabras su trabajo era un poema. Esa noche perdida en el pozo del pasado, veíamos sorprendidos, sin atenernos a dar una respuesta, el poema presentado. Particularmente, creía que el lenguaje correcto era el conceptual. El c. que presento el poema se sentía prácticamente blanco de las miradas, y, un compañero, en forma indignada, manifestándose radical, dijo:

- Creo que la actitud del compañero es una burla al grupo. Y no debemos dejar esto como un precedente. Pienso que es necesario sancionar al c. Yo no sabia que actitud asumir, sin embargo, me sentía mal, por una parte comprendía que el c. estaba obrando mal, en efecto se burlaba de nosotros, pero, por otro lado, también, estaba persuadido que la falta no era muy grave. Y todos esperaban mi opinión. Pero, fue Alfredo quien solicito hablar.

- Estamos exagerando compañeros. La filosofía nace de la admiración, es decir de la poesía. Y en sus orígenes se escribió en el lenguaje de los poetas. Según cuentan las tradiciones, los primeros filósofos griegos, los llamados pre-socráticos, como Empedocles, Parmenides, y otros, escribieron en versos sus ideas. Y tratándose del tema que vamos a debatir, posibilidad y realidad, me parece que nos brinda un gran motivo para analizar las posibilidades del lenguaje filosófico y sus formas de expresión, y sus límites. Pero, no prejuzguemos, por otra parte, luego de haber leído el hermoso poema que nos ha entregado el c… no me queda más que felicitarlo, aplaudirlo y solidarizarme con él.

Le vi sonriente, entonces, riéndome internamente, pensé, “Alfredo, Alfredo, siempre encontrando argumentos para las situaciones más descabelladas, pero, eres persuasivo, muy persuasivo”. Rompí mi mutismo, apoyando al amigo, sin embargo, un c. aún, resentido, manifestó:

- Soy sincero. Yo entiendo muy poco de poesía, por eso creo que el poema que nos ha entregado el c. es una burla. Entonces, Alfredo, se ofreció amigablemente iniciarlo en el duro oficio de la poesía. Todo finalizo como en los cuentos infantiles, pero, en esos momentos, me percataba que bien habíamos sido burlados o habíamos recibido una lección práctica muy importante.

No recuerdo haber meditado sobre este incidente en relación a la filosofía. Sólo hoy, de pronto comprendo, que aún sin ser consciente, esta huella, estuvo influyendo en mi vida, para acudir en cualquier momento. Y lo siento como un puente, que el amigo dejaba, para poder cruzarlo en cualquier momento, salvando un peligro o un obstáculo. La poesía, que un día tenía que utilizar para expresar la filosofía.

19.- La Expulsión de Alfredo del Grupo:

Han brotado las flores, las rosas aristocráticas. Las observo en este mi caminar, como hermosas princesas. Sin embargo a las rosas siempre mi corazón se ha inclinado por las flores del jacarandá, que los observo caer en la alfombra verde de pasto. Cuando las recojo, haciéndolas bailar en mis manos, me parece que una bailarina ágil y sensual gira, y, es un poema en acto, como mi vida. Sin embargo, a pesar de la alegría de las flores la tristeza me invade, mi recuerdo se ha concentrado en el momento de la expulsión de Alfredo del grupo, es un punto doloroso en este sendero oscuro por el pasado. Sí, vuelve a mí las circunstancias en que Alfredo fue expulsado del grupo por indisciplina. Sobre este asunto he meditado numerosas veces, desde distintos ángulos, de la moral, de la política, de la praxis revolucionaria. Pero, no lo hice desde el ángulo de su repercusión en el ser de la filosofía.

Nosotros, después de todo, constituimos un grupo de estudios de filosofía, los contenidos de nuestro estudio y preocupación eran inherentes a la filosofía. Sin embargo había una contradicción entre la forma social y el contenido, nuestra forma no respondía a un grupo filosófico, más bien era conforme a un grupo político, mientras el contenido sí era inherente a la problemática filosófica. Ahora, recién comprendo esas contradicciones entra las formas y los contenidos. Y a medida que avanzábamos eran más evidentes. Mientras constituíamos un grupo que se auto catequizaba no había contradicción manifiesta, pero, cuando, los vuelos racionales, críticos, la contradicción entre la forma y el contenido se hizo más manifiesta. Alfredo fue una victima de este nuestro ser contradictorio, que, por otra parte, no supimos comprender a tiempo, ni pudimos superar en nuevas formas. No es conveniente detenerse en los pormenores, en cierto modo, los he consignado escribiendo mis recuerdos. Sólo deseo detenerme en su repercusión filosófica, en este encuentro entre forma y ser filosófico que estoy tratando de impulsar en mis caminatas. Esa tarde, ya era tarde, aunque habíamos iniciado la reunión en la madrugada, luego de una prolongadísima reunión de disciplina se adopto la resolución final democráticamente. Alfredo se puso de pie, lentamente, como era su forma de ser, sin perder la serenidad, ni su clásica sonrisa bonachona, cruzo con sus largas piernas el cuarto, y, ya en la puerta, dirigiéndose a todos, nos dijo, dos palabras:

- ¡Adiós Dialécticos!

Fue todo. Nos quedamos conmovidos. Ahora pienso: “Seguramente caminaste por estas mismas calles, haciendo brotar lagrimas de tus ojos reilones, sintiendo el dolor de la separación”. En estas reflexiones, me asaltan redondas, nítidas, graves, la voz de Alfredo, y me parece verle aún, diciéndonos, Adiós Dialécticos, tan solo esas dos palabras. Ahora, superando ya el tono de ironía, de amistad, esa carga de emoción, que la empañaba, y nos empañaba, me doy cuenta, que la situación fue en sentido inverso, lo correcto, era, Adiós dialéctico, caballero andante, Alfredo Madrid Valladares. Sentí muy hondo su exclusión. No había sido suficiente mi oratoria, tratando de persuadir a los demás, todo había sido inútil. Y el había estado conmigo mucho antes, años antes que quienes sellaron su despedida. Había estado entre los participantes del movimiento político que se frustro, fue uno de los fundadores del segundo grupo de filosofía. Y ese día, se alejaba formalmente del grupo, sufriendo, sintiendo la incomprensión, pero, aceptando su suerte sonriente, aceptando la decisión del grupo. Sólo en su soledad sufrió, soporto el peso, la tensión, de esa reunión tan prolongada, su rostro se torno sombrío, pero, ya nadie lo vio, nadie percibió la derrota en su rostro de triunfador. Sin embargo, concluyo, que él se liberaba, o lo liberábamos de las ataduras sociales, políticas, en los que no creía, el se liberaba de una moral en la que no creía.

Luego de un tiempo, mientras debatíamos en grupo, de súbito, se escucho primero unas pisadas, luego unos toques en la puerta, al abrir nos dimos con una sorpresa. Era Alfredo sonriente, nos saludo y se sentó; retornaba, sin decir una sola palabra acerca de su situación, nosotros tampoco le dijimos nada, todo fue tácito, implícito, no hubo reproches por ningún lado, la lección, en el silencio era elocuente, lo comprendíamos. Alfredo venía a nosotros, porque estaba convencido, y su deseo de participar en el debate de la dialéctica, aportando su agudeza y conocimientos. Esta actitud tiene mucho que ver con la filosofía, lo comprendo plenamente, ahora, cuando, estoy moviéndome en pos de su ser, pues, es necesario, en un momento, alejarse, como Alfredo, romper vínculos, aceptar la exclusión, el rompimiento de lazos sociales de protección, sentir los desgarramientos, la fractura social. Y hoy estoy pasando, a los 33 años, las mismas huellas, es verdad, a mi no me han expulsado por indisciplinado, pues, no lo soy, no lo puedo ser, para mi es fácil ser puntual y disciplinado, pero, me he retirado de el último grupo, me excluyo voluntario, sin ataduras, al igual que un día se alejo Alfredo, para llegar libre a recrear el ser de la filosofía.

20.- Mi Última Conversación con Alfredo:

Camino tratando de olvidarme de todo. Sólo ordeno con mis pensamientos que en mi mente sea sólo el color y sus matices, que sean los sonidos en su concierto cotidiano. Sentirlos como explosiones, como estadillos de belleza, como apariciones, con fluidez vertiginosa. Es todavía temprano. Comprendo que de todos modos terminaré meditando. No me apuro. Trato de beber el manantial fresco de la poesía y aligerar el espíritu descargándolo de tantas pequeñeces, que por todas partes me llegan. Estoy en los últimos tramos de mi caminar en pos del rescate de lo que se fue, o es ya pasado, esta parte esta empapado de dolor, no tengo más alternativa que asumirlo, hasta llegar a la hora cero, al punto exacto del descubrimiento. Estoy recordando el final del grupo de dialéctica. No es conveniente en entretenerme en la diversidad de motivos y de hechos que penetraron haciendo estallar, desorganizar, al grupo; sin embargo, este tramo coincide con la noticia de la repentina enfermedad de Alfredo. De pronto un amigo me trajo la noticia de que Alfredo había sufrido un ataque al corazón y lo habían transportado de emergencia, clínicamente muerto, a una clínica. Es paradójico, lo mejor de Alfredo, su corazón le jugaba una mala pasada. Tan pronto como recibí esta información me dirigí a la clínica con la intensión de visitar y alentar al amigo enfermo, que, pronto seria intervenido quirúrgicamente para trasplantarle una válvula. ¡Con cuanto optimismo y buen humor asumía esa situación, Alfredo mantenía su jovialidad, y, nos explicaba, utilizando sus conocimientos de estudiante de medicina, con habilidad pedagógica, como seria operado, comparando su capacidad toráxica con una caja, que sería abierta como una puerta. Lo visite todos los días. Mi última conversación se produjo en la víspera de su operación. Una intuición, vaga, inquietante de una pesadilla, me hacia presentir un desenlace fatal. Pero, tan pronto lo veía a Alfredo con optimismo y alegre, se disipaban todas mis dudas. Esa víspera cuando llegue a la clínica no lo halle en su cuarto, como de costumbre, recostado en su cama, su cuarto estaba vació. Lo descubrí en el corredor, sentado en una banca, con su pijama a rayas, observando el horizonte, mudo, inmóvil, transportado fuera de si, me senté a su lado, tratando de hacerlo sin perturbarlo, también en silencio, divise el horizonte. ¡Los copos púrpuras de las nubes! ¡El cielo rasgándose en una orgía de rojo! ¡Fuegos celestes, con sus fulgores naranjas, hasta un águila en lo alto! Si Alfredo miraba el espectáculo del crepúsculo sangriento, un atardecer rojo. Después, de un gran silencio, que no podía determinar, me dijo:

- ¡Hola Juze! ¿Es hermoso verdad?

- No solo hermoso, sino maravillosamente hermoso.

- Este instante es único, singular irrepetible, tal como es, no vuelve, jamás, jamás, nunca.

- Eso es verdad. Este crepúsculo es único, diferente será el que se dibujara en el cielo mañana.

- He pensado, Juze, en el tiempo en que se vive preocupándose del futuro, de esa dimensión del tiempo que todavía no es, que será, pero, que no es real como este instante, tan pleno, tan rico, tan nítido. Y también, he pensado, que vivimos pensando más, que en estos instantes, en el pasado, en esa dimensión del tiempo que ya no es, que fue, y, sólo es pálido y sombrío recuerdo, y no vivimos como debe ser estos instantes, sintiéndolos tan bellos, como hoy.

- Es la vida humana. Alfredo, vivimos pensando en el futuro porque en esa dimensión fijamos nuestras esperanzas, nuestras metas, o nuestros sueños, lo que anhelamos ser, tratando de superar un presente doloroso, o injusto. Lo mismo pensamos en el pasado, porque así podemos olvidarnos de un presente que creemos detestable, humillante, insoportable.

- No, no me refiero a eso, Juze, sino, a que casi todo el tiempo que vivimos lo hacemos pensando en el futuro o en el pasado. Nadando, desplazando las aguas del presente, del instante, de la realidad. Y al final hemos vivido un mundo irreal, un no ser nunca, o un ya haber sido, que nunca podrá repetirse jamás. Eso, Juze, sólo eso, y, la desgracia, es que no hay retorno, no hay.

- Hemos estudiado el tiempo, como un modo de ser de la materia y del movimiento. Al menos hemos estado de acuerdo en sus tres dimensiones, su ser como pasado, presente y futuro; el futuro tiene la realidad del presente, en esta dimensión encuentra su soporte; lo mismo el pasado, el primero como una proyección del presente, el pasado como un reflejo del presente. Y en base a ello el ser humano se orienta, asume, direcciones, vive recapitulando o prediciendo.

- Sí, pero, el pasado y el futuro no es esta realidad que corresponde al presente, que, ahora, se ha mutado en noche. Y la realización del futuro es al mismo tiempo su negación, cuando, decimos, el futuro se ha realizado, significa que ya no es futuro, sino, es presente, y, así, siempre será, tan pronto se realiza ya no es futuro sino presente. Pero, no pensaba tanto en este realizar del futuro, sino, más bien, en lo que no se realiza ni se niega. Sí, ¡Cuántos sueños! ¿Cuántos? Son sólo eso y nunca realidad. Nosotros como grupo, con nuestras proyecciones, con sus objetivos, ¿Se han cumplido? No, y, no sólo eso, de tanto pensar en ese futuro luminoso, hemos caminado desperdiciando los instantes, las singularidades, tantas cosas hermosas y plenas.

- Sin esas proyecciones, sin esas esperanzas, Alfredo, no hubiéramos podido estar unidos, han sido la razón de nuestra unión.

- Pero, esas proyecciones no se cumplieron. Hemos vivido ilusionados en realizar metas, en tiempos fijados inútilmente. Tenía razón, en esos momentos asumí conciencia de esa terrible verdad, todas nuestras metas no se habían cumplido, mientras que proyectamos ser un año A, en otro año ser B, y al tercer año hacer R. Habían pasado seis años, sí seis años, y seguiremos en A. Ya Alfredo era un solitario, estaba fuera del grupo, formalmente, aunque se expresaba en plural, pero, yo ya había asumido conciencia de la destrucción del grupo, y, trataba de superar esa crisis. Esa vez, le dije, como justificando todo:

- Pero que hacemos quejándonos. Para mí todo ese tiempo es o ha sido lo más hermoso de toda mi vida.

- Pero, pudo ser mucho más hermoso. Mucho más, de haber comprendido que no sólo cuenta, para los que luchan, el futuro, y, lo hacen odiando el presente, sino, todo lo contrario, es necesario luchar amando el presente para realizarlo cada vez mejor. Tienes razón ya no debemos reprocharnos por el pasado, sería otro modo de vivir fuera del presente. Y todo esto te lo digo consciente que mañana estaré en la sala de operaciones, operándome el corazón, y, tal vez no sobreviva.

- Al escuchar estas palabras, un estrechamiento de dolor cruzó y remeció mi vida, por unos segundos, pero, trate de mantenerme, aparentar serenidad, y, seguí escuchándolo.

- Siempre la posibilidad de la muerte esta presente, cada instante, y, últimamente he tratado de vivir con intensidad el presente, como nunca antes lo he hecho, como un sediento de poesía, de belleza, de tal modo, que, ya no hay en mí remordimiento, no hay reproches. Ya no diré, como otros, que no he vivido, pidiendo una oportunidad, no, Juze, quién ha vivido, quién vive, como lo estoy haciendo, ya no puede quejarse.

Después cambiemos el tema, nuevamente emergió su clásica sonrisa, y, como para distraerme hablo de algunas cosas que pensaba hacer fuera de peligro. Yo no podía imaginarlo a Alfredo atleta, deportista, corredor, nadador, él lo había sido en su imaginación, en las historias que nos contaba, haciéndonos creer, pero, esta posibilidad, de cambiar su vida, no se dio. Han pasado los años, y, ese instante vivido ha quedado sellado para siempre. Fue inolvidable, es inolvidable. En esa víspera, Alfredo, introdujo en mi vida algunas ideas en las que trabajaría con intensidad durante años, y, que, recién, al escribir mis recuerdos, tratando el tema de la muerte, empieza a dar sus frutos mis meditaciones. De modo semejante a Sócrates, en vísperas de su muerte, mi amigo, me revelaba sus ideas, dando una base para poder replantearme los temas filosóficos, y llegar al descubrimiento de la filosofía en su necesidad. Hoy, al reflexionar sobre el significado de aquella conversación en el camino al descubrimiento de la filosofía, me percato que fue el más grande paso, una palanca poderosa para mi pensar. Sólo como me lo manifestó, Alfredo, viviendo con plenitud el presente, dejando de lado tantas pequeñas preocupaciones, fue posible mi internarme en la esencia misma de la filosofía. El existencialismo estético de mi amigo quedo como otro puente tendido, una huella, haciendo camino, que lo vuelvo a cruzar, para dar el paso decisivo.

21.- La Última Broma de Alfredo:

Camino a la playa, viendo fascinado el ondulante y móvil galopar de las olas, siempre llagando a mí, humedeciéndome mis pies y mis tobillos desnudos. ¡Es el mar! ¡Inmensa pradera acuosa! ¡Confidente y amigo! Capaz de absorber todos los dolores. Estoy seguro, que, Alfredo, estuvo, en este mismo, escenario, y, varias veces, así, como yo solitario, hablando en voz alta, contándole al mar sus más íntimos secretos. En esta oportunidad en que me invade punzante el recuerdo de la muerte del amigo, me es imposible derramar estas lágrimas, rodando por mis mejillas, saladas como el mar. Sí, nuevamente estoy pensando en ese límite cuya comprensión, en lo relativo de la filosofía, fueron determinantes. Fue un acto vivencial que motivo el movimiento de mi razón, superando sus propios límites, incursionando en su extremo irracional, relativo a la perplejidad conmoción de los sentimientos.

El día mismo de la operación me dirigí a la clínica. Deseaba estrechar la mano y vaticinarle éxito antes que lo llevaran a la sala de operaciones. No tuve esa suerte. Definitivamente la víspera sería mí última conversación con él. Al llegar solo encontré a sus familiares, su madre descansaba de tantas malas noches; su hermano me informo de lo circunstancial. Me retire tranquilo, todos mis temores habían desaparecido. Me decía que todos mis temores no tenían fundamentos, no podía creer en sueños o presentimientos, pues, de acuerdo a lo que el mismo Alfredo nos había manifestado, tenía grandes posibilidades de éxito. Sin embargo esta tranquilidad duro muy poco. Al día siguiente, en la tarde, una amiga nos visitaba con la mala noticia, sus palabras me cayeron desprevenido, tan sorpresivas que tuve que retirarme al cuarto a limpiarme las lagrimas.

- El corazón de Alfredo no ha resistido…

Esas palabras resonaron. No me había dicho, Alfredo a muerto, pero equivalentes. Ya después, en el velorio, me entere que no había muerto en la operación, había tenido la dicha pasajera de volver a ver los rayos del sol, pero, después de un breve lapso, agonizaba victima de su rechazo de su cuerpo al anestésico. También me informaron que le habían conducido a un sacerdote para que le administrase la extremaunción. Pero, él con una sonrisa, había hecho el gesto significativo para que se retirara el religioso, lo dejaron morir tranquilo. Este acto frente a la religión fue muy significativo, su consecuencia, su sinceridad, me llevaron a meditar sobre la filosofía y la religión.

Ahora, ya no importan tanto los hechos contingentes, si no, el hecho sustantivo de su muerte, de su ya no vivir, o ya no estar vivo, realizando tantas cosas que quedaron truncadas. En la noche me prepare para acudir a su velorio, equivoque el camino, me vi obligado a caminar mucho más de lo necesario; fue un homenaje a nuestras caminatas, una ironía, o un recordarte caballero andante, caminando por la ciudad con tu recuerdo. Al dar con el lugar exacto, me pareció estar soñando, no podía creer que en la casa iluminada que veía al frente estaba el cuerpo frío de Alfredo. Me introduje entre un rumor de voces, aspirando un olor de flores, dirigiendo mis pasos directamente al lugar donde se percibía el ataúd. Desde el vidrio se le observaba, ahí, estaba sonriente, sereno, pálido. Me pregunte, angustiado, ¿Eres tu Alfredo? ¿Realmente eres? ¿O ya no eres? De golpe me vino el recuerdo de las discusiones filosóficas en el grupo, y, internamente me dije: “¡Qué ironía! Amigo, tantas veces hemos tomado a la muerte como ejemplo en nuestros debates filosóficos, ¡cuantas veces! ¡Cuantas! Hablamos de la muerte como ejemplo de la negación, y, ¡que lejanos estuvimos para comprender a la muerte! En la frialdad de nuestros razonamiento, ¡que lejanos estábamos!, no comprendimos jamás a la muerte como ahora, con su fuerza emotiva, perturbante, desquiciadora, en esa su significación concreta. ¡Me parece increíble! ¡No puedo creer! ¿Qué somos? ¿Qué somos Alfredo? No puedo creer que de ti, amigo, sólo quede un cuerpo que pronto empezará a descomponerse. Tú ya no eres Alfredo, pues, él me hubiera respondido, me hubiera dicho algo. ¡No puede ser! ¡Ser y no ser! ¡Ser o nada de ti! ¿Todo se acabo?. Para ti todo se acabo. Te estoy viendo y mis sentimientos se niegan a creer y aceptar, se niegan, se niegan…” De estos pensamientos me despierto una voz, era de Jorge Cronwel Jara, que me decía:

- Míralo, Juze, esta sonriendo, parece que nos estuviera jugando una broma.

- Sí, pero esta vez es una broma cruel y real.

En silencio vimos su rostro cervantino, su barba limpia, y, la expresión de su rostro, con su leve sonrisa, como un gesto de ironía.

De pronto Alfredo me situó en la dimensión de la filosofía, en sus contenidos perturbantes. Hasta antes de ese instante, no había filosofado, no, no había filosofado, solo había tratado de utilizar a la filosofía, de utilizarla como un instrumento, como un simple medio para una empresa social revolucionaria. A partir del instante que estaba viviendo, Alfredo, parecía decirme, ahora sí, Juze, puedes meditar sobre la muerte, asume mi muerte como ejemplo, yo soy la clave para que descubras lo que nunca buscaste por sí mismo, ahora, sí, puedes llegar a descubrir la filosofía, por medio de su verdadera motivación, mi muerte, por medio de esta fuerza, de esta inquietud. Y comprendía, que la filosofía seria siempre inalcanzable mientras me dirigiera a ella como un simple medio para la revolución social. Sólo empezaría a arribar a sus contenidos por sus propios caminos, de sus fuerzas, y, yo ya estaba embarcado en sus corrientes, impulsado por la muerte del amigo, ya no de la muerte en general, abstracta, sino, concreta, sentida. De este modo, en el camino, la muerte de Alfredo Madrid, se convirtió, a su vez, en camino, en fuerza, en puente, para penetrar al ser de la filosofía, sin que yo la hubiese buscado por sí.

22.- El Descubrimiento de la Filosofía:

Nuevamente camino por este laberinto, en este orden urbano, que tanto le fascinaba a Alfredo, con sus largas y displicentes pisadas, obediente a los semáforos. Y esta caminata es guiada por el azar, introduciéndome en calles, parques, avenidas, sin apuro, con los brazos sueltos, sin importarme llegar a ningún lugar, temprano o tarde. Reflexiono en este mi caminar introduciéndome en los túneles misteriosos de la muerte, y, casi sin forzarme, filosofando. Han pasado casi diez años de la muerte de Alfredo, luego de que su corazón fuera zurcido, y, con una válvula trasplantada, dejara de latir, y, así, dejando de vivir, o de vivir muriendo. Y asumo lo valioso de esta muerte, situándolo como un hito, o un límite en mi vida, dividiendo en dos grandes fragmentos, antes de la muerte de Alfredo. El primero, también moría, y, se había caracterizado por ir a la filosofía como un medio, o un instrumento para la lucha social revolucionaria; el segundo empezaba a vivir, y, hasta el día de hoy, se mantiene, y, a diferencia del primero, se caracteriza por un introducirme de golpe a los ríos filosóficos, en hallar a la filosofía por ella misma. Como manifesté, en la introducción, no la había buscado, fui, y ella vino a mí, empezó a vivir en mí, a convertir a mí pensar en barca en sus corrientes. Este hecho, significa una verdadera revolución en mi vida, un cambio de dirección, a cambiar sus actos, su sentido y esencia. La filosofía, así, descubierta, podía cambiar la vida de los hombres. También comprendí la filosofía como una necesidad, no sólo como un pensar, y, por esta fuerza necesaria, se superaba y negaba en la religión o en las concepciones racionales, o irracionales.

No sólo la muerte del caballero andante Alfredo remeció mi vida, si no, también, de nuevo, la muerte de papá Samuel, otro caballero andante, cuya dulce sonrisa lo tengo siempre presente. Por otra parte, bajo una nueva luz, comprendí el poema que nos obsequio, a Martha y a mí, el día de nuestro casamiento, en ese poema me calificaba metafóricamente, como un ángel del Apocalipsis, así, tal vez, sin ser plenamente consciente, anunciando que haría emerger a la filosofía de la muerte, y, coincidentemente, de su muerte, pero como una premonición, una profecía, que este concebir la filosofía, seria el inicio de una destrucción de formas sociales gigantescas, cuya realidad sólo anuncio, y, es posible que ya no viva. Pero, no es sólo la muerte de papá Samuel y el amigo, que nutren el ser de la filosofía en mí, sino de otras personas, amigas y parientes, como Manuel Ruiz Estrado, de rostro de niño, redondo y colorado, siempre sonriente, que, me han inspirado mi primera novela, que murió trágicamente en una autopista; también la de mi primo Edwin Morales y su prematura muerte, victima del cáncer, cuya vida también se funde en el personaje principal de esa primera novela; también de Pepito Pujol, enorme de tamaño, pero, sincero e ingenuo como un niño, muerto en un accidente de carretera. De un modo especial, la muerte de Teresa Lazo, hermana de mi mamá, mi tía madre, que, desde mi niñez inculco el amor a los libros y la poesía. Y hay más todavía, ¡tantas muertes!, que me hace exclamar, ¡pronto llegara mi turno! Y más todavía siento como un aguijón, taladrando mis sentimientos, la muerte de tantos jóvenes en este Perú que se desangra, se desgarra, en una lucha social sin precedentes.

He descubierto la filosofía no sólo como racionalidad abstracta, como algo que se puede estudiar o aprender en los libros, sino, fundamentalmente, como racionalidad plena y concreta de contenido humano y social, movida por sentimientos, emociones, que se renuevan, se reiteran, perturbadores desde el momento en que los hombres asumen conciencia de su finitud, de su morir, así, ya no lo concibo, como una pura abstracción conceptual, descarnada de vida social sino empapado de vida social que se fracciona, se mutila, perturbadoramente. Después de la muerte de Alfredo he vivido y vivo la filosofía emergiendo a mí desde el núcleo de la muerte, y, esta necesidad, brota con su racionalidad buscando respuestas a la vida que se quiebra y algo que queda, al Universo infinito, que jamás llegaremos a comprenderlo y determinarlo en su cabalidad, y, a la insignificante, y a la vez maravillosa, vida que se va. Así, desde esta posición la filosofía nace desde una oscuridad turbia, densa, de sentimientos, perturbando a la razón que anhela comprender lo que la vida toda se niega a creer, pero, que esta ahí, haciéndonos llorar, yerto, muerto para siempre, el amigo, la amiga, el hermano, el padre o el hijo, y, con las alas de la muerte la filosofía emprende sus vuelos inauditos, tratando de dar una esperanza de vida. No, la filosofía no es solo un preguntarse como los niños, es un preguntarse doloroso, experimentando la muerte de los seres queridos, yaciendo fríos, mudos. No, la filosofía no nace sólo de la admiración, ella se origina de una admirable consternación, ante la muerte. En estos vuelos he percibido con nitidez el ser de la filosofía, la verdad de ella, tal como lo expondré mas adelante, pero, este descubrir permaneció en mí, sin encontrar formas de expresión, hasta hoy día, a los 33 años, que vuelvo a tratar de expresar la unidad mi propia existencia, no tanto, para que lo reciban, o estudien, sino, para que lo redescubran en sus propias existencias.

23.- El Primer Intento de Manifestar la Filosofía:

En este nuevo caminar, me detengo en un trecho lleno de experiencias, que, aparentemente, semejan alejarme de la filosofía, pues, el grupo de estudio de la filosofía ha dejado de latir, también, he comprendido que no es posible utilizar la filosofía, como un simple medio, en la transformación social, menos bajo la forma dogmática en que es manifestada en textos y manuales, no creo en el estudio abstracto de la filosofía, sin sus fuerzas motivadoras, que por otra parte, sólo se originan cuando se vive directamente el problema de la muerte, y, luego de la muerte de Alfredo, ya no me parece tomar como ejemplo a la muerte como algo abstracto, frío, e indiferente, sólo útil para entender una categoría filosófica. Por tanto me estoy ubicando en un punto en que culmina definitivamente el periodo de los grupos de estudio de filosofía, del método dialéctico. Comprendiendo su balance desalentador: frustración, dispersión, y, por consiguiente, no cumplimiento de proyecciones revolucionarias. En esa agonía hubo manotazos como de ahogado, intentos, ideas, y, luego desorganización. No puedo detenerme en estos hechos complejos, que tienen otro interés, sólo debo señalar, que, luego de una serie de proyecciones, di comienzo a la tercera gran experiencia, que, aparenta no tener relación con la filosofía, y es la fundación de “dialogo” organización de investigación y trabajo; experiencia que tendrá una duración de casi ocho años.

Es un retorno a la universidad, cuando ya no soy estudiante, revalorizando su rol histórico, y, planteando un nuevo proyecto de cambio social, sin embargo, no puedo detenerme en los pormenores de esta formación. A los dos años publicaba, integrando esta organización, un folleto, sobre el concepto de filosofía, conforme lo he explicado en la introducción. Hoy, sólo me queda reflexionar sobre este hecho, aparentemente tenía todo de mi parte dentro de la organización, fundador, creador, responsable, pero, mis ideas sobre la nueva valoración de la universidad y sobre el nuevo camino del cambio social estaban sumergidos, bullendo, asfixiados por un trabajo intenso, por las características de trabajo de la organización, en un ambiente desfavorable, dogmático, sectario, en crisis, y, cuando, por primera vez los manifesté, fue, como ya lo he reconocido, en una forma equivocada.

Durante años fui, para mí, no para mis compañeros, una suerte de ideólogo, de timonel, de una pequeña barca, en una aventura historica que solo yo conocía a fondo, pugnando por concretar, las bases de un proyecto nuevo de cambio social. Con sinceridad debo admitir, que mis ideas, incluyendo las relativas a la filosofía, coexistían con la de mis compañeros, sin penetrarlas, por otra parte, ya no había el medio para ello, el estudio, sino, trabajo. Solo al final, en los últimos tramos, era reconocido como el propulsor de nuevas ideas, como ideólogo, y proyectista, pero, fue tarde, la hora de mi descender a mi soledad, a un auto destierro, estaba llegando, acicateado por la crisis de la universidad y la incomprensión.

Demore en publicar casi dos años, al no encontrar oportunidad, me decidí, hacerlo, con mis medios y por mi cuenta. Si es verdad que el folleto salió a luz bajo el sello de “diálogo”, pero, en su presentación, aclaraba que las ideas vertidas sólo correspondían a mi persona, y, así, sería hasta que el grupo lograra unificar u homogenizar sus ideas en lo relativo a la filosofía y otros asuntos. Esto significaba que había en mí la ilusión de que algún día, aunque no precisado, las ideas vertidas serian asumidas por la organización, eso no se diría jamás, pues, esta organización ha dejado de existir, luego de siete meses de mi renuncia, en que todavía sobrevivió como una barquichuela a la deriva. Sólo pude ser espectador de este zozobrar. Pero, en todo caso, fui fiel a mi filosofía, tal como ya lo entendía, había dejado de ser dogmático, con espíritu amplio, acepte la pluralidad dentro de la organización, y, no comprometí a mis compañeros con mis ideas. Sólo yo asumí la defensa, o la indiferencia respecto a mi trabajo. He asumido, con serenidad, la indiferencia. Sin embargo hay un incidente que ilustra mi posición frente al grupo. Cuando mi folleto estaba siendo exhibido, junto con otras publicaciones, bajo la responsabilidad de una compañera, en esas circunstancias, se aproximo una amiga, ex integrante del grupo de dialéctica, y, también ex integrante de dialogo, tomo el folleto, lo observo, y, comento, dirigiéndose a la c. que atendía:

- ¿Estas de acuerdo con las ideas de Julio? ¿No te parece que él esta llevando un proyecto de cambio social diferente del marxista? Sí, pues, no estudian y comprenden la dialéctica, cómo van a comprenderlo, sólo serán utilizados.

Esta compañera abandono la organización. No podía afirmar con certeza que fue por las palabras de mi amiga, pero, lo cierto fue que se alejo. Estaba convencido que no lo hubiera hecho de estar compenetrado con las ideas. Reconocí mi error. No volvieron a salir las publicaciones. Pero, no pensaba retroceder, dedicarme casi exclusivamente a estudiar la filosofía con los nuevos, no, seria inútil, la filosofía tal como lo descubría no busca ser como un simple instrumento de conocimiento y acción. Por entonces ya data mis ideas de presentar la teoría del conocimiento separado de la filosofía, pero, ese es otro camino, y, por tanto otra aventura. Sí, con ese folleto estaba dando lugar, a pesar de la advertencia, a que se creyera que estaba utilizando a mis compañeros, y eso no era mi meta. Definitivamente, no era con un folleto abstracto, descargado de motivaciones, y, más todavía, desafiando a la teoría marxista, como debía presentar la filosofía. Esa publicación, como una aventura, fue un paso más, si bien es cierto, un paso en falso, equivocado, pero, el error, es importante para caminar cuando se persiste en llegar, y, yo estaba persistiendo en el camino de tratar de expresar el descubrimiento de la filosofía. Ese error fue necesario, hoy lo comprendo plenamente, cuando, ya separado de todo interés grupal, orgánico, social, lo estoy impulsando, en relativa soledad, confundido con mi propia existencia, como caminante sin compromisos.

24.- El Último Desprendimiento Orgánico:

Y ahora camino solitario. En cierto modo así lo decidí. Fue una suerte de sacrificio. Un descenso en mi propia vida, para internarme en mis propios senderos, en mi pasado, vislumbrando el futuro. Ahora, en este mi caminar, no puedo dejar de pensar en esta situación: no estoy ligado a la sociedad como los demás, en sus sistemas sociales, tampoco lo estoy, por ahora, en unidad con otros seres vivos revolucionarios, nada de ello me liga, sólo mi caminar que es también mi escribir; estas son las actividades que marcan el ritmo de mi existencia, en que los relojes y los horarios no me imponen desde el exterior si no surgen de mi mismo. Es mi primera aventura en la que me deslizo relativamente solitario, efectuando la actividad más solitaria, como es el escribir. He vivido casi 17 años formando grupos, organizaciones, con el fin de impulsar un camino al cambio de la sociedad, que, desde mi adolescencia, me parece injusto, y, esta vez renuncio a todo grupo, para buscar plasmar toda mi experiencia, que, lo escribiría con mi vida misma.

Recuerdo el momento en que tuve que analizar casi ocho años de mi vida integrando “dialogo”, y resuelvo retirarme, esta meditación fue intensa, emotiva, pues, asumí conciencia que a partir de mi retiro, se producía una suerte de muerte social, dejaba de golpe un mundo social que había forjado con esfuerzo y paciencia. Todo para mi desaparecía, tenía conciencia que se iniciaba una etapa muy diferente en mi vida, en la que tuve mayor libertad, libre de tensiones, preocupaciones grupales, llegaría a la esencia de mi caminar, descubriendo otros modos, otros senderos, que tal vez, yo, ya no los transitaría, sólo, los señalaría, al modo de Moisés la tierra prometida, fijando una esperanza a los hombres.

Cuanto me retiro, no sabía bien lo que haría, pero, estaba decidido a realizar esta aventura. Han pasado los días, los meses, y ya se va a cumplir un año de este acto. Como nunca he caminado solitario, de vez en cuando la visita de algún amigo o amiga, recordándose que aun vivo, por lo demás solo mis pensamientos, la vida social y mis pasos. El primer paso decisivo fue la determinación de escribir sean cuales sean las consecuencias. Seria como la araña, tejiendo solitaria su red, yo, sembrando en el papel las ideas que serian las semillas que contenían nuevas formas de ser social. Al meditar por el tema con que iniciaría este sembrar resolví hacerlo por la filosofía, por el descubrimiento de la filosofía. No se si he realizado este cometido tal como lo esperaba, pero, con este fin escribí una novela. Tengo dudas sobre sus resultados, por eso, por un por si acaso, vuelvo a escribir en forma más explicita y directa, pero siempre en forma tal que sea mi confesión y mi meditar el tema. A la muerte física de mis amigos, que, me introdujo de súbito, en los contenidos filosóficos, a mi retiro, que, equivale a mi muerte social, descendiendo a mi ocaso, comienzo a escribir, solitario, sin presiones, ni compromisos, libre, como nunca, sobre el ser de la filosofía y sus implicancias en la vida de los hombres. El primer tramo, o capitulo, he concluido.

 
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